Juan Gómez-Jurado-Diario de una epidemia

Día 59: Silencios

Cierro de nuevo el movil, decido ponerlo en silencio, me pongo los auriculares y enchufo en mis orejas el Cheek To Cheek de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong

Miro el resto de noticias que hay en esta página y me abrumo. Pienso en que hay gente que no es capaz de distinguir a Irving Berlin de la música de ascensor. Pienso en aquellos para los que la música es poco más que un generador de ambientes o un cobertor de silencios. Pienso en los que aguantan horas de cola para llegar a la cima del Everest y no tener tiempo más que para hacerse una foto que inmortalice la gesta sin poder sentarse un rato a explorarse a sí mismo ahí arriba. Pienso que siempre ha habido gente para la que el cine, los libros, la música, la pintura, son poco más que instrumentos para rellenar dolencias. Dolencias que, por desgracia, no saben que esos mecanismos podrían ayudar a sanar. Igual que se come un plátano y de repente se siente mejor sin saber que es porque ha hecho su efecto el potasio.

Pienso en todos ellos y me encuentro muy lejos de sentirme superior, más listo, más sensible o tonterías similares. Me siento, si acaso, un privilegiado aquellas veces en las que yo sí logro sentirme curado por estas medicinas. Cierro de nuevo el movil, decido ponerlo en silencio, me pongo los auriculares y enchufo en mis orejas el Cheek To Cheek de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong. No podremos ir a que nos curen en directo, pero, al menos, nos quedan medicinas encapsuladas.

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