Juan Luis Arsuaga: «Hay que recuperar las estrellas y la naturaleza»
El paleontólogo, codirector del yacimiento de Atapuerca, aboga por un mayor respeto al planeta

Entre las palabras del paleontólogo Juan Luis Arsuaga se deja ver con claridad su fascinación por los parajes verdes y la bruma del País Vasco. Una tierra ancestral que fue determinante para que acabase convirtiéndose en uno de los especialistas más importantes del país y en codirector científico del yacimiento prehistórico de Atapuerca . Un lugar privilegiado de la Sierra de Burgos que ha encerrado durante miles de siglos los restos humanos más antiguos de la Península Ibérica, con una datación superior a los 800.000 años.
Arsuaga, que se ha desplazado a Santander para participar en los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), habla con ABC sobre su gusto por trabajar en la naturaleza y la importancia de conocer el pasado. Pues todos venimos de él.
¿Cuándo nace su interés por el pasado?
No fue una caída del caballo como la de San Pablo. No hubo un gran momento de iluminación. Pero supongo que todo viene del País Vasco, donde se vive entre bruma, árboles, dólmenes y campos verdes. Es un lugar donde está muy presente lo ascentral. Fue en ese mundo semimágico en el que comencé a preguntarme por el origen del ser humano.
¿Cree que si hubiese crecido en otro sitio hubiera surgido ese interés?
Puede que no de la misma forma. Si hubiese crecido, por ejemplo, en un territorio más luminoso como Castilla, el pasado me podría haber interesado de una forma intelectual. Pero, probablemente, no de la misma forma.
Al final acabó en Castilla en uno de los yacimientos más importantes de la Prehistoria, como es Atapuerca. ¿Qué sintió cuando llegó allí hace más de treinta años?
Realmente nada especial. Tan solo pensé que había llegado a un nuevo sitio a investigar. En esa época no se sabía todavía lo que el yacimiento iba a dar de sí. De todos modos, hace poco estuve excavando en la Cueva del Conde en Asturias, y allí me he sentido mucho más feliz.
¿Por qué?
Por lo verde, lo druídico, la niebla, la lluvia, la comida (se ríe). Se trata de un lugar mucho más íntimo. Atapuerca es un lugar muy satisfactorio desde el punto de vista científico, pero demasiado grande y complejo.
¿Puede llegar a resultar demasiado absorbente?
Sí, exige una dedicación exclusiva. Aunque, obviamente, es un privilegio trabajar allí y estoy encantado. Pero, a veces, una cosa más íntima y pequeña puede causar una gran satisfacción y ayudar a escapar un poco. He estado en muchos sitios excavando y todas tienen su encanto, pero una cueva pequeña con un paisaje verde es algo que siempre me ha encantado.
Se nota que le atrae la estética del norte.
Es que todo es estética. A pesar del paso del tiempo, el paisaje del norte me sigue fascinando.
¿Qué se siente cuando se rescata de la tierra un pedazo de historia?
Nosotros hemos tenido la suerte de encontrar cosas únicas y maravillosas. Se trata de algo muy especial porque es un proceso, no encuentras algo de un día para otro. Es algo que le da sentido a la vida. Un éxito compartido.
De todos los yacimientos en los que ha excavado, ¿cuál es el que recuerda con más cariño?
Atapuerca, por todo lo que hemos encontrado allí. Aunque he disfrutado de todos los proyectos en los que he participado. Ahora en agosto me voy a excavar en un yacimiento en Pinilla del Valle en Madrid. Está en el Valle de Lozoya, con un paisaje precioso rodeado de montañas.
Supongo que, al final, lo que le hace feliz es el hecho de excavar.
Lo que me hace feliz sobre todo es el campo. Lo bueno que tiene la Prehistoria es que los trabajos suelen realizarse en la naturaleza. No excavamos en un solar en medio de la ciudad de Roma, por ejemplo. Trabajamos en lugares en los que todavía se mantiene la atmósfera y el ecosistema de tiempos pasados. Eso es algo que ayuda a conectar con el mundo que estás estudiando.
¿En qué ha cambiado el ser humano desde la Prehistoria?
Desde el homo sapiens, la especie y su mentalidad es la misma. Ellos vivían formando tribus, nosotros también, solo que ahora las llamamos equipos de fútbol o partidos políticos (se ríe). Nos seguimos identificando con grupos, algo de lo que soy muy partidario siempre y cuando estos no sean excluyentes y se respete la diferencia.
¿Hay algo positivo que haya perdido el hombre a raíz de la evolución?
Hemos perdido las estrellas y la naturaleza. Nuestro reto debe ser recuperarla para que todos los seres humanos vivan en un planeta mejor. A mí me encantaría volver a ver las estrellas por la noche, algo que se podría lograr si lo deseásemos.
La fundación Palarq (dedicada a apoyar misiones arqueológicas en el extranjero) trata de desarrollar un premio nacional de paleontología y de arqueología. ¿Cómo lo valora?
La verdad es que lo desconocía, pero me parece una fantástica iniciativa. Hay muchísima gente en España que se lo merece. Podría hacer una larga lista. Aquí hay una cantidad de gente enorme que realiza un trabajo estupendo y merece que este sea reconocido. Tenemos paleontólogos y arqueólogos increíbles. En eso no nos moja la oreja nadie, lo inventamos nosotros, no lo hizo ningún guiri.
¿Qué es el pasado para Juan Luis Arsuaga?
Algo de una enorme utilidad. Mucha gente piensa que la Historia es importante por su componente intelectual y porque creen que es algo bonito. Pero es algo mucho más que eso.
Entonces...
La sociedad tiene que entender que hay una continuidad entre pasado, presente y futuro. Si nos preocupa el clima en la actualidad, es porque este ha sufrido cambios respecto al pasado. Conocer el clima de hace 100.000 años no es simplemente una curiosidad, es clave para conocer el presente y el futuro.
Eso es algo que muchas veces se olvida.
La gente muchas veces dice: «Qué bonitos son los romanos, qué cosas hicieron», y no es eso. Tú eres romano, eres medieval y muchas otras cosas. Esa es la realidad. Eres Historia.