Los restos del Gigante de Altzo acaban con el mito de su desaparición
Un equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi ha localizado sus huesos, que se creían perdidos
Se llamaba Miguel Joaquín Eleicegui , medía 2,40 metros y ha pasado a la historia como el Gigante de Altzo o, en su defecto, el gigante de «Handia», la película que lo popularizó en 2017, y que ganó 10 premios Goya. Su tamaño causó fascinación en el siglo XIX, y él fue exhibido por plazas y cortes europeas como un fenómeno extraño. Tras su muerte a los 42 años, en 1861, lo enterraron en el pequeño cementerio de esta localidad, pero con el tiempo se empezó a rumorear que alguien había robado sus huesos, también gigantes, y la niebla de la leyenda fue cubriendo su historia. Ahora, un equipo de un equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi ha exhumado los restos de Miguel, poniendo fin al bulo.
El hallazgo ha sido presentado hoy mismo en el camposanto guipuzcoano de Altzo. Allí, Lourdes Herrasti, miembro del departamento de Antropología de Aranzadi, explicó que el gigante de Altzo sufría «artrosis severa» lo que explicaría los fuertes dolores que padeció a lo largo de su vida, según recoge Efe.
Sus restos fueron encontrados el viernes, cuando los expertos localizaron un fémur de medidas extraordinarias (64 centímetros, nada menos). Además de artrosis, nuestro protagonista tenía «osteoporosis», tal y como aseguró Herrasti, razón por la cual sus restos no tienen un peso acorde a sus proporciones.
La extracción completa de sus restos se prolongará varios días. Allí continúan trabajando historiadores, documentalistas, arqueólogos, antropólogos y médicos. Sin embargo, la morfología y longitud de estos huesos ya han confirmado que pertenecían a este Miguel Joaquín Eleicegui.
Paco Etxeberria, el forense que lidera este grupo de trabajo, comentó a la prensa que las enfermedades que sufrió el gigante lo desgastaron mucho, hasta el punto de que a sus 42 años tenía «el cuerpo de un anciano».
Por su parte, Karlos Almortza, promotor del proyecto, apuntó que tal vez el mito de la desaparición de sus huesos fue promovido por las mismas personas que exhumaron los restos del gigante de la tumba para trasladarlos al osario, para así protegerlos de posibles ladrones.
Los familiares de Miguel Joaquín Eleicegui acudieron ayer al cementerio del pueblo en el que aún residen, y expresaron su «tranquilidad» por este hallazgo. Ahora, cinco generaciones después, al fin tienen la certeza de que su antepasado descansa en el lugar que eligió.