Leonard Cohen, bailando hasta el final del amor en verso y prosa
Un concierto homenaje y una exposición en Montreal y la reedición en castellano de sus novelas recuerdan al canadiense un año después de su muerte
Su último trabajo, ese «You Want It Darker» de atmósfera arenosa y coros funerarios, no dejaba lugar a dudas: Leonard Cohen estaba listo para partir. A sus 82 años había hecho las paces consigo mismo, se había sobrepuesto a un pufo económico de dimensiones colosales e incluso se acordó de Marianne Ihlen, la musa que danzaba entre los versos de «So Long, Marianne» y que falleció en julio de 2016, para decirle que en breve seguiría sus pasos. «Estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía», dejó escrito poco antes de que su testamento sonoro se convirtiera en la más poderosa de las profecías. «Estoy listo, mi Señor», cantaba en septiembre, adelantando un portazo definitivo que llegaría el 7 de noviembre de 2016, cuando la muerte le sorprendió durmiendo en su casa de Los Ángeles. Estaba preparado y se fue. Así de simple.
Otra cosa muy diferente es que sus seguidores estuvieran dispuestos a dejarle marchar con tanta facilidad. De hecho, ni lo estaban entonces, cuando convirtieron su casa en el barrio portugués de Montreal en punto de peregrinación y reverencia, ni lo están ahora que el primer aniversario de su muerte ha destapado todo tipo de iniciativas y homenajes para recordar al autor de «I’m Your Man» y alimentar un poco más una leyenda repleta de canciones inmortales, desgarros amorosos y versos sardónicos. Acaso el más sonado, por su relevancia y significado, es el concierto que reunió anoche en el Bell Centre de Montreal a Elvis Costello, Sting, Lana Del Rey, Feist, Philip Glass, k.d. lang, Wesley Schultz, Damien Rice y Patrick Watson. Un auténtico quién es quién del pop contemporáneo reunido sobre un escenario para recordar, en palabras del productor del evento, Hal Willner, a «un icono musical y literario del arte de la palabra, uno de los grandes poetas y compositores de canciones de todos los tiempos».
No es, ni mucho menos, la primera ocasión en que músicos de diferentes generaciones y latitudes artísticas más bien alejadas reconocen en público la influencia del autor de «Bird On The Wire». Antes ya estuvieron, por poner sólo dos ejemplos, el documental «I’m Your Man», con Nick Cave, U2, Rufus Wainwright o Jarvis Cocker, entre otros, hincando la rodilla ante el bardo canadiense; o el volcánico «I’m Your Fan», con los Pixies, Echo &The Bunnymen, R. E.M. y John Cale manoseando sus canciones. El concierto de anoche, sin embargo, tenía el valor añadido de celebrarse en su tierra natal bajo la batuta de su hijo, el también músico Adam Cohen. «Mi padre me dejó una lista con instrucciones antes de morir: “Ponme en una caja de pino al lado de mi madre y de mi padre. Haz una ceremonia pequeña solo para los amigos y la familia en Los Ángeles... Y si quieres hacer un evento público, hazlo en Montreal”», relató el hijo de Cohen tras anunciar el homenaje. «Con este concierto siento que cumplo mis obligaciones con mi padre y hago sonar, en Montreal, las campanas que aún pueden sonar», añadió.
Cohen novelista
En España, el primer aniversario de la muerte del canadiense ha propiciado también la reivindicación de ese otro Leonard Cohen que no escribía canciones ni poemas, sino novelas. Un retrato de ese artista que llegó a la música a través de las palabras y al que la editorial Lumen ha querido rendir homenaje reeditando « El juego favorito» y «Hermosos perdedores», novelas publicadas en 1963 y 1966, respectivamente. Dos títulos que ya se recuperaron en 2011, coincidiendo con la entrega del Premio Príncipe de Asturias de las Artes, y que reaparecen ahora en las librerías para dar buena cuenta de la habilidad de Cohen a la hora de abordar el relato de iniciación con vistas a Salinger («El juego favorito) o transformar la narrativa en un terreno abonado al erotismo, la experimentación formal y la mística de lo carnal («Hermosos perdedores»).
«Me resulta curioso contrastar al Cohen novelista con el Cohen poeta, cantado o no. Tengo la impresión de que uno decía lo mismo que el otro, pero temió ser aburrido. O poco melódico. Es sólo mi impresión. O tal vez las chicas sólo se arriman a la hoguera cuando, además del fuego, crepita o arde la guitarra (y el cantante). Yo que sé», escribe Ray Loriga, autor de los prólogos de estas nuevas ediciones, en las que no faltan los versos proféticos que han cobrado un nuevo sentido en este último año. Así, en el arranque de «El juego favorito» leemos: «Como tantas noches resisten / sin luna ni estrella alguna / resistiremos nosotros cuando uno de los dos se haya ido lejos», palabras que bien podrían valer un epitafio.
De vuelta a Montreal, el año Cohen no se acaba con el concierto de anoche, ya que el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad prepara «Leonard Cohen:A Crack In Everything», una exposición que, a partir de pasado mañana, 9 de noviembre, ahondará en su trabajo e influencia a partir de escritos, grabaciones y autorretratos. La muestra, que empezó a proyectarse el año pasado con el visto bueno de Cohen, quiere ser también motor creativo, por lo que además de los trabajos de Cohen la banda The National estrenará una nueva versión del canadiense grabada junto a Sufjan Stevens. «Desde el principio, el proyecto fue pensado como una exploración artística contemporánea del trabajo de una vida, y en ese sentido, estaba emocionado de poder inspirar a otros artistas a través de su arte», explica el comisario de la muestra, John Zeppetelli