El Pacífico hispánico

Hernán Cortés, explorador del Pacífico

Hombre del Renacimiento, se le debe la incorporación efectiva de América a la cultura grecorromana y al cristianismo

Hernán Cortés ABC

BORJA CARDELÚS

La aventura del Pacífico es el aspecto menos conocido del universal extremeño, con tantos méritos que hacen de él uno de los personajes más importantes de la historia de la humanidad. No fue solo la insólita hazaña de conquistar el Imperio azteca con 500 hombres y 16 caballos, sino que fue el arquitecto del modelo de poblamiento español en las Indias y de la nacionalidad mexicana.

Porque el testamento de la Reina Isabel sobre la consideración de vasallos y nunca esclavos de los indios fue una instrucción escasamente aplicada por la primera oleada de colonos españoles en las Antillas, rapiñadores que aprovecharon la confusión inicial y se emplearon en extraer oro con el trabajo forzoso de los indios. Pero a Hernán Cortés le repugnó este modelo depredador antillano, origen de la Leyenda Negra, y aplicó la instrucción real, embridando la acción española y trocando el sistema por el de mestizaje y poblamiento, importando de la Península pobladores, oficios, ganados, plantas, aperos y buenos arquitectos de casas y templos. Llevó a México también misioneros que evangelizaron y capacitaron a los indios, y su trabajo, adscrito a los encomenderos, como impusieron las Leyes de Indias no había de ser gratuito, sino retribuido («Se ordena que nadie se sirva de los indios sin pagarles», Ley 7, título 10, Libro 4).

A Hernán Cortés, hombre del Renacimiento , se debe pues la incorporación efectiva de América a la cultura grecorromana y al cristianismo, así como el diseño del patrón definitivo de los 300 años de presencia española, patrón que imitarían los demás, tanto en la conquista como en la colonización, y eso hace de él uno de los personajes señeros de la historia universal. Porque, además, su política pobladora y constructiva sentó las bases de la nacionalidad mexicana, como ya le reconocen sus más enconados detractores, y conviene recordarlo ahora que se cumple el Quinto Centenario de la conquista de México .

La exploración del Pacífico

Y por si fuera poco, se lanzó a explorar el Pacífico . Pronto intuyó el extremeño que, una vez dominado el imperio azteca, el océano que se abría ante México era una atalaya inmejorable para abordar nuevas misiones, y al extenderse hasta Asia podría deparar insólitos descubrimientos que agrandaran la gloria de España y la del Emperador Carlos V , de quien siempre fue súbdito fiel.

Desde sus astilleros en la costa mexicana, Cortés encaró nuevos rumbos por el Pacífico, aunque antes tuvo que responder al juicio de residencia, admirable institución de la época por la que cualquier cargo público era sometido, al término de su mandato, a una suerte de examen para determinar su integridad en el cargo. Tras lo cual organizó varias navegaciones al Pacífico, tanto para auxiliar a su pariente Francisco Pizarro , asediado por las huestes incas, como para recoger supervivientes de expediciones anteriores, como le pidió el Rey.

Su mayor empeño fue explorar la costa pacífica norteamericana, para lo cual despachó cuatro expediciones, invirtiendo en ello su fortuna personal y superando cuantas adversidades le salieron al paso, entre ellas el incendio intencionado de sus astilleros y la animadversión del perverso gobernador Nuño de Guzmán , que envidioso de Cortés, desde sus dominios en la costa embarazó cuanto pudo la progresión de sus barcos, como cuando negó el desembarco y hasta el agua a los marinos al mando de Diego Hurtado de Mendoza , y más tarde requisó otros barcos con las perlas que había cosechado la expedición cortesiana de Fortún Jiménez.

Baja California

Una nueva expedición llevaría a bordo al propio Hernán Cortés. Su intención era instalar una colonia permanente en la bahía de Santa Cruz, en el extremo sur de la Baja California. Así se hizo, pero fundada la colonia y dejados en ella los pobladores, cuando regresaron meses más tarde con bastimentos, la mayoría había muerto por inanición y la colonia fue abandonada, porque se comprobó que la desértica tierra era no era capaz de sustentar a gente alguna.

El infatigable Cortés aún dispondrá dos expediciones más, la primera comandada por Andrés de Tapia. Navegó por el interior del Golfo de California, que con toda justicia recibiría el nombre de Mar de Cortés, dobló el cabo San Lucas y subió por el Pacífico hasta la Alta California, siendo el primero en contornear esta costa, antes incluso que su descubridor oficial, Rodríguez Cabrillo .

Aún le quedaban arrestos al extremeño para despachar otra flota, al mando de un magnífico capitán, Francisco de Ulloa , que igualmente recorrió la costa californiana, quedando un valioso mapa que será llamado el «mapa de Cortés».

Cuando Hernán Cortés regresó de su singladura en Baja California recibió una carta del Virrey Antonio de Mendoza ordenándole el regreso, y otra de su esposa, Juana de Zúñiga , rogándole pusiera fin a sus empresas y aventuras y regresara a hacerse cargo de su encomienda de Cuernavaca, «siendo ya tanta la gloria que había ganado».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación