Quino, en ABC: «Nunca me he identificado con Mafalda y todas sus peroratas»

El popular dibujante Joaquín Salvador Lavado Tejón, padre de la icónica Mafalda, ha muerto en Buenos Aires a los 88 años. A lo largo de su prestigiosa trayectoria, el humorista fue impreso en las páginas de este periódico en varias y afortunadas ocasiones, salpicando sus intervenciones con un pesimismo que él quiso que todos llamáramos realismo

Juan Carlos Delgado

El popularísimo dibujante Joaquín Salvador Lavado Tejón, más conocido como Quino, padre de la icónica Mafalda, ha muerto en Buenos Aires a los 88 años . El mundo le llora, le lloramos, porque la entrañabilidad que consiguió insuflar a su personaje más mundial le convirtió en un ídolo universal de tierna lucidez, pero también en un ídolo local, pues afectaba benéficamente al cerebro en concreto su lectura.

Hablando de efecto local, el artista jugó como egregio visitante en varias ocasiones con ABC, una Casa que le dedicó un especial en 1972 bajo este titular: «Quino, entre el escepticismo y el cansancio» , en donde nos contó «los móviles de sus creaciones y sus decepciones como dibujante». En aquella visita España, dijo venir para conocer a los españoles... «aunque sus padres lo son», apostillaba el redactor Miguel Fernández-Braso.

En esta entrevista a Quino en los setenta, el dibujante se encuentra en un periodo reflexivo acerca de si continuar con las tiras de Mafalda o buscarse nuevos derroteros artísticos. El periodista entiende cómo tras ocho años puede plantearse esa situación, pero también destaca la capacidad de renovación de su su personaje más ilustre. Al final, ocurrió lo que ocurrió... Pero aquí Quino explica un poco sus neurosis y su modo de trabajo: «Mafalda es el personaje menos definido. Los demás tienen sn constante, pero Mafalda me desorienta, no sé por dónde va a salir . Sufro mucho de no conocer sus propios mecanismos mentales. Es como acostarse y no saber lo que uno va a soñar. No intento incorporar a mis historietas elementos previos. Y me siento y empiezo a pensar y a dibajar y no sé que va a salir. Muchas veces no sale nada». En esta entrevista el periodista apunta rasgos de carácter del argentino, que «no es un chistoso sino un humorista apenas brillante en el diálogo, no es un ilustrador de ideas ajenas, sino un narrador de imágenes y escasas palabras de sus propias consecuencias mentales». Viendo sus reflexiones amargas, al redactor Quino le parece, a veces, «un kafkiano fatigado y escéptico».

Con ocasión de la recepción en Alcala de Henares del Premio Quevedos de humor gráfico en 2001, poco después del 11-S, contamos en ABC que el dibujante argentino quería hacer una puntualización acerca de los epítetos a su persona y obra: la palabra pesimista ha de sustituirse por «realista», pues el tiempo le ha «dado la razón» , consideraba; por el otro, su extensa nómina de personajes contestatarios y algo apabullados, y por ende él mismo, no sabría cómo afrontar el mundo después de los atentados terroristas contra Nueva York en septiembre. «Me va a ser muy difícil ponerme a trabajar con esta guerra que no es guerra, en la que no se sabe quiénes son los enemigos y en la que los supuestos amigos tampoco me gustan nada», confesó Quino.

El Premio Gordo de las coberturas de ABC con el maestro se debió o culminó cuando le otorgaron el Premio Príncipe de Asturias, en 2014, y allí que fue nuestra corresponsal Carmen de Carlos a escuchar junto a otros medios al dibujante, que había sido condecorado por una obra de «un enorme valor educativo» con una «dimensión universal» y plena de «personajes que trascienden cualquier geografía, edad y condición social». Y seguía el jurado: «Alcanzó fama internacional con la creación del universo de Mafalda, una niña que percibe la complejidad del mundo desde la sencillez de los ojos infantiles. Mafalda, la principal protagonista del trabajo creativo de Quino, es inteligente, irónica, inconformista, contestataria y sensible. Sueña con un mundo más digno, justo y respetuoso con los derechos humanos ».

Entonces, el padre de la criatura, que entonces tenía 81 años, quiso dedicarle, delante de la prensa, el premio a su mujer, Alicia Colombo: «A ella le dedico el premio». Y siguió «No sabía que era finalista. He recibido la noticia con sorpresa. Estoy muy contento, pero no tengo la menor idea de qué diría Mafalda por el galardón . Me alegra que España me haya dado un premio que remite a mi familia. Nací en Mendoza, pero me crié en el Mediterráneo. En la calle pasaba el carnicero italiano, el verdulero español, y aún recuerdo cómo voceaba: “¡Traigo el sol y la luna de los tomates!” Ya estábamos con García Lorca. Hasta que fui a la escuela, en mi casa se hablaba andaluz».

Republicano convencido, comentó que Don Felipe no le había llamado aún por teléfono y confesó un deseo: «Espero que el Príncipe de Asturias me invite a comer una tortilla de patatas cuando vaya a España» . Ese día, Quino se acordó también de otros dibujantes españoles: «Conocí a Mingote, a Chumy Chúmez, El Perich, Summers...», y se sorprendió de ser el primer dibujante que recibe el galardón, porque bien «se lo podían haber dado a un dibujante español».

Entre las curiosidades de sus «historietas», como se refiere de forma permanente a sus tiras, recordó el verdadero origen y su afinidad con algunos de sus personajes: «Con Felipe, Miguelito y Libertad era con los que más me sentía identificado, pero no con Mafalda y todas sus peroratas . A Manolito me divertía mucho hacerlo... Como descendiente de españoles que soy, también tengo cosas como de bestia», comenta con una sonrisa. Dicho esto, añade: «A Guille lo copié de un sobrino mío».

Quino publicó en 1963 «Mundo Quino» y se inventó a Mafalda, nacida para una agencia de publicidad que nunca la utilizó. Orgulloso de su hijita que odia la sopa, esa nena precoz daría sus primeros pasos en el periódico «Primera Plana». Más tarde lo haría en muchas cabeceras de diferentes países de Iberoamérica. También en España, en la desaparecida revista «Triunfo».

Diferentes editoriales se enamoraron de «Mafalda la contestataria» . Filósofa chiquita y regordeta, Quino, aunque lo intentó, nunca pudo librarse de ella. En 1973 dio por terminada su vida y no volvió a hacer una historieta con ella , cuya existencia resumió un día: «Soy como un carpintero que fabrica un mueble y Mafalda es un mueble que me salió bien, lindo, pero para mí sigue siendo un mueble. Yo hago esto por amor a la madera que trabajo».

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