Pedro Ruiz: «TVE es Goebbels, Kakfa y Al Capone»

Reaparecerá en octubre en el teatro Infanta Isabel de Madrid con el espectáculo «Loc@s»

Pedro Ruiz ABC
Salvador Sostres

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—¿Qué es la libertad?

—No tener límites salvo el daño que puedas hacer a los demás.

—¿Y cuál es el precio?

—La soledad.

—«Sólo le canto mi copla...»

—Exactamente. No se trata de convencer a nadie, de invadir a nadie. Pero tampoco que te invadan.

—Usted siempre quiere decir algo.

—A veces sin saber exactamente qué. Más que un mensaje, siempre he tenido un grito interior de desazón por no entender lo que nos pasa.

—Usted protege su territorio.

—Procuro expulsarme las riendas que me caen encima. Un día le dije a Carod-Rovira: «Yo soy más independentista que tú porque quiero ser independiente hasta de ti».

—Lo que ha aprendido.

—Que no basta escuchar al otro con interés, hay que escucharle con afecto. Si perdemos la concordia, caerán las pocas estanterías que aún no han caído.

—Juan Carlos fue la concordia.

—Sin concordia no hay monarquía, pero tampoco república. Ni república, ni siquiera política. Cuando los bandos se ponen torpes, surge el odio.

—¿De qué huye?

—Del odio de los de arriba.

—¿Quiénes son los de arriba?

—Los que toman decisiones sobre nuestras vidas. Yo nunca he tomado decisiones sobre la vida de los demás.

—La inteligencia hiere.

—Si alguna vez he dañado a alguien en lo humano, he procurado disculparme. Todos tenemos padres, hijos, abuelos. Y no es agradable.

—No vamos bien.

—El hombre es torpe, la vida es corta, el planeta es pequeño y nos lo estamos cargando. La Creación fue un éxito y la Humanidad un fracaso.

—Nos ha ido muy bien.

—A ver cuando el planeta diga la última palabra.

—Los planetas no dicen absolutamente nada. Hablamos las personas, desde nuestra inteligencia razonadora.

—Ahí está el virus. Y no, no está demostrado que seamos una especie inteligente. Lo digo por mí, por supuesto.

—¿España es un país libre o tienen razón independentistas y Podemos cuando dicen que vivimos en un candado?

—No creo ni en la enfermedad ni en la cura. No quiero formar parte de ningún grupo. El gregarismo y yo estamos francamente reñidos.

—La democracia.

—La honradez.

—¿Existe?

—Ni aquí ni en ningún otro lugar del mundo. Es un bellísimo concepto que jamás se ha llevado a la práctica. Es un espejismo. Y acaba rebajada a la pura dictadura del dinero.

—La televisión pública española.

—Es un fracaso. Es una mezcla de Goebbels, Kakfa y Al Capone. Es decir, de doctrina, confusión y trique.

—El remedio.

—Le deseo que recupere el valor para ser el escaparate de todos. Quien más valor tuvo para intentarlo fue Pilar Miró, y eso que yo nunca trabajé para ella. En la televisión pública tendrían que caber todos. Desde Alfonso Ussía hasta Wyoming. Todo el talento español.

—Otra vez la libertad.

—De la libertad sólo nos protege la libertad. Los tapones provocan explosiones. Yo esto lo aprendí de mi madre. Un día el alcalde de nuestro barrio la reprendió por algo y ella le respondió: «Yo no soy libre porque usted me lo permita sino porque yo lo decido».

—Una arquitectura moral para Televisión Española.

—Si el edificio se cae, levanten algunas columnas indiscutibles. Es sencillo, pero no hay voluntad de arreglo.

—¿Por qué?

—Porque no hay honradez, porque están las productoras de los amigos. Siempre es lo mismo. Hoy la televisión pública española son 40 directivos que se van turnando los cargos.

—Pensar en grande.

—Pensar en grande es pensar con generosidad, con buena fe.

—Y luego están los informativos.

—Que hagan lo que quieran con los informativos. Son televisiones públicas, igualmente lo harán. Pero que en el entretenimiento quepamos todos.

—La desafección.

—Este sectarismo, estos errores, son los que han traído la desafección, el resentimiento, el odio.

—Es usted muy pesimista.

—Yo soy un pesimista vitalista. Si pudiera elegir no volvería a nacer pero no paro de hacer cosas.

—Los buenos humoristas.

—Son los que bajando al fondo de las desgracias son capaces de rebotar en ellas y hacer piruetas. Y oye, hay una cosa que me parece poco menos que inexplicable.

—Usted dirá.

—Que no haya un par de tertulias al año entre los principales líderes políticos para que hablen de cualquier cosa que no sea política: de sus hijos, de sus padres, de sus restaurantes, de la última película que han visto.

—Un acto de concordia.

—Hoy parece imposible pero en Como Pedro por su casa yo me vestí de Séneca y tuve a Carrillo, a Fraga, a Txiki Benegas y a Rodríguez Sahagún jugando al dominó.

—El cine.

—Me gusta mucho. Voy 4 o 5 veces a la semana. Prefiero una mala película a una mala conversación porque del cine puedes marcharte en cualquier momento sin que nadie se enfade.

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