Día 46: desescalada

Como agua de finales de abril esperábamos el anuncio del presidente del Gobierno, que llega en mitad del hastío y de la controversia.

La comparecencia ha sido directa, cristalina, prístina. Incontrovertible.

Lo que nos ha quedado claro es que habrá cambios, pero que todo seguirá igual, salvo en aquellos sitios que no cambien, en los que las cosas seguirán como hasta ahora, pero diferentes, es decir, iguales, pero normales. Que habrá medidas, pero que dependerán, y que hay un plan, pero que también depende, o no. Depende, en realidad, de cosas, que ya se verán, o que a lo mejor no se ven, pero que ya veremos, en función de otras cosas. Y que habrá una nueva normalidad, que será como la normalidad de antes, pero distinta, y, de todo, menos normal.

Dice Gaspar Llamazares: «Hasta ahora que no había un plan serio de desescalada y que provocaba incertidumbre, pero ahora que lo hay se dirá que éste es demasiado pormenorizado, lento y restrictivo».

Yo me pregunto si ambas cosas no pueden ser ciertas.