Música

Luis Cernuda, el poeta olvidado de los flamencos

Su relación con este arte, a golpe de vista, tiene que ver con lo puramente anecdótico: apenas lo han adaptado, al contrario que a Lorca o Miguel Hernández, tal vez más sencillos de abordar por su métrica

Fotografía del poeta sevillano Luis Cernuda ABC

Luis Ybarra

El poeta de 'Perfil del aire' anduvo siempre en el sigilo por los lares jondos. Su relación con el flamenco, a golpe de vista, o de oído, tiene que ver con lo puramente anecdótico. Prueba de ello es que los grandes cantaores del pasado siglo y del presente no adaptaron nunca sus textos. Lorca, Miguel Hernández y Antonio Machado son algunos de los más recurrentes para los artistas desde que Morente inaugurara esta tradición en los 70.

El caso de Carmen Linares , por ejemplo, resulta paradigmático. Ha cantado a Borges y a Valente. A Juan Ramón Jiménez, Alberti y una extensa nómina de poetas patrios y extranjeros, en el exilio y dentro de nuestras fronteras, del 27 y del Renacimiento, como San Juan de la Cruz, pero no a Luis Cernuda, el autor sevillano de cuyo nacimiento se han cumplido 120 años. Ese que coexistió con un aluvión de plumas que sintieron de otra forma la cultura tras el antiflamenquismo extendido por la Generación del 98.

En este sentido, tiene más presencia el portugués José Saramago, al que se han acercado con profundidad Esperanza Fernández y María Pagés a través del ballet, que el propio Cernuda, que esculpió algunos versos memorables que no han podido transmitirse por vía oral . Es decir, con la música como vehículo: «En España escribir no es llorar, es morir», «Vine por esos besos solamente;/guardad los labios por si vuelvo» y «Existo, bien lo sé» son tres de ellos.

Adaptaciones de su obra

Antonio Aparicio le dedicó, estrenando la democracia, un poema compuesto por diez soleares: «Pena del poeta herido/que mira sin esperanza/su paraíso perdido». Fue en 1978. Antes, Caballero Bonald le había enviado a México, donde murió en 1963, un ejemplar de un libro sobre cantes flamencos y tradiciones andaluzas. Pero la estela de artistas que se han acercado a sus textos, y mira que El Lebrijano se aventuró incluso con la prosa de García Márquez, con la complejidad que eso conlleva, resulta breve.

El primero quizá fue el joven Joselito Vélez de 1987, que entonces tenía 17 años y la voz verde como un campo galés. Junto al guitarrista Manolo Franco , tituló un álbum con un fragmento de 'La luz dudosa despierta'. «Caballo, hombre, cartón…», exclamó por bulerías. El granadino Alfredo Arrebola incluyó a Cernuda en una toná del disco 'Luna del 27 (el cante jondo)', en la que se acerca a sus 'Primeras poesías' con 'Tierra indolente'. Y Enrique Morente , en su 'Sueña la Alhambra' de 2008 musicaliza 'Donde habite el olvido'. Una bambera para el espectáculo 'Voces del exilio', de Vicente Soto Sordera , recuperó parte de la memoria de ese hombre que desde lejos imaginó 'Ocnos'. «En ocasiones, raramente, solía encenderse el salón al atardecer…».

Jose Luis Pérez-Vera ha versionado el frágil 'Te quiero' recientemente, mientras que Luis de la Pica , desde Jerez, dejó caer por tangos unas líneas que sumaron carácter albarizo a ese espacio de escapismo en el que siempre se movió: «Siento huir bajo el otoño/pálidas aguas sin fuerza/mientras se olvidan los árboles/de las hojas que desertan». Miguel Poveda , por último, ha interpretado alguna vez en directo 'He venido para ver' hecho granaína. Fue en un homenaje en la casa de Vicente Aleixandre, leyendo las palabras en la pantalla del móvil en modo avión para así dejar fuera de juego a la impertinencia. Como ve, algo esporádico, como todas estas incursiones a la obra de uno de los poetas más reflexivos y ricos de aquella generación que al resto, en este país, hace sombra.

Tanto por su temática, el amor, la soledad, la guerra, la naturaleza…, como por su métrica y los movimientos en los que se inspira, de los surrealistas al simbolismo francés y el romanticismo becqueriano, se antoja tan adaptable como cualquiera de aquella fuente de la que bebió Camarón, Calixto Sánchez, Rocío Márquez, Marina Heredia y tantísimos otros. Dicen que Lorca, después de todo, ha vencido. Pero Cernuda permanece en un raro exilio, habitando donde él mismo percibió a partir de una rima becqueriana: el olvido.

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