Roger Scruton, lo mejor que generó el mayo del 68 francés
Fue el pararrayos de todas las críticas de la izquierda anglosajona
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Roger Scruton fue probablemente el filósofo conservador británico más importante del último siglo . Tuvo una enorme influencia en la derecha británica con sus libros y con sus escritos periodísticos. Él mismo dató su conservatismo en mayo del 68 , cuando estaba sentado en la ventana de su apartamento en el Barrio Latino de París, bebiendo una copa de vino y viendo a los estudiantes arrancar los adoquines para lanzárselos a la policía: «De pronto me di cuenta de que yo estaba del otro lado . Lo que estaba viendo era una turba incontrolada de autocomplacientes vándalos de clase media . Cuando pregunté a mis colegas qué querían, qué intentaban lograr, sólo me contestaban con una grotesca jerga burocrática marxista. Me sentí asqueado y pensé que, frente a eso , tenía que haber un camino para regresar a la defensa de la civilización occidental . Ese día me hice conservador.»
Con el tiempo Scruton se convirtió en el intelectual de referencia del conservatismo y el pararrayos de todas las críticas de la izquierda anglosajona. Pero él fue mucho más que un filósofo : fue barrister (abogado en los tribunales superiores), esteta, profesor en el Birkbeck College –el college de la Universidad de Londres con más alumnos de la llamada «clase trabajadora»– fue director de la revista consevadora «The Salisbury Review» y defensor sin matices de la caza del zorro que se prohibió en el Gobierno de Tony Blair y se sigue practicando hoy en día.
En contra de lo que creen muchos, Scruton no fue un thatcherista . Él era más partidario de un conservatismo poco liberal y muy patricio. Le gustaba salir a la caza del zorro vistiendo la ropa de montar de Enoch Powell que él había comprado en una subasta. Powell era considerado por muchos un racista por su discurso «Ríos de sangre» pronunciado en 1968 sobre los efectos de la inmigración.
Roger Scruton fue un filósofo de inspiración hegeliana que creía que los aspectos más importantes de la vida como la verdad –es decir, la percepción del mundo como es– la belleza –crear y apreciar cosas por sí mismas– y el realizarse uno mismo –que una persona cree su propia identidad y que sea coherente– son objetivos que sólo pueden alcanzarse dentro de una comunidad en la que los valores y el significado de las cosas sea compartido.
En 1979 viajó a la República Checa y la Policía política le dio una paliza de tal calibre que le convenció de la necesidad de instalarse allí y aprender checo –lengua que muy pocos extranjeros han logrado dominar–. Lo que ahí aprendió en la década de 1980 sobre el comunismo lo contó en «The Salisbury Review». Su labor en esa revista le costó «miles de horas de trabajo sin sueldo, tres querellas, dos interrogatorios, una expulsión, el fin de mi carrera académica en el Reino Unido, infinitas críticas despectivas, ser sospechoso para los conservadores y odiado por los liberales . Y mereció la pena » según el propio Scruton. Sí. Fue una vida que mereció la pena vivir.
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