Juan Gómez-Jurado - diario de una epidemia

Día 62: San Jerónimo confinado

San Jerónimo, uno de los traductores de la Biblia, no prestó mucha atención al llegar al decimoquinto versículo del Eclesiastés. Allá donde tan sapiencial libro decía «Lo torcido no puede enderezarse y lo que falta no se puede contar», Jerónimo escribió: «Perversi difficile corriguntur et stultorum infinitus est numerus»; esto es: «Los malvados dificilmente se corrigen e infinito es el número de los necios». Recordemos que Jerónimo no tenía ni idea de hebreo antes de juzgarle con excesiva dureza.

El malentendido jeronimiano mejora con mucho la frase original. Durante casi 1600 años el Libro Sagrado reveló a los fieles una verdad universal, y es que hay más tontos que personas. Por desgracia tuvo que llegar Pablo VI a quitarle la razón a Jerónimo con una nueva traducción de la Vulgata donde se corregía algunos cientos de errorcillos.

Los expertos suponen que la maravillosa morcilla procede en realidad de Cicerón, al cual era muy aficionado San Jerónimo. En una de sus cartas familiares, Cicerón escribió «Stultorum sunt plena omnia»: «Todo está lleno de necios», lo que parece haber inspirado a Jerónimo, a millones de cristianos durante milenio y medio y, finalmente han acabado probando cierto nuestros políticos en el confinamiento.

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