QUÉ ES LA LIBERTAD

Millán Salcedo: «La empanadilla será mi epitafio»

Nació en Ciudad Real en 1955. Creó Martes y Trece junto a Josema Yuste y Fernando Conde

Millán Salcedo EP
Salvador Sostres

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Es que usted ayer me aplazó la entrevista para instalar unos cubos.

—Tú entendiste cubos.

¿Y no eran cubos?

—Eran unos cubrerradiadores.

¿Y esto qué es?

—Como su nombre indica cubren los radiadores. Los tenía muy feos pero los nuevos tampoco me gustan, así que tendré que acostumbrarme.

Y pone cosas encima, claro.

—En uno tengo un pez que compré en ARCO hecho de tenedores y cucharas.

Ya empezamos.

—Y en otro un absurdo ángel sobre un delfín que compré en el Rastro.

El Rastro es ARCO sin pedantería.

—En ARCO me doy cuenta de dónde no está el límite y cuando paseo por el Rastro los pasos nunca son iguales.

¿Cómo se encuentra?

—Bastante bien. Tuve un ataque de epilepsia el año pasado. Ha habido mucho morbo sobre el tema.

En Tele 5.

—Cómo no. Dijeron que tuve un doble ictus mientras iba conduciendo.

¿Y no lo tuvo?

—Es que ni conduzco.

Pero sí tenemos lo de Ponce.

—Lo que ha hecho es aconsejable.

No es razonable.

—No creo en las relaciones, se pierde todo con la convivencia.

¿Pero usted lo dejaría todo para irse con una de 20 años?

—Oye, ¿qué me estás preguntando, una de 20 años o una de 20 centímetros?

Don Millán, que nos perdemos.

—Es que a mí una vez en ABC me llamaron «irreverente».

Es que a veces se hace usted un lío.

—Tú calla que nos conocimos de noche.

En Tony 2, aún sin mascarilla.

—Hay qué ver lo mal que la gente combina la mascarilla con lo que lleva puesto.

Usted lo reconoce.

—Tengo falta de afecto, sí. Mi madre enviudó muy joven y tuvo que meterme en un internado. Pero no os preocupéis que lo encontraré.

¿Dónde busca?

—En la predisposición, pero al final me digo que soy un gilipollas.

¿Por qué?

—Porque me dejo arrastrar. Si viendo venir al lobo ya sabes cómo aúlla, no te metas en sus fauces.

Pero usted es alegre.

—No podemos ir todo el día contando penas. Cuando te viene el mal no te preocupes. Más bien averigua por dónde se sale.

Usted es alegre y duro.

—En el internado, con 8 años, me sentí abandonado y me hice fuerte. Luego para mí la mili fue un campamento de verano.

Momentos de bajón.

—Hombre, alguna lagrimita también echo. Hay que soltar líquidos.

Instagram.

—Tengo más de 30.000 seguidores. Es más que un aforo.

¿Se liga?

—Sí, sí. Doy fe.

Claro, es usted Millán Salcedo.

—No, ahora mismo soy un oso más que apetecible.

«En amor», Jaime Gil de Biedma lo dice, «no tengo aún que dar amor pero tengo ya que dar inteligencia».

—En estas redes sociales del asunto del ligue no muestro nunca mi cara. Muestro otras partes de mi cuerpo. Los gordos con vello también gustamos.

Pero si quedan le conocen.

—Y algunas veces salen corriendo. No todos están preparados para acostarse con el de la empanadilla de Móstoles.

¿Le persigue la empanadilla?

—Estoy muy orgulloso de todo lo que he hecho. Pero ya sé cuál será mi epitafio, haga lo que haga. El día que me muera me sacarán la empanadilla.

Martes y Trece.

—A mí se me ocurrió la idea, aunque ellos nunca lo reconozcan.

Nos abandonaron.

—Corté yo. Habríamos ido a peor. Nuestra relación ya no era muy buena, aunque tenemos muy buena relación, y si le veo le doy un abrazo.

Nosotros estábamos encantados.

—Nos habríais acabado aborreciendo y ahora ya nadie se acordaría de nosotros. Dejarlo fue una buena decisión.

Mi marido me pega.

—Hay mucho machismo.

Lo que hay es mucho feminismo.

—Uy, ahora no me gustas nada, Salvador. No quiero hablar contigo de esto.

No somos asesinos en potencia y no nos pueden detener por cualquier denuncia sin prueba.

—Repasemos la Historia. La mujer ha sido muy sometida.

Y los negros, y los gitanos, y los judíos, y los cristianos, y no hemos intentado meter a la otra mitad de la población en la cárcel.

—Hay que respetar a las mujeres. Han sufrido muchísimo.

Los hombres no hemos sufrido nada, en cambio.

—Y es un machismo que todavía hoy dura. ¿Por qué todos los anuncios de bombones y de helados, tan fálicos, los hacen todavía mujeres?

Pues no sé. A mí no me gusta el dulce. Lo que sí puedo decirle es que los anuncios de jamón los hacemos los hombres y no nos quejamos. ¿No será usted animalista, también?

—No me gustan los toros, pero no los critico. Es que ahora dicen que hasta las sardinas sufren.

¡Quieren prohibir el espeto!

—¿Es que las sardinas antes no sufrían, cuando venían en lata?

Todo el mundo se da por aludido.

—Tendríamos que darnos por eludidos, que para esto está el humor.

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