Museo ABC
Metro Madrid, el invento que convirtió la ciudad en metrópoli
Una exposición repasa los cien años de historia de este medio de transporte, que revolucionó la vida de los ciudadanos y el paisaje urbano
Tal día como hoy, pero hace cien años, el Rey Alfonso XIII inauguraba la primera línea de Metro Madrid, que unía la estación de Sol con la de Cuatro Caminos y suponía el inicio de una revolución destinada a cambiar la cotidianidad nuestras vidas. Aquello fue, qué duda cabe, un hito urbanístico e ingenieril, además de un acontecimiento social y político que se recogió con pompa en la prensa nacional… Todos se retrataron en las profundidades, por supuesto, y el fotógrafo de turno se vio obligado a usar un flash que cegó, como de costumbre, al Rey. Menos mal, para él, que el ser humano nunca tarda en inventar trampas y que, tirando de trucajes analógicos –el Photoshop es nuevo, pero la mentira no–, se pudo publicar en ABC una fotografía con una mirada (dibujada) que daba el pego sobre el papel. Esa es, precisamente, una de las imágenes más añejas que se recogen en la nueva exposición del Museo ABC, «La huella de Metro. Una mirada a los orígenes», dedicada, claro, a la historia de este medio de transporte.
La muestra –que se ha hecho en colaboración con Metro Madrid– ofrece un recorrido por una realidad subterránea (y pasada) que fue cambiando la capital poco a poco y que, como sentencia uno los paneles, terminó convirtiendo «la ciudad en metrópoli». ¿Qué significa esto? Básicamente, que le permitió modernizarse y, sobre todo, crecer en todas las direcciones, ya que acortó las distancias. Pensemos, como recordó durante la presentación Soledad Luca de Tena, presidenta de la Fundación Colección ABC, que cien años después de su fundación Metro Madrid mueve a más de 600 millones de viajeros cada año. «Es un motivo de orgullo para todos: para la comunidad, para la empresa y para los usuarios», añadió.
Lo que vemos en la sala –a través de una selección de fotografías, dibujos, vídeos y maquetas– es, de alguna manera, la transformación de un invento insólito en algo esencial para la vida de los ciudadanos: la historia de unos pioneros que decidieron que la gente se movería diariamente en trenes subterráneos, y que así lo consiguieron. Lo dijo Ángel Garrido, consejero de Transportes, Movilidad e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid: «Yo creo que el primer viaje debió de ser un shock tan importante como para nosotros sería viajar a otra galaxia».
En ese camino histórico vemos grandes cambios, como el traslado de la plaza de toros de Madrid de Goya a Las Ventas, con la consecuente creación de una nueva parada de Metro con dos salidas para facilitarle la vida los 26.000 espectadores que allí cabían. También oficios que se crearon gracias a Metro y que ya no existen, como las taquilleras. O edificaciones icónicas que han desaparecido del paisaje madrileño, como los templetes Sol y Callao, ambos firmados por Antonio Palacios, «el arquitecto de Metro», un hombre no suficientemente recordado que, además, es el principal responsable de la estética de las primeras estaciones de las líneas 1 y 2. También él tiene un pequeño homenaje aquí.
Los templetes
Los templetes de Palacios, por cierto, eran de vital importancia para la empresa, pues eran su imagen más visible, su carta de presentación, su gancho para convencer a los ciudadanos de que se metieran en el subsuelo a viajar con ellos. Porque de tan normalizado que lo tenemos, olvidamos lo raro que es recorrer una ciudad a través de sus entrañas, y la confianza que tenía que tener alguien de principios del siglo XX para aventurarse a hacer tal cosa. «Es un viaje absolutamente diferente, que está descontextualizado de nuestras referencias habituales en superficie. Porque estás en la ciudad, pero desligado de ella; viajamos a ciegas confiando en terceros que, en realidad, no conocemos», apuntó Garrido.
Pero todo ha cambiado desde entonces. El tramo del Metro tenía 3,5 kilómetros de longitud. Hoy, hay 12 líneas y un ramal que suman 294 kilómetros de vías, utilizadas al día por más de 2,3 millones de personas. El vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, así se encargó de subrayarlo y, aprovechando una exposición sobre el pasado, miró al futuro y anunció durante el acto la incorporación en 2020 de 300 nuevos conductores de Metro, una cifra que supone un «récord histórico», ya que «nunca» ha habido tantos maquinistas juntos. Todo eso, presumió, para mejorar los tiempos de espera en el andén, tema de conversación y queja, también, desde tiempos inmemoriales.
Por su parte, Garrido avanzó (otra vez)las principales novedades que la empresa de transporte quiere implantar en un plazo no muy lejano: lo que nos espera son billetes de Metro en el móvil, acceso con reconocimiento facial y mejora de la eficiencia a través del Big Data, entre otras cosas menos radiantes, pero igual de importantes, como la prolongación de las líneas 3, 5 y 11... Quién sabe, quizás dentro de unos años nuestras tarjetas de transporte y las máquinas de recarga no serán más que objetos de museo...