Rodrigo Blanco Calderón

En el Boomker

«Cristina Peri Rossi sigue atrapada en los años del Boom. Sigue atrapada en el 'boomker'»

Vista general de la exposición en homenaje a la escritora hispano-uruguaya Cristina Peri Rossi, ganadora del Premio Cervantes 2021, en la Universidad de Alcalá EFE
Rodrigo Blanco Calderón

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Debo confesar que la poesía de Cristina Peri Rossi , autora uruguaya residente desde los años setenta en Barcelona y que acaba de ser galardonada con el Premio Cervantes , no me entusiasma. Me parece una mala imitación de la poesía de Cortázar , que ya de por sí es simplona. Menciono a Cortázar porque da la impresión de que no pudiera hablarse de Peri Rossi sin recordar esa gran amistad de la que ambos escritores dejaron testimonio por escrito. De hecho, cuando se hizo pública la noticia del premio, era difícil encontrar una foto de la autora donde no saliera al lado del tierno padrino barbudo que todos veneramos.

De sus cuentos y novelas no opino porque no los he leído. Espero secar esta laguna en el transcurso de los próximos años. Sin embargo, me he vuelto aficionado a sus entrevistas. En una de las primeras que dio después de saberse ganadora del Cervantes se jactaba de no haber sido representada por Carmen Balcells y de no publicar con ninguna de las grandes editoriales porque las detestaba. En otra más reciente, insistía con acrimonia sobre la 'Mamá grande': «No lo esperaba [el premio], ni siquiera sabía cuándo se fallaba y lo primero que sentí fue sorpresa, y lo segundo, alegría: 'vaya, podré pagar el alquiler del piso y los gastos, por un tiempo'. Los escritores que no somos de la cuadrilla de la Agencia Balcells ni pertenecemos a las clases acomodadas, nunca tenemos el alquiler asegurado. En seguida, me emocioné».

Yo, como escritor que pertenece a esa cuadrilla y que sin embargo debo trabajar mucho para poder llegar al final del mes y pagar el alquiler y la cuota de autónomo, no pude menos que sentirme interpelado. Quizás, pensé luego, Peri Rossi probablemente se refería a los grandes autores del Boom, García Márquez, Fuentes y Vargas Llosa. No a su querido Julio, cuyos derechos de autor empezó a manejar la agencia Balcells después de su muerte.

Peri Rossi se pronuncia como uno de esos soldados vietnamitas que quedan atrapados en la selva durante décadas y siguen creyendo que allá fuera la guerra continúa (y claro que continúa, pero ya no es la misma). Esto explicaría que en otra entrevista haya desempolvado reliquias inservibles como la tesis del compromiso de Jean-Paul Sartre o que su obra 'Desastres íntimos' venga de ser reeditada por Lumen, sello perteneciente a una de esas trasnacionales que dice odiar pero que hace muchos años fue una editorial independiente. Entonces creí comprender: Cristina Peri Rossi seguía atrapada en los años del Boom. Seguía atrapada en el 'boomker'.

Esta comprobación me condujo a otra más importante, y que fue el impulso de escribir esta nota: yo también estoy atrapado en el 'boomker'. De hecho, una legión de escritores, periodistas, editores y críticos a ambos lado del Atlántico lo están. Cuando uno observa las discusiones literarias, el marketing que despliegan las editoriales para promocionar a ciertos autores y sobre todo autoras, cuando analizamos el culto a Roberto Bolaño o César Aira , todo gira, todo sigue girando, alrededor del Boom. Bien sea por reivindicación y nostalgia, bien sea por rechazo y negación. Y entre ambas posiciones, un abanico de matices que persisten en una órbita de independencia ilusoria, pues son en realidad los mínimos y numerosos satélites que conforman el cinturón de Saturno. Y cuando digo Saturno digo Mario Vargas Llosa .

Y no solo porque Vargas Llosa sea el último sobreviviente de aquella edad dorada de las letras hispanoamericanas, sino porque todavía hoy, a sus 86 años, sigue marcando la pauta de discusiones literarias y políticas. Con sus artículos, declaraciones y libros, el autor de 'La ciudad y los perros' continúa alimentando un batallón de pequeños comentadores que engrosan sus pequeños currículos señalándole errores hermenéuticos o dándole lecciones de historia y moralidad a partir de experiencias ajenas. A diferencia de García Márquez , el otro titán, quien por motivos de salud al final de su vida (y previamente para protegerse de la fama y también por sentirse más cómodo en los selectos palacios del poder), permaneció más distante del debate y la participación pública.

Un repaso a algunas publicaciones de los últimos meses y años confirman que el embrujo de aquella onomatopeya sesentosa persiste. Por ejemplo, 'Carmen Balcells. Traficante de palabras', la magnífica biografía que Carme Riera le dedicara a la agente literaria. O 'Gabo y Mercedes: Una despedida', la conmovedora memoria familiar de Rodrigo García sobre sus padres. Es el caso también de ensayos y crónicas muy recomendables como 'Aquellos años del Boom', de Xavi Ayén , 'Mariposas amarillas y los señores dictadores', de Michi Strausfeld , 'Delirio Americano', de Carlos Granés y 'Ñamérica', de Martín Caparrós , donde desde distintos enfoques la historia de América Latina tiene en el Boom su vórtice y su piedra de toque. Algo parecido se puede decir de algunos rescates editoriales como los de Elena Garro, María Luisa Bombal o Sara Gallardo , cuyos libros suelen venir acompañados de eslóganes del tipo «la gran olvidada del Boom» y otras cosas por el estilo. Un espíritu rescatista también preside el hermoso 'Atlas de literatura latinoamericana' (arquitectura inestable), coordinado por Clara Obligado y publicado por la editorial Nórdica, que busca resituar autores y obras un poco olvidados.

En la premura de buscar culpables para esta situación de parálisis, correlativa del retroceso de la democracia en la región y de la indiferencia actual de los editores europeos y anglosajones por la literatura latinoamericana, sería fácil señalar al propio Saturno y su costumbre de devorar a sus hijos. Por supuesto, eso sería un gesto tan infantil como molestarse con el tiempo porque ya ha transcurrido y porque sigue transcurriendo.

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