La huella española
Hace cinco siglos había españoles aproximándose a las fuentes del Nilo, las montañas del Tíbet, las selvas tropicales y a los hielos Árticos y Antárticos
Hace poco más de cinco siglos había españoles aproximándose a las fuentes del Nilo, las montañas del Tíbet, las selvas tropicales y los hielos árticos y antárticos. Esta realidad histórica de las exploraciones globales españolas se sigue contando mal .
Los literatos del 98 y sus aburridos émulos actuales las refieren como aventura épica de unas gentes rebotadas y resentidas, una suerte de rebeldes primitivos. Las factorías negrolegendarias de la Anglosfera las ignoran o ningunean, porque es muy duro reconocer, por ejemplo, que la primera ciudad en el actual territorio de Estados Unidos fue San Juan de Puerto Rico, fundada en 1508.
Los españoles llegaron antes a todos sitios. Por eso es tan importante este hallazgo arqueológico en la Patagonia, que no constituye una anécdota, sino una categoría. Hay sesenta años de esfuerzos tras las urbes levantadas por Pedro Sarmiento de Gamboa en 1584, «Nombre de Jesús» y «Rey Don Felipe». El empeño de Cristóbal Colón por llegar a la especiería y la capacidad científica, tecnológica y humana de la España de los Reyes Católicos hicieron posible el descubrimiento de América en 1492.
Tres décadas después, en 1522, la llegada de la expedición Magallanes-Elcano a las islas de las especias y el regreso del guipuzcoano a España lograron el objetivo principal, pero evidenciaron la inviabilidad de comercio alguno por esa ruta. Gracias a la visión temeraria y global de Hernán Cortés , conquistador de la Nueva España y padre de México, el océano Pacífico actuó como un incentivo de sustitución.
China, el celeste imperio, fue desde entonces el objetivo, que obsesionó a Felipe II . De ahí que la real persona promoviera tanto la colonización de Filipinas como el hallazgo del tornaviaje en 1565, la ruta de regreso desde Asia a América, gracias a la pericia del agustino navegante fray Andrés de Urdaneta.
Dos décadas más tarde, su impulso al cierre estratégico de América del sur con aquellas dos ciudades-guarnición fue el lógico final del plan maestro ejecutado por la monarquía global española.