Oleg Gordievski, el espía que traicionó a la KGB y (milagrosamente) vivió para contarlo

Los servicios secretos nunca le perdonaron que se pasara al otro lado informando a los británicos de secretos muy valiosos. Llegó a ser condecorado por la Reina

Oleg Gordievski ABC
Pedro García Cuartango

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Es casi un milagro que Oleg Gordievski esté vivo para contarlo. Y ello porque fue condenado a muerte en la Unión Soviética por alta traición mientras el KGB no regateaba esfuerzos para localizarle y acabar con su vida. Afortunadamente no lo logró.

Oleg Gordievski, hijo y sobrino de altos funcionarios del espionaje soviético, era coronel del KGB cuando desertó en 1985 en Moscú tras una rocambolesca huida, oculto en el maletero de un coche. A pesar de que estaba sometido a una estricta vigilancia, el MI6 británico logró despistar a sus perseguidores al hacerles creer que en el vehículo viajaba una mujer de la embajada que quería cruzar la frontera con Finlandia para dar a luz.

Gordievski había estudiado en la escuela del KGB y había sido formado para ser miembro de la élite del cuerpo. Fue ascendido con inusual rapidez y enviado a Estocolmo y luego a Copenhague en 1966. Fue allí cuando el MI6, que le venía observando desde hacía varios años, contactó con él y le convenció para que sirviera de doble agente . Había perdido la fe en el sistema soviético, que juzgaba corrupto y basado en las mentiras.

Por instinto de supervivencia, el oficial del KGB siempre mantuvo las apariencias hasta el punto de que asistía a reuniones de alto nivel en Moscú tras haberse ganado la reputación de ser un hombre de absoluta lealtad. A finales de los años 70, fue recompensado con el ascenso a uno de los puestos más importantes de la organización: rezident o jefe de la delegación del KGB en Gran Bretaña .

Los responsables del MI6 no se podían creer este golpe de suerte y se volcaron en crear una cobertura para Gordievski, que se convirtió en la mejor fuente con la que contaban. El coronel soviético no dudó en correr los mayores riesgos para informar al Gobierno de Londres de las claves de la estrategia militar y política soviética, aportando datos y documentos que demostraban que Breznev y luego Andropov creían que Occidente preparaba un ataque nuclear contra la Unión Soviética.

A principios de 1985, Gordievski fue llamado a Moscú y empezó a sospechar que le seguían al darse cuenta de que una cerradura interior de su piso estaba echada a pesar de que él la había dejado abierta. Fue interrogado en la sede del KGB y privado de toda ocupación. Cuando salía a la calle, era vigilado por un par de agentes. Hoy se cree que fue delatado por Aldrich Ames, uno de los jefes del contraespionaje de la CIA, que pasaba información a los soviéticos a cambio de dinero.

El 19 de julio de 1985 desapareció cuando estaba corriendo por un parque. El MI6 le llevó a un piso seguro y le sacó en una operación en la que participó el embajador británico. Los soviéticos intentaron evitar su huida con un rastreo sin precedentes con la movilización de miles de hombres y cientos de vehículos.

Gordievski fue acogido como un héroe en Londres . Margaret Thatcher le recibió en Downing Street para agradecerle los servicios prestados y la Reina le condecoró. Incluso Reagan tuvo interés en felicitarle en la Casa Blanca.

El MI6 le fabricó una falsa identidad y le ocultó en un lugar desconocido en Inglaterra, ya que el KGB estaba obsesionado en asesinarle, sobre todo, después de la publicación de un libro sobre las interioridades de la agencia. No lo consiguió, aunque Gordievski sigue hoy mirando a la calle antes de cruzar la puerta.

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