La novedad madrileña de 'La Bohème'
«El final de 'La Bohème' es un destino previsible al que el maestro Nicola Luisotti llega tras moldear la obra en un abanico expresivo formidable
Es inútil negarle a ‘La Bohème’ el ser un ejemplo de honradez y comunicación. Anoche volvió a demostrarse en el Teatro Real. Apenas iniciada la representación, los aplausos y también las aclamaciones ya cocinaban el éxito, definitivamente confirmado en la ovación final . Se festejó con alegría el tener un reparto armado y potente, la soltura y calidad de la orquesta dirigida por Nicola Luisotti, la cómoda propuesta escénica de Richard Jones, tan esencial como bondadosa… la intensidad de la obra. La producción del Real, en colaboración con el Convent Garden de Londres y la Lyric Opera de Chicago, se estrenó en Madrid en 2017 y vino a sustituir a la muy exorbitante firmada por Giancarlo del Monaco, estrenada en 1998 y repuesta en dos ocasiones.
Aún así, la ópera de Puccini siempre ha sido un argumento de controversia. Es una verdad a medias que gran parte de la crítica se mostrara hostil tras el estreno en Turín, en 1896. Hubo disensiones, como las hubo en Madrid dos años después cuando se vio por primera vez en el teatro Príncipe Alfonso. Eduardo Muñoz en ‘El Imparcial’ explicaba que no hubo temporada desde el «día infausto» de su estreno madrileño en que «la triste heroína de Murger no haya llenado el teatro de devotos, los ojos de lágrimas y el ambiente de melodías fáciles, sugestivas, delicadas…» Lo sigue haciendo, es evidente, a poco que los medios se armonicen con solvencia.
En el caso de Richard Jones se trata de ajustar el foco, pasando sin rozadura de lo íntimo a lo magnífico: desde la buhardilla esquemática que muy cerca de los espectadores ayuda a respirar el aliento de los personajes, al encaje de grandes galerías de perspectiva forzada en el barrio latino. El movimiento de la escena a la vista del espectador señala el artificio, aunque, independientemente de su factura, apenas aspire a facilitar una lectura particular de la obra. El trabajo escénico es correcto y subordinado, poco original en su esencia. Por eso adquiere especial encanto la pequeña taberna, solitaria, humeante, bajo la nieve y la neblina. El sentido poético que aporta el vacío es un momento de contagiosa impresión, siempre muy afín al texto.
Cantan entonces Rodolfo y Marcello, el tenor Michael Fabiano y el barítono americano Lucas Meachem representantes de un primer reparto de saludable músculo . El primero alardea de vozarrón, de fraseo corto y de agudo potente. En su aria inicial, ‘Che gelida manina’, estuvo tosco, aunque poco a poco se acomodó a una expresión más cuidada. Por su parte, Meachem es todo corazón, a veces desproporcionado. Más irregular es la actuación de Kryzsztof Baczyk en el papel de Colline y suena siempre pulcro Joan Martin-Royo completando el cuarteto de bohemios, aunque su voz quede algo empequeñecida junto a los otros. Merece la pena tener en cuenta a Ruth Iniesta quien ofrece una Musetta capaz de lo histriónico en su vals, ‘Quando m’en vò’, y de acompañar la muerte de Mimì con un cariño muy particular. El momento es siempre especial, sobre todo si se canta de manera sencilla y tierna como lo hace Ermonela Jaho. Tras un comienzo divagante, redondeó con gusto, buena línea y reflexión el aria ‘Donde lieta uscì’, la voz humilde, algo hueca en el grave y apoyada expresivamente en el falsete. En el cuarto acto acabó por dar sentido a la candidez de la protagonista.
El final de ‘La Bohème’ es un destino previsible al que el maestro Nicola Luisotti llega tras moldear la obra en un abanico expresivo formidable. Nunca habrá un propósito de penetración anímica, pero a cambio ofrece una lectura musicalmente íntegra , en complicidad con una orquesta estupendamente conjuntada. Aunque el volumen sea a veces excesivo, hay una elegancia general tan evidente que es fácil contagiarse por un mensaje tan franco como libre de toda afectación. La receta está tan bien equilibrada, es tan leal a la obra, que es fácil seguir compartiendo la reflexión del viejo crítico al señalar que «‘La Bohème’ entró con gusto en el público madrileño».