Juan Gómez-Jurado - diario de una epidemia

Día 37: Insignificancias

Me agito con cierto desasosiego cuando leo la prensa al encontrar palabras insignificantes. No por pequeñas, sino por lo contrario. Hay palabras que, de tanto usarlas, se gastan. Dejan de significar cosas. Por ejemplo, fascista. Ya no significa nada. Se le aplica por igual a Abascal y a Iglesias, a Sánchez que a la estanquera de mi barrio, cuando dejó de regalar mecheros. Explicar por qué sucede costaría demasiado tiempo, pero en el fondo es porque es imposible definir el fascismo satisfactoriamente sin admitir lo que ni los fascistas, ni los conservadores, ni los socialistas de cualquier color no quieren admitir. Lo más que podemos hacer por el momento es usar la palabra con circunspección y no, como se suele hacer, degradarlo al nivel de una palabrota, tal y como decía Orwell. Lo mismo con golpe de Estado, dictadura, estado policial y todas esas enormes tonterías que uno lee con cierta frecuencia y aún mayor pasmo. A lo mejor es que ya no sabemos qué llamarnos. A lo mejor es que no quiero que sean ciertas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación