El País Vasco dibuja su paleolítico
A partir del arte rupestre encontrado en la cueva de Danbolinzulo, un nuevo estudio redefine como «fundamental» el papel de una región considerada el «vacío vasco» hasta hace escasos años por la falta de yacimientos
«¿Qué significa todo ello? ¿Por qué descendían hasta estas profundidades? Las pistas que nos han dejado son escasas. Apenas sabemos nada sobre estos hombres y mujeres y, menos aún, sobre su forma de entender la vida. ¿Qué era el mundo para ellos? ¿Quiénes creían ser? No lo sabemos y no podremos saberlo», escribe el escritor Paul Kingsnorth en «Confesiones de un ecologista en rehabilitación» (Ed. Errata Naturae ) tras visitar la Cueva de Niaux. Pero algo sí vamos sabiendo de aquella época magdaleniense, o sea de una de las últimas culturas del paleolítico Superior. Muy poco a poco, y poco será lo que sepamos finalmente.
Porque en Asturias, Cantabria y el suroeste de Francia, donde está esta cueva de Niaux precisamente, sí se había estudiado sistemáticamente el arte rupestre paleolítico. Sin embargo, el País Vasco, vecino, tradicionalmente llamaba la atención a su vez por la escasez de representaciones, solo tres encontradas hasta 2006, llegando a ser denominado como el «vacío vasco».
El descubrimiento en 2015 de la cueva de Danbolinzulo de Zestoa, con pinturas rupestres de hace 30.000 años, simbolizó cierto volantazo a un paradigma que empezó a cambiarse a partir de ese 2006 antes mencionado y que ha conocido un gran impulso en la última década gracias al Proyecto de Prospecciones Arqueológicas para la localización de nuevos vestigios de arte parietal, promovido por la Universidad del País Vasco.
¿Por qué había tan poco arte paleolítico en el País Vasco? «Hasta el descubrimiento de arte parietal de la cueva de Praileaitz en 2006 apenas se conocían tres conjuntos con arte paleolítico en País Vasco. Desde entonces, diversas asociaciones tanto de arqueólogos amateur como de espeleólogos han hallado hasta 17 nuevas cavidades con arte. Por ello, ahora sabemos que ese vacío se debía a una falta de prospección», explica Blanca Ochoa , investigadora del estudio «Filling the void: a new Palaeolithic cave art site at Danbolinzulo» realizado por las universidades de Durham (Reino Unido), País Vasco y la Complutense de Madrid.
Zona de interacción y, quizá, disputa
El descubrimiento de estos 17 nuevos yacimientos de arte paleolítico en esta comunidad modificaba así el concepto del «vacío» vasco y abrían nuevos interrogantes de investigación además de cambiar nuestra comprensión del arte rupestre del Palelítico superior. Y eso incluye, por supuesto, a las imágenes encontradas en esta cueva de Danbolinzulo, fechadas estilísticamente en el período premagdaleniense, siendo además esta cueva el lugar más al noroeste que contiene este arte cantabro-ibérico, y que Ochoa junto a Marcos García-Diez e Irene Vigiola-Toña han estudiado a fondo.
Pero no es fácil, empezando por la datación. «Las representaciones están hechas con óxidos de hierro, ocres rojos, y son pigmentos inorgánicos que no se pueden datar mediante radiocarbono. Para su datación hemos utilizado los métodos tradicionales: comparar las pinturas con otras similares de las que conocemos su fecha. Este tipo de figuras rojas, generalmente cérvidos o cápridos, con cabeza pequeña o sin cabeza, vientres abultados, grandes cuerpos, etc., y acompañados de signos como puntuaciones, son muy frecuentes sobre todo en la Cornisa Cantábrica pero también en el resto de la Península Ibérica en un amplio periodo de tiempo anterior a hace 20.000 años. Por ello sabemos que se hicieron en un rango de entre hace 20.000 y 30.000 años ».
Cinco cabras, dos caballos, un antropomorfo, representaciones de vulvas... y siempre en rojo. Las representaciones de la cueva Danbolinzulo son homogéneas en cuanto a tema, técnica y estilo explican los investigadores, pero: ¿qué significan las representaciones? «Todavía desconocemos que significaban concretamente. Y es probable que nunca lleguemos a saberlo . Probablemente plasmar estas figuras, tanto en cuevas como en fragmentos de piedra o hueso, fuese una manera de comunicarse entre ellos o de expresar su identidad. También es probable que formasen parte de un sistema de creencias, pero por los datos que tenemos actualmente es muy difícil saber de qué tipo o en que consistía», explica Ochoa.
Ubicados entre el suroeste de Francia y la región del Cantábrico, estos enclaves arqueológicos dibujan al País Vasco como una zona de interacción entre estas dos regiones además de la principal vía de comunicación entre Iberia y el resto del continente . Las hipótesis sobre Danbolinzulo son varias: su ubicación podría haber constituido un territorio de transición de integración multicultural de diferentes tradiciones gráficas durante el Paleolítico Superior. Por el contrario, podríamos interpretar la aparente falta de integración (atestiguada por el estilo cántabro-ibérico en Danbolinzulo y el francés estilo continental en cuevas cercanas) «como representación de un territorio disputado por las dos comunidades , que utilizaron sus propios estilos para reforzar su identidad cultural y tal vez sus reclamos sobre el territorio», dice el estudio.
En síntesis, el arte rupestre de Danbolinzulo contribuye a rellenar el supuesto vacío del País Vasco, refuntádolo todavía más, y la región, en general, habría sido un lugar poblado posiblemente por personas tanto de la cultura francesa como la cántabra-ibérica en donde la ausencia de arte con estilo mixto «podría indicar una falta de comunicación entre estos territorios culturales o quizás el refuerzo de los marcadores de identidad en una zona fronteriza».