Juan Gómez-Jurado - Diario de una pandemia

... y día 63: una nota de esperanza

«Somos únicos, una excepción maravillosa y efímera en mitad de la negrura»

El punto azul, la Tierra, vista desde los confines del Sistema Solar por la sonda Voyager NASA

Tenemos una inmensa suerte, aunque no lo crea. Para que esté usted leyendo estas palabras, tuvieron que agruparse de algún modo, de una forma compleja y extrañamente servicial, trillones de átomos errantes. Es una disposición tan especializada y tan particular que nunca se ha intentado antes y que sólo existirá esta vez.

Durante los próximos muchos años –tenemos esa esperanza–, estas pequeñas partículas participarán sin queja en todos los miles de millones de habilidosas tareas cooperativas necesarias para mantenerte intacto y permitir que experimentes ese estado tan agradable, pero tan a menudo infravalorado, que se llama existencia. Hablando en términos generales, no es así en el universo, por lo que sabemos. Se trata de algo decididamente raro porque, los átomos que tan generosa y amablemente se agrupan para formar cosas vivas en la Tierra, son exactamente los mismos átomos que se niegan a hacerlo en otras partes. Pese a lo que pueda pasar en otras esferas, en el mundo de la química la vida es fantásticamente prosaica: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, un poco de calcio, una pizca de azufre, un leve espolvoreo de otros elementos muy corrientes (nada que no pudieses encontrar en cualquier farmacia normal), y eso es todo lo que hace falta. Lo único especial de los átomos que te componen es que te componen. Ése es, por supuesto, el milagro de la vida, tal y como lo cuenta Bill Bryson en su «Breve Historia de casi todo».

Este lugar, este planeta, esta mota azul en mitad de ninguna parte, es todo lo que hay. Por mucho que creamos que se nos ha arrebatado mucho, es mucho más lo que poseemos. Somos únicos, una excepción maravillosa y efímera en mitad de la negrura. Tenemos dones, capacidades y privilegios que exceden, no solo a todo lo que existe en el universo conocido, sino a todos los seres vivos que nos rodean. Disponemos de amor y de compasión, de la risa y del llanto, de Brahms y de Cervantes. Podemos perdernos en la «Noche Estrellada» de Van Gogh durante horas sin movernos de nuestra casa. Y eso a pesar de que, matemáticamente, todo lo teníamos en contra. Y, sin embargo, aquí estamos. Seguimos contando chistes, seguimos cantando, seguimos cocinando para nuestros seres queridos, seguimos soñando. Todo lo tenemos en contra, y sin embargo, seguimos.

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