Hallan un relieve de un águila real en el Templo Mayor de la antigua ciudad azteca de Tenochtitlan
Los arqueólogos señalan que el hallazgo ayudará a descifrar el mito fundacional de la urbe, los guerreros águila, así como los entierros y sacrificios de la época
Una reciente excavación en el centro de Ciudad de México, en lo que fue el Templo Mayor de la antigua ciudad de Tenochtitlan, ha descubierto un majestuoso bajorrelieve con un águila real tallada en piedra. La pieza, de 500 años y elaborada bajo el mandato de Moctezuma I, forma parte de una losa del suelo que daba acceso al santuario más importante de la cultura azteca.
«Por lo que hemos visto a través de fotografías, se trata de una pieza de muy bella factura que evidencia los grandes secretos que el Templo Mayor de México Tenochtitlan tiene aún por revelarnos», ha afirmado la secretaria de Cultura Alejandra Frausto Guerrero en un comunicado emitido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Los arqueólogos señalan que el hallazgo ayudará a descifrar el mito fundacional de Tenochtitlan , los guerreros águila, así como los entierros y sacrificios de la época. De acuerdo con los especialistas, la relevancia de la escultura se denota no sólo por su tamaño y acabado , sino también por su ubicación , al pie de la edificación más importante para los aztecas y en el eje central que cruza la «capilla» de Huitzilopochtli y la escultura monumental de la diosa Coyolxauhqui. También está próximo al Cuauhxicalco, edificio circular cuyo nombre se traduce como «lugar de la jícara del águila» , donde, según documentos del siglo XVI, se realizaban las incineraciones rituale s de los gobernantes tenochcas.
Esta temporada, los arqueólogos, dirigidos por Leonardo López Luján, se han centrado en explorar debajo del «puente liga» que une a las calles de Guatemala y Argentina en la Ciudad de México. Allí es donde en la época prehispánica se ubicaba la plaza oeste del Recinto Sagrado de México-Tenochtitlán. La talla escultórica formaba parte de un suelo de ese espacio, que habría estado en uso durante el gobierno de Motecuhzoma Ilhuicamina , entre los años 1440 y 1469 de nuestra era.
«Este suelo es único en todo el Templo Mayor ya que contiene bajorrelieves que aluden a la concepción dual del edificio. Del lado sur, donde estamos explorando, se encuentran elementos como esta águila, vinculados con el ciclo mítico del nacimiento de Huitzilopochtli ; mientras que al norte, los bajorrelieves localizados anteriormente contienen representaciones asociadas con Tláloc, el ciclo del agua y la regeneración del maíz», apunta el arqueólogo de Proyecto Templo Mayor (PTM) Rodolfo Aguilar Tapia.
El referido suelo de plaza fue cubierto desde tiempos prehispánicos durante las ampliaciones del Templo Mayor. «Por eso tiene un buen estado de conservación» , dice el investigador al destacar que «se trata de un elemento que nunca fue visto por los españoles».
Labrado sobre tezontle rojo y con dimensiones de 1.06 metros de largo por 70 centímetros de ancho, este bajorrelieve es el de mayor tamaño dentro de un conjunto de 67 elementos similares encontrados hasta el momento en el Templo Mayor.
El simbolismo del águila real
La pausa en los trabajos en campo que trajo consigo la pandemia del Covid, permitió a los investigadores del PTM estudiar las representaciones iconográficas que existen del águila real en fuentes históricas como los códices, a fin de correlacionarlas con la escultura descubierta al pie del Templo Mayor.
Una de esas representaciones, señala Aguilar Tapia, está en la Lámina 50 del Códice Borgia , donde se muestra un águila real posando encima de un mezquite, árbol que surge desde una deidad descarnada. «Lo interesante es que esta imagen es iconográficamente muy similar al bajorrelieve que encontramos en campo, en ambas representaciones las plumas rematan en forma de cuchillos sacrificiales, los cuales aluden al nombre nahua del ave: águila de obsidiana ».
Para los aztecas, dicha ave de presa tenía relación estrecha con la guerra y el sacrificio , al tiempo que era considerada como un nahual (de acuerdo a las creencias mayas, brujos que pueden transformarse en animales) del sol y, por ende, también de su dios tutelar, Huitzilopochtli.
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