José María Lancho

El legado Quimbaya desde la discusión del galeón San José

«Si Colombia quiere reencontrarse con el legado Quimbaya necesita un nuevo cauce argumentativo y jurídico. Para el galeón San José propusimos el patrimonio común y compartido. Para el legado Quimbaya, también»

José María Lancho

No podemos dejar de advertir que la esencia del argumentario reivindicativo, expuesto hasta ahora, Colombia no esconde la búsqueda de una estricta contradicción de identidades con España. Y como una conclusión nuclear invevitable a propósito del patrimonio cultural, que España nunca fue americana.

Todo populismo encierra la creencia falsa de que uno es inmune a la propia contradicción. Es muy fácil demostrarlo: si se acusa de arbitrario el regalo, que en el siglo XIX hizo el presidente colombiano Carlos Holguín a España de unos restos de una cultura desaparecida –la Quimbaya clásica– aun antes del nacimiento de España como comunidad política, debemos responder que la situación no ha mejorado en el siglo XXI como demostró el presidente Juan Manuel Santos, al intentar saldar los importantísimos restos del galeón San José, al precio del peso de los metales nobles del yacimiento (no es retórica, es lo que estaba escrito en el contrato con una empresa de cazatesoros).

Al menos Holguín buscaba una reconciliación con un país hermano, agradecer un arbitraje fundamental para el futuro de la joven república y un respaldo político en el acceso a los mercados europeos del café colombiano. Dejo a los colombianos que indaguen sobre los motivos contemporáneos en torno al asunto del San José. Sin embargo es un hecho que durante más de 125 años el legado Quimbaya ha sido protegido y ha podido expresar en Europa la fantástica complejidad y riqueza de la experiencia histórica de nuestra especie en América, la enorme estupidez de los prejuicios propios y la necesidad de integrar, corregir y relativizar lo que creemos que nos singulariza.

Si aquellos Quimbayas fueron anteriores a españoles y colombianos, el argumento de la mera vinculación geográfica carece de sentido. Mencionemos que ese territorio ha sido más tiempo parte del Reino de España que de la república emancipada. Pero reconozcamos que todas estas ecuaciones históricas sólo buscan esconder, tras nociones de identidades colectivas, las culpas colectivas y las absoluciones colectivas, normalmente propias y siempre interesadas, además de estériles.

Si Colombia quiere reencontrarse con el legado Quimbaya necesita un nuevo cauce argumentativo y jurídico. Para el galeón San José propusimos el patrimonio común y compartido, un punto de reencuentro y de indagación sobre el pasado que nos une y nos relaciona con sociedades de cuatro continentes. Para el legado Quimbaya, también. Es otra gran oportunidad para regenerar el curso histórico no sólo de una civilización original.

Estamos de acuerdo en que la identidad cultural es cada vez más, también, un término jurídico y esto es sin duda un progreso porque permite su discusión abierta y le da una oportunidad a España de demostrar, algunos lo han hecho necesario, que América es parte de su comunidad histórica y espiritual y a Colombia la oportunidad de reconocerlo.

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José María Lancho es abogado especializado en patrimonio

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