La historia escondida en un sable de honor de la Guerra de la Independencia
El Museo del Ejército ha rescatado un arma de lujo que la corona británica regaló a Juan Palarea y Blanes, médico de profesión, que ejerció en la provincia de Toledo y fue, además, uno de los héroes de esa contienda
El Museo del Ejército ha rescatado la historia que se esconde detrás de una de las piezas de su colección permanente. Se trata de un sable de honor que la corona británica regaló al murciano Juan Palarea y Blanes , médico de profesión, que ejerció en la provincia de Toledo y fue, además, uno de los héroes de la Guerra de la Independencia .
El sable es un arma de lujo que, a través del general Wellington , la corona británica entregó a Palarea en un acto que tuvo lugar en la ciudad de Toledo el 25 de julio de 1812, tres días después de la decisiva victoria de Arapiles en la contienda.
Aquel día también recibieron sables de honor Juan Martín Díez «El Empecinado» y Julián Sánchez, además de Juan Palarea y Blanes, apodado «El Médico», que fueron tres de los guerrilleros que habían puesto en jaque a las tropas francesas.
En noviembre, el Museo del Ejército abrió una nueva sección en su página web, llamada «En la vitrina» y que está destinada a mostrar piezas de su colección permanente y, así, dar a conocer pormenores de su historia. Fuentes del Museo explican que seleccionan piezas «para llamar la atención sobre ellas», bien por su singularidad, por su calidad artística o por su contexto histórico, de modo que no solamente dan a conocer esa pieza, sino que se puede convertir en un motivo para visitar el Museo, ubicado en el Alcázar de Toledo, y verla, así, en persona.
De los estudios eclesiásticos a la medicina
Así es como se ha rescatado la historia que se esconde detrás del sable de honor de Juan Palarea y Blanes, que nació en Murcia en 1780 y, tras realizar estudios eclesiásticos, dio un giro a su vida y estudió medicina en Zaragoza. Al terminar, no encontró plaza en la ciudad maña y, después de estar un tiempo en la corte, obtuvo en 1807 una plaza de médico en la localidad toledana de Villaluenga de la Sagra, donde ejerció unos años.
En julio de 1809, tras la invasión francesa que dio lugar a la Guerra de Independencia, se inició la aventura guerrillera de Palarea, que al frente de un pequeño grupo de hombres, costeados por él mismo, llevó a cabo numerosas acciones en el centro de la península, explica el conservador jefe del Departamento de Armas del Museo del Ejército, Germán Dueñas.
A los pocos meses ya era alférez de caballería. En 1810, pasó a formar parte del Ejército y combatió en la Batalla de Talavera de la Reina. Un año después, su grupo empezó a ser conocido como el escuadrón de Húsares Franco-Numantinos, que contaba con 668 hombres, y él fue nombrado teniente coronel del ejército regular.
Ya como coronel participó en la batalla de los Arapiles, donde sus jinetes fueron decisivos para cortar las comunicaciones del mariscal Marmont, quien estaba al frente de las fuerzas francesas. Tres días después de aquella batalla, el 25 de julio de 1812, el duque de Wellington entregó los sables, en nombre del príncipe regente, el que sería futuro Rey de Inglaterra Jorge III, a Palarea, al «Empecinado» y a Julián Sánchez, como prueba de su admiración, valor y constancia.
Un modelo de lujo
El sable sobre el que ha fijado su mirada el Museo del Ejército es un modelo de lujo basado en el de caballería ligera inglesa de 1796, con puño de marfil y empuñadura dorada y decorada con motivos vegetales. La hoja es curva, está decorada con motivos vegetales y militares y presenta el escudo de España también grabado, y su vaina es metálica, decorada con grabados vegetales y militares. Fue fabricado por Richard Blachford, armero de la Casa Real británica, y junto a otro sable de combate, también de Palarea, entraron a formar parte en 1864 del entonces Museo de Artillería.
Tras combatir a los Cien Mil Hijos de San Luis y a los carlistas, en diferentes zonas, Juan Palarea murió en extrañas circunstancias mientras estaba preso en Cartagena en 1842.