Muere Milton Glaser, creador del logo «I Love New York»
El diseñador, responsable de uno de los emblemas de la ciudad estadounidense, ha fallecido a los 91 años debido a un ictus
Los vendedores de camisetas, llaveros y fundas para el móvil con el logo falsificado de «I love NY» han desaparecido de las esquinas de Times Square, como tantas otras cosas que se ha llevado el coronavirus. Algún día volverán y tendrán que mirar al cielo para agradecer su venta de baratillo a Milton Glaser, que creó el logo más famoso de la historia y falleció este viernes.
Glaser murió a los 91 años y se hinchó a crear, en una carrera ancha y larga, entre el diseño y la ilustración, que ha dejado obras que forman parte de la identidad de Nueva York y más allá. La sombra del «I love NY» es alargada y se ha comido creaciones legendarias –el póster psicodélico de Bob Dylan de 1967, inspirado en un retrato siluetado de Marcel Duchamp, que vendió seis millones de copias– y otras que se cuelan en la vida cotidiana de los neoyorquinos sin que ellos lo sepan: cuando levantan un botellín de Brooklyn Lager –una cerveza popular neoyorquina con un logo de su creación–, hojean las páginas de la revista «New York» –que él fundó en 1968– o cuando salen del metro 6 en Astor Place y se topan con sus diseños en las paredes de baldosa. En 1999 fue el responsable, junto a Walter Bernard, del nuevo diseño de ABC.
Glaser fue un c reador voraz, valiente y con éxito desde la juventud. En 1975, el MoMA de Nueva York ya le dedicaba una retrospectiva. Su obra, que superó las estrecheces del modernismo, tiene prestigio y devoción en el mundo del diseño. Su logo de Nueva York no fue un «one hit wonder», una canción del verano cuyo creador deja de importar al verano siguiente. Pero todo lo que creó empequeñece con la repercusión del «I love NY», una «idea pequeña, simple, apenas una idea», como confesó en una ocasión, que esbozó en la parte de atrás de un sobre en un taxi amarillo.
Éxito instantáneo
Fue un diseño para la campaña de turismo en Nueva York de 1977. En aquel momento, no había tanto amor para la Gran Manzana , una ciudad en bancarrota, peligrosa, empobrecida. La simpleza y la fuerza del logo lo convirtieron en un éxito instantáneo y, con el tiempo, en el símbolo de una ciudad que –pese a todas sus durezas y problemas– siempre tiene algo que ofrecer.
«Me confesó que nunca sabes cuándo algo va a calar en la conciencia colectiva y cuándo la gente lo adopta como algo identitario», asegura a este periódico Ignacio Serrano, un diseñador español que ha sido la mano derecha de Glaser en los últimos años. Han colabora mano a mano, Serrano como ejecutor de los proyectos de Glaser en el medio digital. «Trabajó hasta el último día» , dice de Glaser. En la misma semana que sufrió un paro cardiaco, había hablado con su asistente sobre trabajo.
Glaser, neoyorquino desde el primer día –nació en el Bronx, hijo de inmigrantes húngaros– fue un enamorado completo de la ciudad. Contribuyó a su renovación identitaria con una obra gráfica –cientos de pósters, productos, interiores, fachadas, logos– fresca y renovadora. Nueva York, con el logo que le hizo célebre en todo el mundo, le correspondió el amor.