Muere Celeste Rodrigues, mucho más que la hermana de Amália

La hermana de la «reina del fado» encandiló a Madonna y fue una gran embajadora de este género musical llevándolo por los teatros de todo el mundo

La cantante de fado Celeste Rodrigues AKA TOLAN

Francisco Chacón

Era la fadista más antigua de Portugal. Una cantante que nunca dejó de modular su voz. Y era mucho más que la hermanísima de la gran Amália Rodrigues.

Ella, Celeste Rodrigues, alcanzó por sí misma la consideración de mítica. Nada extraño, si tenemos en cuenta que sus 95 años de carrera viajaron por el devenir del Portugal salazarista sin complejos y se adentraron en la etapa democrática que nació con la Revolución de los Claveles, el 25 de abril de 1974.

Nunca le pesó demasiado el halo de Amália porque tenía su propia personalidad. «Dejó una vida plena de lo que quiso y de lo que soñó», ha declarado su nieto Diogo Varela Silva en las redes sociales.

Y así fue. Le dolía Portugal en el alma y exorcizaba sus fantasmas a través del fado, ese género cuya matriz se extiende en esa melancólica Mouraria, en esa Rua do Capelao que vio crecer a Maria Severa Onofriana, la primera fadista de la historia.

No lejos de allí, subiendo por las cuestas de la Alfama, se llega a Mesa de Frades, el local donde Celeste cantaba todas las semanas y que alternaba con otra casa que a su hermana le encantaba: el Café Luso, en el Barrio Alto.

La ausencia de esta «aventurera», como se definía ella misma, deja tocados a sus compatriotas, en especial a los lisboetas. Y de manera todavía más especial a Madonna , de quien se había hecho muy amiga desde que reside en el Palacio Ramalhete, en la Rua das Janelas Verdes.

Los asesores de la «reina del pop» la llevaron una noche a Mesa de Frades para ver en directo a la fadista más legendaria de todo el país. Charlaron. Congeniaron. Interpretaron allí mismo el clásico «Can’t help falling in love» , de Elvis Presley.

A partir de ese instante, Madonna hacía todo lo posible por conjugar la vida con sus hijos adoptados y las veladas nocturnas en la Alfama , donde no faltaba una visita a su querida Celeste Rodrigues.

Tanto es así que, la pasada Navidad, la artífice de éxitos mundiales como «Like a virgin» o «Ray of light» se trasladó a Nueva York para disfrutar de las entrañables fiestas. Una vez allí, no se olvidó de ella y le hizo llegar un billete de avión para que pudiera unirse a ella en las celebraciones de Año Nuevo.

Una prueba más de la amistad y la ternura que prendieron entre ambas, último eslabón en la carrera de una fadista que despuntó con himnos como «Nostalgia» o «Sol de poca duración».

Aún tuvo energía dos años atrás para conmover al público que hoy la llora gracias al musical «Fado en sí», en el que la acompañaban Camané y Katia Guerreiro.

Celeste se marcha con el honor de haber conseguido que el fado eche raíces en el corazón de la propia Madonna, quien ha declarado que su nuevo álbum recogerá su influencia.

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