La guitarra del siglo XVI perdida que se rescató del fondo del océano
A partir de restos procedentes de naufragios el músico Jesús Alonso Yllana logró reconstruir este instrumento del que no se conserva ningún original. «Ahora es posible tocar toda esa música de manuscritos y ediciones de entonces»
Los dedos de Jesús Alonso Yllana acarician sus cuerdas y rescatan del pasado unos sonidos que no se han escuchado durante largo tiempo. La pieza se compuso para una guitarra de cuatro órdenes del siglo XVI y lamentablemente, no se conserva ningún ejemplar de la época. Pero sí unos restos rescatados del mar, que fueron catalogados como de la Flota de Nueva España de 1733. A partir de estos fragmentos de madera conservados en Florida, el músico español pudo reconstruir con grandes dosis de estudio y tesón cómo debió de ser este instrumento renacentista y «ahora es posible tocar toda esa música escrita para la guitarra de cuatro órdenes que conservamos en diferentes ediciones y manuscritos», se enorgullece.
A Alonso Yllana siempre le habían interesado los instrumentos históricos. Llevaba años tocando música de los siglos XVI al XIX en conciertos y, como buzo profesional, había participado en excavaciones arqueológicas subacuáticas, así que la idea de juntar ambas facetas surgió de forma inmediata. «Empecé a buscar instrumentos recuperados del mar como afición y para mi sorpresa empecé a recibir mucha más información de la que esperaba sobre barcos y excavaciones arqueológicas de museos y centros a los que había escrito», relata. Entre las imágenes que recibió de más de una veintena de países, se encontraban los de este tipo de guitarra del Departamento de Investigación Arqueológica de Florida , cedidos en el Museo de historia de San Agustín y el Museo de las Ciencias y la Historia de Jacksonville. «Eran restos de tres instrumentos distintos, pero por suerte de iguales dimensiones e iguales características», explica. Había un clavijero completo con un fragmento pequeño del mástil, dos mástiles diferentes que no coincidían con ese clavijero porque conservaban parte del suyo y un resto del fondo de la guitarra.
El músico recuerda el día que acudió a examinar personalmente los restos. «Cuando llegué me sacaron una caja llena de maderas y restos de diferentes instrumentos y me dijeron: 'Mira a ver lo que hay aquí'». Alonso lo justifica porque «en los estudios que se hacen entre los restos de un pecio no suele haber ningún especialista en música. Casi todo lo que me fui encontrando era nuevo tanto para mí como para los centros donde iba».
A partir de los datos que recopiló en Estados Unidos, realizó un estudio que permitió dibujar el instrumento en un plano. Por los mástiles pudo saber la anchura de la caja del instrumento, el fragmento del fondo permitió reconstruir la forma y el clavijero, al estar completo, se pudo replicar sin problema. Una vez confeccionado el plano con ayuda de su hermano arquitecto, contactó con lutieres dispuestos a 'resucitar' la guitarra de cuatro órdenes del siglo XVI. Éstos debían decidir unos últimos aspectos pues no contaban con datos sobre el puente del instrumento, la situación de la roseta ni el tamaño de ésta. «Estos elementos los han tenido que decidir los lutieres conforme a su criterio y a su experiencia«, indica el músico. También se acudió a la iconogarfía para extraer elementos organológicos de interés.
En el aula de la Escuela Municipal de Música y Danza de Pozuelo de Alarcón (Madrid) donde actualmente imparte clases, Alonso Yllana muestra a ABC las dos guitarras de cuatro órdenes que le confeccionaron diferentes lutieres. Desde el estudio que publicó en su tesis sobre la 'Contribución de la arqueología subacuática al conocimiento de la evolución de la guitarra' en 2013, ya son al menos siete las copias que existen en el mundo de este eslabón perdido en la historia de la guitarra. Aunque tal vez existan más. Invitado por la Sociedad Inglesa del Laúd, Alonso tocó en su sede en Londres en septiembre de 2019 y compartió sus planos para que estuvieran a disposición de los interesados. «Creo que los datos que conozcamos de nuestra historia son para que los manejemos todos», sostiene.
Un hueco en la historia de la guitarra
La reconstrucción de la guitarra de cuatro órdenes ha permitido «rellenar un hueco en la historia de la guitarra», por lo menos «uno de los posibles» ya que, según explica, en los siglos XVI, XVII y XVIII existía tal variedad que no es posible establecer estándares. Además, tocar la música de la época con el instrumento adecuado «permite observar cosas que con los instrumentos de hoy en día es imposible», añade. Por ejemplo, «hay bastantes fragmentos que requieren extensiones de hasta siete trastes en pasajes de polifonía. Al tener un instrumento como éste que reconstruimos era posible tocar toda esa música». Alonso leyó toda cuanta se conserva de la época en diferentes ediciones y manuscritos y comprobó que la guitarra de cuatro órdenes que había reconstruido era un instrumento más adecuado que los que se estaban utilizando hasta entonces por ser de menor tamaño.
![Jesús Alonso Yllana muestra los planos de la guitarra de cuatro órdenes](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2022/03/07/1445592358-kzyD--510x349@abc.jpg)
Aunque las piezas de las que partió su estudio estaban catalogadas como de un pecio de la Flota de 1733 y es posible que un barco transportara instrumentos más antiguos, este experto tiene sus dudas. En el lugar donde se hallaron los restos se han localizado múltiples hundimientos, con restos superpuestos, y las piezas no se recuperaron en el marco de una excavación científica, por lo que no es posible afirmar con rotundidad que pertenecieran a un barco de la Flota de 1733. «Hablé con diferentes expertos y coincidíamos en pensar que muchos de los datos disponibles no eran de un barco hundido en 1733».
Instrumentos ignorados
Tal como estos fragmentos fueron a parar a una caja, con restos sin catalogar «que posiblemente eran de instrumentos», Alonso cree que hay piezas recuperadas en excavaciones arqueológicas subacuáticas que «seguro» que no se conocen. «Si aparece una pieza de un órgano positivo en medio de un montón de restos de un barco, como no sea un especialista, seguramente no se identificará».
«Un barco es una representación de la sociedad», explica, y cuanto había en tierra viajaba también a bordo. Los personajes importantes llevaban su corte, con sus músicos, e incluso había capitanes de barco que exigían llevar músicos entre la tripulación para mantener la moral durante los largos meses que pasaban embarcados. Además, los instrumentos musicales eran llevados en barco de un sitio a otro, como tantos otros objetos. En su tesis, este especialista detalló hasta 120 registros de 24 excavaciones. Destacan especialmente los hallazgos en el Kronan, un buque real sueco de guerra que explotó y se hundió durante una batalla contra una flota danesa y holandesa en junio de 1676 al sur de la isla sueca de Öland. Entre los más de 30.000 artefactos rescatados, se recuperaron restos de dos trompetas, tres violines y una viola da gamba (un instrumento parecido al violonchelo), que se muestran en un museo en Kalmar.
"Estoy convencido de que si se hiciera un seguimiento de este tema se aportarían datos muy interesantes", indica, porque los restos de instrumentos recuperados del agua pueden aportar información imposible de obtener de los conservados en tierra. En muchos de los instrumentos que tenemos actualmente en colecciones o museos se han introducido modificaciones estructurales y no se han conservado algunos elementos. "Podemos tener una trompeta natural en un museo, muy cuidada en una vitrina, pero no podemos saber, por ejemplo, cómo ponían la empuñadura en el siglo XVII, aspecto éste que puede variar en buena medida el sonido del instrumento. En cambio, en un instrumento que en un momento determinado se hunde en un barco, tenemos oportunidad de obtener algún dato importante, que no se puede saber de otra manera. Los pecios son burbujas donde queda información relativamente intacta y eso, en los instrumentos, también es importante".
Por eso anima a otros a seguir trabajando en este interesante campo en las universidades. "Una excavación requiere de un gran esfuerzo y es triste que no se aproveche completamente toda la información que se extrae", sostiene.