Juan Gómez-Jurado - diario de una epidemia
Día 50: Menear la cabeza
Asisto con perplejidad al espectáculo de vestiduras rasgadas ante el comportamiento de la gente el primer día de la desescalada. Parece que somos así, que debemos ser así, que algún tipo de gen de la españolidad lleva asociado el comportamiento golfo y canalla, el mismo frente al que nos indignamos en público y que secretamente replicamos.
Cuando el jugador del equipo propio se deja caer en el área contraria, cuando el fontanero pregunta, con un guiño, que si la factura la queremos con IVA o sin IVA, cuando el político del partido al que votamos se enfrenta a las acusaciones… ¿cómo reacciono yo? ¿Aplaudo al jugador, asiento al fontanero, disculpo al político? ¿Reclamo falta, pido la factura con IVA, exijo más al propio que al ajeno? ¿O me atrinchero en el color, en la conveniencia, en la autocomplacencia?
Las quejas tienen que empezar por donde empiezan todas las revoluciones. Por el metro cuadrado que tenemos delante de no sotros. Por eso creo que, la primera respuesta a cómo se comportan nuestros vecinos tiene que ser una severa mirada hacia adentro, seguida por la reflexión de cómo podemos hacer nosotros nuestro país un poco mejor, para finalmente, lo más difícil de todo, hacerlo.