El Museo Arqueológico Nacional le quita el óxido a la historia de al-Ándalus
El centro reivindica la excelencia técnica de la metalurgia andalusí en su nueva muestra
El Museo Arqueológico Nacional (MAN) ha decidido quitarle el óxido a la historia de al-Ándalus y dedicar, por primera vez, una muestra a la metalurgia andalusí. Un tema bien concreto, sí, pero que sirve de ventana privilegiada al pasado: hablar del metal es hablar de toda una sociedad y de sus costumbres, lo mismo que hoy podríamos dibujar nuestros comportamientos fijándonos solo en el plástico… Aquí hay monedas, cruces, anillos, lámparas, espadas, tinteros y astrolabios para acercarnos al poder, la religión, la industria, la ciencia, la economía, la guerra y la cotidianidad de esa parte crucial de nuestra historia. En total, hablamos de 264 piezas, algunas únicas o escasamente replicadas, algunos vídeos y unos pocos y escuetos carteles para retratar 800 años de esplendor. Casi nada.
«Las artes del metal en al-Ándalus» , abierta hasta el 26 de abril del año que viene y organizada en colaboración con el Ministerio de Cultura y Deporte, Acción Cultural Española y el Museo Arqueológico de Alicante, arranca en el remoto mundo del neolítico. En ese tiempo (quinto milenio antes de Cristo), la península ibérica vio nacer la metalurgia. Primero se utilizó el oro, quizás por eso de que nos encanta el brillo. Más tarde, con la llegada de los colonizadores fenicios, la ecuación ya comprendía, también, plata, estaño, plomo y hierro. Este último era el material útil, y el bronce se quedó para el imprescindible arte de la inutilidad: objetos decorativos y culturales.
Excelencia
Los romanos y los visigodos siguieron aprovechando la riqueza minera del territorio, y los árabes tomaron lo mejor de sus técnicas y las suyas propias (es decir, el saber occidental y el oriental) para darle un empujón de excelencia al arte de los metales. Así crearon pequeñas maravillas como las engalanadas espadas jinetas ( Boabdil le entregó una de ellas a los Reyes Católicos cuando tomaron Granada), o esculturas más ambiciosas como los surtidores de bronce en forma de cervatillo de una de las fuentes de Medina Azahara. «El propósito principal de esta muestra es enseñar la excelencia técnica de una de las civilizaciones más avanzadas y más importantes, y salvar una deuda con nuestro legado Andalusí», subrayó Sergio Vidal , conservador jefe del Departamento de Antigüedades Medievales del MAN y comisario de la muestra.
Dentro del recorrido destaca un aparte dedicado a los llamados «bronces zoomorfos» , que echan por tierra el supuesto rechazo a la representación de seres vivos en la cultura islámica y suponen el abrazo de esta con la tradición romano-bizantina y sasánida. Los animales adornan palacios y casas y objetos cotidianos, cada uno con su particular significado.
Pero lo que más resplandecía antaño era la orfebrería, famosa por su calidad y cantidad de joyas. Por desgracia, hasta nuestros días han llegado muy pocas muestras de estas filigranas, que en su mayoría fueron fundidas y reutilizadas. Las que sobrevivieron y podemos ver en las vitrinas de la exposición nos demuestran que, al cabo, no hemos cambiado tanto: nos siguen encandilando las cosas brillantes.