Francia se humilla ante el talento creativo
El chef danés René Redzepi ha anunciado en Twitter que a su restaurante Noma le ha sido concedida la tercera estrella de la Guía Michelin
Saltándose los meticulosos protocolos y ceremonias de la Guía Michelin, el chef danés René Redzepi (Copenhague, 1977) ha anunciado en Twitter que a su restaurante Noma le ha sido concedida la tercera estrella, la máxima distinción de la guía francesa, y todavía el símbolo del mayor reconocimiento en el mundo gastronómico. Ha sido un anuncio al nivel de su cocina: antes que todos los demás, él solo, y a través de una red social. Así es René y sólo podemos celebrarlo.
The seemingly impossible has happened.
— restaurant noma (@nomacph) September 13, 2021
Noma got the news today that the Michelin Guide has given us their highest praise of three Michelin stars. Thank you! pic.twitter.com/0yTjW7kjDU
Es la segunda vez que los franceses se rinden a la evidencia de que su cocina ha sido superada, volteada, agujereada. La primera vez fue en 1997, cuando finalmente reconocieron a El Bulli de Ferran Adrià con la tercera estrella. Fue la más trapera puñalada a la cultura e industria francesas, y se la fajaron ellos mismos, arrasados por un arte que, de tan superior, no podían ni empezarlo a entender. Pero no tiraron fácil la toalla, y Ferran tuvo que esperar 7 años entre la segunda y la tercera estrella, a pesar de que ya todo el mundo sabía que la revolución no sólo había empezado, sino que estaba arrasando todo lo que encontraba a su paso. La primera vez que el hasta entonces considerado mejor cocinero del mundo, Joel Raobuchon , fue a cenar a El Bulli, yo lo tuve al lado y me dijo: «Voy a cerrar mi restaurante. Quiero retirarme siendo el mejor y si aguanto cinco minutos más, Ferran va a destrozarme».
Han pasado 24 años y uno de los dos más dilectos alumnos de Adrià -el otro es Andoni Adúriz , en Mugaritz - ha conseguido la tercera estrella certificando que el mejor cocinero del mundo no sólo no es francés sino que es lo contrario a la cocina francesa. No se trata de una vanidosa competición entre cocineras excitadas como si fueran modelos en la pasarela sino del mayor choque cultural de nuestra era, que ha ido a concretarse, y a explosionar, como no podía ser de otra manera, en la disciplina cultural más moderna y total, que es la gastronomía. Con esta tercera estrella a Noma no hemos cambiado la salsa de tomate por la de jalapeños: nos hemos montado en el rugiente coche de Marinetti corriendo sobre la ráfaga y es más bello que la Victoria de Samotracia . Altazor ha desplegado su paracaídas para caer de suelo en suelo por los espacios de la muerte.
Michelin no le ha reconocido nada a Redzepi, como no se lo reconoció a Ferran Adrià. Los franceses son demasiado arrogantes para ser generosos. Michelin se ha doblegado, se ha humillado ante ellos, porque la lógica del poder sí que la entienden y han asumido que no lo tienen. Esta tercera estrella es Francia acudiendo al sepelio de sus deslumbrantes cocineros muertos. Robuchon tuvo la última genialidad de verlo antes de que sucediera, y retirándose a tiempo salvó su merecida eternidad. Siempre para él van estar abiertos nuestros brazos, y nuestra gratitud. El chef más angelical de todos los tiempos. A los de ahora, René les ha pillado por sorpresa, y en su arrogancia infinita de segundones, con demasiadas ínfulas y muy poco talento que aportar al arte y a la inteligencia creadora.
Lo que subyace en el formidable anuncio de Rezepi, en fondo y forma, es que el mundo ha cambiado. Que ya no somos los del flambeado, primero lo salado y luego y lo dulce. Ya no somos esclavos de las convenciones ni de la gloria del imperio. Dejamos de serlo con Ferran, pero cuando en 2011 cerró El Bulli, nos sentimos huérfanos. Entonces Andoni y René nos recogieron de la vía muerta en que el mundo de repente quedó. A Andoni la tercera estrella le va a costar algo más, porque desde hace unos años se dedica a insultar a la Guía de todas las geniales maneras que puede, unos insultos a los que las personas sensibles y decentes nos adherimos felices como un estudiante que se niega a hacer los deberes.
Mientras llega, la tercera estrella de Noma es la celebración del mundo nuevo y el velatorio de la sopa de verduras glaseada o del terrible pato à la presse, llamado también a la Puig Antich, por la similitud con el garrote vil que tiene el artilugio que sirve para trinchar los huesos del ave. La tercera estrella de Noma es La vida secreta de Salvador de Dalí, la dirección de Lluís Pasqual de El Público en el Odeón de París, Dante calzándose a Beatriz en El Cofre Volador del Tívoli Gardens. Mozart ha vuelto del Cielo para cenar en Noma mañana. Con esta distinción el mundo es hoy un poco más libre y está menos encorsetado, depende más del talento y menos del prejuicio, estamos un poco menos bajo la arena y un poco más al aire libre. René no es un cocinero y no importa si te gusta o no su cocina, ni siquiera si has estado.
René es un genio y René tiene la tercera estrella. Los Beatles nos han tomado de la mano para ir a pasear por campos de fresas para siempre.