Geoffrey Parker: «Los antivacunas tienen hoy un buen ejemplo del mundo que desean»
La historia enseña que la cuarentena es la única arma contra la epidemia sin vacuna
En la escarpada frontera que nos separa del continente del pasado, el historiador Geoffrey Parker (Nottingham, 1943) siempre se ha movido con bastante soltura. La prueba está en sus libros, donde deja registrados los saltos y comparativas entre épocas -por ejemplo, los movimientos de los Tercios por el Camino Español resuenan en la Ruta Ho Chi Mihn de Vietnam-, o nos recuerda el influjo del cambio climático en la política del siglo XVII -en su libro «El siglo Maldito» (Global Crisis)- por si nos vale en este siglo.
Su sentido del humor resiste la pandemia y hace llevadera la conversación sobre cosas terribles, en la que nos acercamos a la escarpada frontera del pasado en busca de algunas luces desde nuestro encierro. Comenzamos hablando de la cifras de muertos de la víspera, casi mil en España, de las imprevisiones de material o reservas estratégicas de contención de epidemias y sobre los diferentes varemos de recuento de víctimas en los distintos países, porque ni ahí hay un acuerdo internacional. Se lamenta: «Aquí aún hay condados y Estados donde no se ha limitado la reunión de personas, un retraso que ha ocurrido en Europa y ahora aquí se repite». ¿Soberbia, pensar que somos invulnerables, ceguera voluntaria?
Buena vista del pasado
Sonriendo nos dice que cuando uno va al oculista en EE.UU. pasa por un test de 20 pruebas, así que si tienes una visión 20/20 es que ves perfectamente. «La visión que tenemos sobre el pasado es una visión 20/20, perfecta, y lo que puedo decir es que mirando la historia la primera conclusión que sacamos es que preparar es mucho mejor y más barato que reparar . Hablando sobre el clima y las epidemias en “El siglo maldito” explico eso. Y hoy reconozcamos que habría sido mejor tener una reserva de material sanitario por si llegaba una pandemia, sobre todo desde que Bill Gates nos alertó en su Ted Talk de 2015 sobre la inminencia de que venía lo que nos está pasando. En 2015 era momento de prepararnos, pero nadie le escuchó. Y ahora toca reparar, aunque ya es tarde para las miles de vidas perdidas».
¿Por qué nadie escuchó a Gates en los centros de poder del mundo global? «Oyen pero no escuchan, como se dice en la Biblia. El gobernador de Georgia dijo ayer que nunca había sospechado que fuera posible un virus como Covid-19 que se contagiase por cercanía. ¡Pero si él vive a 20 kilómetros del CDC, el cento de referencia mundial, que dijo en febrero que era así!», se lamenta.
¿Más problemas? «Solo el gobierno central tiene los recursos de preparar y reparar, y en EE.UU. hay una falta de liderazgo que solo puede venir de la Casa Blanca . Aquí los Estados compiten ahora para comprar trajes EPI y material sanitario, porque se distribuyó a empresas privadas y ellos lo venden en el paraíso del capitalismo. En este país hay temor del “gran gobierno”, o como decía Reagan: “Las palabras que más terror producen en lengua inglesa son: Soy del gobierno, he venido para ayudar”» (risas) . En España -le explicamos- el Gobierno decretó la centralización de las compras y ha sido incapaz de adquirir a tiempo materiales porque ya no sabía hacerlo y le adelantan las regiones.
Que la lucha contra esta pandemia dependa de lo que tardemos en hallar y distribuir globalmente una vacuna, «un esfuerzo que solo pueden soportar los gobiernos centrales, como ocurrió con la poliomelitis», según recuerda Parker. «La paradoja es que la pandemia sucede en un mundo en el que crece el movimiento de los “antivacunas” . ¡Pues ahora se ve cómo es un mundo sin vacunas!», exclama el historiador.
Los hombres siguen buscando culpas. «En la Edad Media era un castigo divino, ahora son los forasteros, aquí los asiáticos no pueden salir de casa porque Trump insiste en llamarlo un virus chino . Igual que el Sida era una plaga gay al principio. ¡Hubo un predicador que dijo que el huracán Katrina fue la ira de Dios por el Orgullo Gay de Nueva Orleans!».
Nace la cuarentena
Parker señala que «lo que la historia nos enseña es que lo único que funciona es la cuarentena. Y así se combatió la peste bubónica hasta el siglo XIX, que fue cuando se supo que las pulgas la extendían. La primera cuarentena fue en 1127, en Venecia y Lombardía , precisamente en los lugares donde hoy el Covid-19 ha causado tantos daños». Así fue hasta 1720, cuando en Marsella estalló una de las últimas grandes epidemias de peste bubónica. Para los de dentro de la ciudad suponía una sentencia de muerte. Para el resto, la vida.
¿Era habitual que a la epidemia le siguiera una guerra? «En 1957 y 1918 las gripes fueron distintas. En 1957, un millón de muertos y no pasó nada. La gripe española pilló al mundo en guerra. Los soldados alemanes se contagiaron y eso aceleró el fin de la guerra y nunca se ha valorado. Tuvieron 400.000 casos . A los anglosajones nos gusta hablar de por qué ganamos pero no de por qué ellos perdían. La gripe española nació en Kansas . El paciente cero fue un cocinero de un campamento de soldados norteamericanos, que llevaron la plaga en los barcos de despliegue en Europa. Murieron como mínímo 50 millones de personas, solo españoles, murió el doble que en la Guerra Civil. ¿Lo sabían?».
Después de la pandemia, el historiador avanza dos previsiones: la globalización relocalizará algunas industrias fuera de China, regionalizándose o cortando el radio de intercambio intenso -tal vez Turquía o Europa del este- y se acabó la logística basada en no almacenar reservas estratégicas. «Además la fabricación de reservas servirá para estimular la economía , pensemos en el New Deal de Roosevelt», concluye.