Jesús García Calero

No, bonita

Carmen Calvo viene a llevarse a Galdós al cuarto de las calderas donde fabrica el Gobierno su propaganda de la memoria democrática

Tiene suerte Carmen Calvo de que no haya enfrente (en la oposición) alguien tan sobrado como ella que le dijera «no, bonita» por venir a llevarse a Galdós al cuarto de las calderas donde fabrica el Gobierno su propaganda de la memoria democrática . El último día de la conmemoración del centenario del escritor llegó Carmen, la de la memoria, a pintar con sus colores ese patriotismo cívico galdosiano que tanta falta nos hace de verdad, y que no necesitaba que una vicepresidenta lo descorchase contra la injusticia, las castas, las élites y los patriotas ¿del XIX? mientras guiña el ojo progre para que sepamos que su Gobierno es el espejo de Galdós.

Poner énfasis en el escritor como luchador de la libertad, la tolerancia y el progreso en la España de su tiempo no es una medalla o «una obligación principalísima para el Gobierno», como dijo ayer. Es un sano ejercicio para el Ejecutivo que tiene un ojo vago (el otro), en lo que a la memoria democrática atañe: las grandes palabras no tapan cómo olvida sus principalísimas obligaciones de aceptar que el Congreso controle la pérdida temporal de derechos que permite el Estado de Alarma , las de la separación de poderes , o las de la memoria democrática de los crímenes de ETA .

Esta exposición de Galdós y los poetas en el Instituto Cervantes puede hablar sola. Por extraño que parezca, el progresismo de Galdós es hermoso y complejo, no como el de Carmen Calvo. Y ni la grandeza ni la humildad del escritor las puede vestir el político sin tener mala facha.

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