Muere a los 89 años el brillante pianista ruso Dmitri Bashkirov

Fue nombrado Artista de Honor de la antigua URSS en 1968 y Artista del Pueblo en 1990

Alberto González Lapuente

El gran pianista georgiano Dmitri Bashkirov falleció ayer a los 89 años. Nacido en Tbilisi el 1 de noviembre de 1931, fue nombrado Artista de Honor de la antigua URSS en 1968 y Artista del Pueblo en 1990. En su brillante carrera concertística tocó bajo la batuta de los grandes directores de orquesta del mundo.

Precisamente, la reciente publicación de la traducción castellana de «El piano soviético» de Luca Ciammarughi (Antonio Machado / Scherzo, 2020) ha permitido que nuestro entorno se familiarice con la apabullante concentración de personalidades pianísticas surgida en la Unión Soviética desde la Revolución de Octubre hasta la caída del Muro de Berlín. Cada una de ellas distinta, individualmente identificable, pero todas ellas sometidas a la presión de un régimen que convirtió a cada cual en vigilante de sí mismo y en prevenido observador del entorno. «El piano fue para ellos la posibilidad de crear una libertad interior que contrarrestara las privaciones existenciales impuestas por el régimen», ha señalado Ciammarughi quien incluye entre aquellos semidioses del instrumento a Dmitri Bashkirov.

La reseña a su biografía se prologa con una observación sobre su buena integración la vida concertística soviética. Había sido alumno de Anastasia Virsaladze en el conservatorio de su ciudad natal y de Alexandre Goldenweiser en el Chaikovski de Moscú. En 1955, obtiene el segundo premio «ex aequo» del Concurso de Piano Marguerite Long-Jacques Thibaud. Como hemos comentado, acabaría recibiendo los más altos honores de esta unión de repúblicas.

En paralelo a su carrera, Bashkirov se interesa por enseñanza comenzando una dilatada actividad pedagógica en el Conservatorio Chaikovski de Moscú que, años después, proseguirá en el Conservatorio Superior de Música de París, el Mozarteum de Salzburgo y la Academia Sibelius de Helsinki. Más cercano a nosotros está el trabajo en la cátedra de Piano Fundación Banco Santander de la Escuela de Música Reina Sofía en Madrid, desde su fundación en 1991 y del Encuentro de Música y Academia de Santander. Hará dos años que la Reina Sofía entregaba a Bashkirov la medalla de Profesor Emérito de la escuela.

La carrera concertística se asentó en la Unión Soviética con salidas a Europa y Norteamérica, actuando como solista y con orquesta: filarmónicas de Israel y San Petersburgo, Orquesta Sinfónica de Chicago, Orquesta de París y la Royal Philharmonic Orchestra. En todos los casos actuando junto a directores musicales como Vladimir Ashkenazy, Daniel Barenboim, Kurt Masur, Zubin Mehta y Wolfgang Sawallisch, entre otros. También son reseñables sus trabajos como músico de cámara, particularmente formando trío con el violinista Igor Bezrodny y el violonchelista Mikhail Khomitzer.

Pero alcanzar semejante límite no era fácil. Bashkirov tuvo varios incidentes con las autoridades soviéticas, que en un gesto muy habitual le impiden salir del país para tocar, entre otros lugares, en España. En 1985, Goskoncert, la agencia oficial que representaba a los músicos de la URSS, comunicó la cancelación de la gira y de la clases magistrales organizadas por Ibermúsica. Hacía cinco años que no actuaba fuera de su país, el mismo tiempo desde que Elena Bashkirova, su hija, otra importante pianista y esposa de Daniel Barenboim, decidió asilarse en Alemania Occidental aprovechando uno de sus conciertos fuera de la URSS. La salida definitiva de Bashkirov y su residencia en España coincide con la de otros artistas soviéticos como Los virtuosos de Moscú instalados en Oviedo, en años de diáspora de músicos soviéticos.

Ciammarughi dice que Bashkirov era un intérprete de gran carisma que parecía reinvidicar cierto subjetivismo. Las primeras grabaciones de los cincuenta y sesenta demuestran también una personalidad a veces excéntrica y quizá excesiva. En varias entrevistas recientes señalaba cómo a los alumnos actuales les cuesta transmitir emoción: cualquiera puede apreciar que la técnica actual es apabullante, impecable, pero falta capacidad para transmitir las ideas y poner pasión a las interpretaciones. La imagen que antes se tenía de los maestros era distinta pues se les veía como grandes figuras y músicos ilustres. Bashkirov fue uno de ellos.

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