Jesús García Calero

La justicia del almirante

«El asunto del Glorioso ha terminado en una agria polémica de ribetes personales que a nadie place y divide al público. Es hora de templar los ánimos»

Jesús García Calero

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Nada demuestra mejor lo viva y presente que puede estar la historia que una polémica como la vivida en el último mes a cuenta del cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau «La última batalla del Glorioso», el más famoso del Museo Naval de Madrid. Su retirada de las salas con destino a un triste despacho, comunicada tardía, impropiamente –en parte se comunicó por mi insistencia–, fue un error mal recibido por mucha gente.

La Armada hizo mal en obviar el hecho y ha hecho bien en corregir (se exhibirá en el Museo Naval de San Fernando) y valorar el gancho del lienzo y del artista que ha puesto imágenes a episodios de la historia que no tenemos representados.

El empeño de Arturo Pérez-Reverte por exigir las debidas explicaciones, enfrentado a la numantina defensa del almirante Juan Rodríguez Garat de su decisión, ha terminado en una agria polémica de ribetes personales que a nadie place y divide al público. Es hora de templar los ánimos.

El éxito del Naval no se explica sin aportaciones como las de Pérez-Reverte, Ferrer-Dalmau u otros miembros de la sociedad civil. Son parte de la tripulación. De quien ejerce el mando se espera justicia –nunca ofensas–, por duras que considere las críticas que recibe. Combatirlas como un motín sería malo para él y para el museo.

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