Hallan en un hogar inglés una rara moneda del tesoro de Rande valorada en 280.000 euros

Los niños de la familia jugaban con ella hasta que se descubrió el valor de la pieza, que será subastada el 16 de noviembre

La moneda, valorada en 280.000 euros ABC
Luis Ventoso

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El tesoro submarino de Rande data de la batalla naval en la Ría de Vigo del 23 de octubre de 1702. Las escuadras hispano-francesa y anglo-holandesa se enfrentaron por el oro y plata que los galeones españoles traían desde Cuba. Aquel inmenso botín forma parte de la imaginación colectiva desde entonces. En «20.000 leguas de viaje submarino», Julio Verne fabula con que el capitán Nemo financiaba sus proyectos con el oro que recogía en los fondos de Rande. Los galeones de la plata son también un clásico de los cazatesoros .

Los navíos españoles con el tesoro en sus bodegas, comandados por el almirante Manuel Velasco y Tejada , tenían como destino original Cádiz. Pero un barco adelantado de su flota fue enviado por precaución al puerto andaluz y regresó con el aviso de que allí se preparaba un ataque inglés. Vigo fue la alternativa, aunque al final los ingleses se percataron del cambio. Al mando de sir George Rooke atacaron a la flota española, justo debajo de lo que hoy es el puente colgante de la autopista AP-9. Antes de la batalla, los españoles ya habían logrado desembarcar el Redondela el grueso del cargamento, más plata que oro. Pero la batalla, enmarcada en la Guerra de Sucesión española , fue brutal. Murieron 2.000 marineros del bando franco-español y 800 del anglo-holandés.

En realidad aquella campaña no fue buena para los ingleses, que sufrieron el grave revés de ser incapaces de tomar Cádiz. Como campaña de propaganda para ocultar esa derrota, en 1703 se acuñó una corta serie de monedas fabricadas con el oro robado en Rande a los españoles. Fueron 20, de 42 gramos cada una y con un valor de cinco guineas. En su cara llevaban la efigie de la Reina Ana y la palabra «Vigo», escrita en capitulares en su parte baja. Solo quince de aquellas monedas estaban localizadas y ahora ha aflorado una más en Bishop's Stortford (Essex) una pequeña población de 38.000 habitantes, a 56 kilómetros al Noroeste del centro de Londres.

«Se fue a su coche, un Volkswagen Polo que estaba en el aparcamiento, y empezó a dar gritos de alegría. El hombre estaba en la luna», así describen en la casa de subastas Bonnington la euforia de un vecino de Bishop’s, que permanece en el anonimato, tras descubrir que una moneda con la que habían jugado a los tesoros durante treinta años los niños de su hogar era en realidad una de las de la Reina Ana. En 2012, una moneda de la serie fue vendida en subasta por 336.000 euros. Lo mismo ocurrirá con esta, que tiene un precio de salida de 250.000 libras (280.000 euros), en la puja que se celebrará en Bonnington el próximo 16 de noviembre .

La génesis de la peripecia

El propietario del pequeño tesoro, un trabajador casado padre de un hijo, ha relatado la génesis de la peripecia. Comenzó hace 30 años, cuando su abuelo, un coleccionista numismático que había recorrido mundo, le hizo un regalo siendo niño: «Me dio una bolsa de monedas para que jugase con ellas al tesoro del pirata . Con el tiempo, esas monedas pasaron a bolsas y cajas y fueron olvidadas. Las redescubrí cuando murió mi abuelo. Volví a mirarlas, las puse en un pequeño cofre del tesoro de juguete y se las di a mi hijo. Mi niño pequeño ha jugado con ellas como yo muchos años atrás».

Viendo de nuevo las monedas en manos de su hijo, el hombre decidió ver si podía ganar algo con ellas. Así que acudió a la casa de subastas con varios soberanos. El experto le recomendó guardarlas como inversión a medio plazo. Pero en la conversación, el cliente le contó que tenía también una moneda de la Reina Ana , aunque estaba seguro de que era una copia. El especialista le dijo que la trajese para echarle un ojo. Volvió a la hora y media y descubrió que el tesoro con el que habían jugado él y su hijo era real.

«Noté al momento que era auténtica –dice el experto numismático-, todo era correcto, incluido el peso de 42 gramos». Lo siguiente fueron ya los gritos de júbilo en el párking. Todo el halo novelesco de la historia lo completa el hecho de que el jefe de la casa de la moneda inglesa en aquella época del XVIII no era otro que Isaac Newton , que las pasaba canutas para poner coto a las falsificaciones.

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