Los libros que inspiraron a Bram Stoker para crear a «Drácula»

Los investigadores de la Biblioteca de Londres han encontrado 26 libros con notas, que utilizó el autor para investigar

El actor austro-húngaro Bela Lugosi haciendo de Drácula en una película de 1931

ABC

Es conocido que Mary Shelley creó a Frankestein una noche de verano de mal tiempo. La escritora y sus amigos, entre ellos Lord Byron, estaban encerrados una casa de una isla de Indonesia y aburridos decidieron hacer un concurso de relatos. Shelley ganó por lo esperpético de su monstruosa criatura, y ese fue el surgimiento de uno de los cuentos más tenebrosos.

El origen de la novela «Drácula» de Bram Stoker de 1897 es parecido. la historia dice que el germen del relato surgió de sus conversaciones con el profesor húngaro Arminius Vámbéry, donde analizaban la figura del rumano Vlad Draculea, el príncipe de Valaquia, conocido por empalar a sus enemigos.

Y ahora, después de 121 años, la Biblioteca de Londres ha querido explicar a su público de dónde se inspiró finalmente Stoker para culminar su obra. Los historiados han encontrado un total de 26 libros marcados con notas que estudió Stoker para trabajar en su novela sobre el vampiro más famoso de Transilvania.

«Bram Stoker fue miembro del centro durante siete años y numerosos libros que aún están en nuestras estanterías son los que usó para su obra maestra», considera Philip Spedding , el investigador que descubrió los tomos marcados.

Escenarios lejos de Rumanía

Cruces, puntos, instrucciones y subrayados. Así son las marcas de Stoker en los párrafos y en las páginas más relevantes que le ayudaron a crear «Drácula», un trabajo al que dedicó siete años – de 1890 a 1897– de su vida.

El estudio y la dedicación es algo que se persibe en cada hoja. Con la historia a un lado, sorprende la amplia gama de escenarios lejos de Rumanía como Londres, los Cárpatos, la costa búlgara o la ciudad de Whitby, en Inglaterra. Transylvania de Charles Boner. Los libros en los que se inspiró son «Round About the Carpathians», de Andrew Crosse Crosse, el «Libro de los hombres lobos», de Sabine Baring-Gould o «Epidémica pseudodóxica», de Thomas Browne.

«Es casi seguro que los libros que hemos encontrado han sido marcados por el mismo Bram Stoker, que se basó en la colección de la Biblioteca de Londres para investigar», asevera Spedding.

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