Juan Gómez-Jurado - diario de una epidemia

Día 34: Los escritores no mueren

Se ha muerto Sepúlveda de coronavirus. Se ha muerto un escritor, y el coraje y la tristeza inundan, si cabe, más aún. Se pregunta Bécquer, ante la muerte: «¿Vuelve el polvo al polvo? / ¿Vuela el alma al cielo? / ¿Todo es sin espíritu / podredumbre y cieno? / No sé; pero hay algo / que explicar no puedo / algo que repugna / aunque es fuerza hacerlo / el dejar tan tristes / tan solos los muertos». Y en esas palabras encuentras consuelo. Porque Bécquer, como Sepúlveda, está muerto, pero sigue hablando. «Deseaban verlo, tenerlo, y también deseaban sentir su ausencia, la tristeza de no poder hablarle, y el vuelco jubiloso en el corazón al verle aparecer de nuevo», se pregunta Sepúlveda ante la muerte. Y la conclusión es que los escritores no se mueren, en realidad, sino que nos dejan, a solas, con sus voces. Y con las nuestras. Hablándole al cielo y recibiendo la única respuesta del aguacero, ruidoso, inmisericorde. Pero también igualitario y fecundo.

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