El mito español del desencuentro político
Cuatro historiadores publican libros sobre el origen de la nación española (y de los nacionalismos) que iluminan con grandes ideas nuestro desafío presente
El pasado es «un campo de batalla sobre el que se dirimen las batallas del presente. Eso es algo inevitable». Quien lo dice es Jesús Torrecilla (Villar del Pedroso, Cáceres, 1954), historiador de la Literatura español que enseña en EE.UU. y acaba de publicar «España al revés» (Marcial Pons) , un libro brillante en el que se documenta cómo se crearon los mitos progresistas , cómo los liberales del XIX hallaron en la historia de España un imaginario nuevo, asumible, que les quitase el sambenito de afrancesados y traidores tras la Guerra de la Independencia, pero incompatible con la nación forjada en la reconquista y la contrarreforma.
En la España de hoy , la de la imposibilidad de pactos, la de la memoria histórica y la llamada «segunda transición», los libros de historia aportan claves sabrosas para entender nuestros problemas presentes. «No somos inconformistas con el pasado. Es que no lo conocemos» , añade Torrecilla a ABC.
Identidades y ficción
En su libro, documentadísimo, vemos cómo los liberales se entregan a la creación de una mitología con obras de teatro y poemas que cantan la lucha de Padilla , Bravo y Maldonado contra el «Rey extranjero», o la utopía andalusí que la reconquista arrasó, con el fin de legitimar en el pasado sus propias posiciones .
«Fernando VII fue sin duda el símbolo que dio cohesión a la revuelta contra Napoleón, aunque luego hizo que se quebrara la seña de identidad con su absolutismo», dice Jesusa VegaPrecisamente, en su libro se cuenta que cuando Isabel II fue coronada se puso de moda lo medieval, la propia Isabel la Católica aparece guiándo a la reina niña en grabados que circularon y se colocaron en las calles con arquitectura efímera. y se reivindicó el papel de la mujer en la historia. Ese proceso concluyó con la gran pintura histórica de Gisbert, Casado del Alisal o Pradilla, en el último tercio del XIX. El símbolo fundamental es para ella Fernando VII, que cohesionó la revuelta contra el francés y luego hizo que se quebrara la seña de identidad con la «involución y la desmemoria que impuso por decreto».
Por ello concluye que «el estudio de esa época tiene enorme relevancia porque en el diálogo con el pasado se pueden establecer espacios de entendimiento, tolerancia y solidaridad en el presente. Se hace evidente que no hay una única historia o una “verdad” y podemos entender mejor la cultura heredada y quienes somos».
Sin «fracasologías»
Tomas Pérez Vejo,(Caloca, Cantabria) profesor en México, publicó «España imaginada» (Galaxia Gutenberg) en el que defiende el «éxito evidente en el XIX en la constitución del Estado Nación español». Acepta que tras el franquismo sectores de la izquierda identificaron la nación española con el régimen. «Para ellos ha sido vergonzoso apoyar el nacionalismo español porque era franquista pero no han tenido problemas con otros nacionalismos periféricos».
«La izquierda no apoyó el nacionalismo español por vergüenza, pero no ha tenido probleas con otros nacionalismos periféricos», dice Tomás Pérez VejoLa Transición agravó el problema, según Pérez Vejo, porque abandonó cualquier intento de construcción nacional a favor de proyectos disgregadores. «Si después de 40 años de proyecto en Cataluña con escuelas, museos y medios de comunicación, sigue habiendo tantos catalanes que quieren mantenerse en España, será porque el relato no es tan débil».