El extravagante término inventado hace setenta años para denominar al coñac de Jerez
Para evitar emplear la palabra coñac, protegida por la Denoninación de Origen de la localidad francesa de Cognac, el Consejo Regulador del Jerez convocó un concurso para elegir un nombre
El jurado contaba con dos prestigiosos literatos y académicos de la época: José María Pemán y Julio Casares
En 1874, el empresario Pedro Domecq Loustau , un empresario francés establecido en Jerez de la Frontera (y casado con una jerezana) empezó a comercializar un brandy etiquetado bajo la marca «Fundador» y que pronto fue conocido en España con el nombre de « coñac » por su similitud con el licor procedente de la región francesa de Cognac.
Casi setenta y cinco años más tarde, el Consejo Regulador del Jerez decidió buscarle un nombre al producto, ya que no podía emplearse legalmente el que todo el mundo empleaba, ya que Cognac tenía su propia denominación de origen. Así que a sus miembros se les ocurrió convocar un concurso para encontrar una palabra que definiera este licor autóctono.
El concurso, anunciado en toda la prensa nacional, establecía que la palabra debía jugar con los términos coñac, Jerez y brandy. Se ofreció un premio de 10.000 pesetas , toda una fortuna para la época.
El éxito del concurso fue enorme, y se recibieron cartas con propuestas de toda España e incluso del norte de África. Una de las cartas, recordaba Juan P. Simó hace unos años en el Diario de Jerez, contenía hasta noventa denominaciones. En total se recibieron más de treinta mil vocablos , pero a cada cual más disparatado.
Algunos jugaron con la mezcla entre jerez y coñac: Xeriñac, Jerinac, Coñajer, cojer, Jernac, Joñac, Jercó... Otros unieron las palabras brandy y jerez: Jerebran, Jerendy, Brandixer, Xebrand, Xibrany, Brendano, Jerezandy. Y hubo una tercera vía que escapaba de las normas o retorcía los términos: Extremo derecha, Jody, Jerezsolvín, Ballena, Pepe, Banderillero, Jerein, Jerezvid, Jeruva, Calduva, Bijerez, Destiljerez, Jerlicor, Jerezvita, Vinardiente, Pirosin, Cherquemado...
De los 30.000 se seleccionaron, como contó José de las Cuevas en el libro « Historia apasionada del brandy de Jerez », 533 términos. El 3 de julio de 1950 se reunió el jurado que debía elegir entre este medio millar. No era un jurado cualquiera. En él estaban dos miembros de la Real Academia Española, el poeta gaditano José María Pemán y el granadino Julio Casares ; les acompañaban Manuel Barbadillo, Manuel de la Quintana, Ramón García Llanos y Antonio Muñoz.
El fallo fue « Jeriñac », una palabra que habían propuesto seis personas, que se repartieron las 10.000 pesetas del premio. El jurado recomendó a continuación que se denominara « Jerinac », ya que la letra «ñ» no existe en otros idiomas internacionales y «Jeriñac» resultaría confuso.
La publicación en la prensa nacional del término Jerinac fue recibida con una carcajada generalizada . Recuerda Juan P. Simó los chistes y chascarrillos que surgieron. «Y salió el chiste del hombre que va al bar y dice ''¡Un Jeriñac!'' Y el camarero, señalando con la mano, le contesta: ''Al fondo del pasillo, a la izquierda''; o Manuel Halcón , que propone llamarle ''Jericoña''; ''Destino'', una revista de Barcelona, opinaba que aunque jerinac fuera una solución para la ONU, sonaba a marca de cerrojos. El Espasa-Calpe de 1955 define Jerinac como ''palabra elegida innecesariamente en Jerez para sustituir al ya españolizado coñac''. Y Luis Pérez Solero hace una entrevista a una botella de Don Brandy donde éste se queja de la broma. Pero lo mejor es lo que escribe Wenceslao Fernández Flores sobre Jerinac: La aventura de Don Jozú, enamorado de la perfecta Rosalinda, que un día descubre que en su pueblo le llamaban con el mote de ''la Descuajaringá''. Desde entonces, Rosalinda se desvaneció para él. ''¿Se puede continuar amando a Rosalinda cuando se averigua que le llaman 'la Descuajaringá?'' Y, ¿se puede seguir bebiendo coñac cuando descubrimos que se llama Jerinac?«
El Consejo Regulador del Jerez desistió de emplear el vocablo y se decidió por la solución más fácil: llamar brandy de Jerez al brandy de Jerez. El académico Manuel Seco recordaba en una Tercera en ABC en 1983: «El nombre de Jeriñac, , inventado para designar el coñac elaborado en España (y que dio lugar a chascarrillos fáciles sugeridos por la evocadora resonancia del término) no fue nunca propuesto por la Academia, como se decía por entonces, sino por otro organismo oficial menos literario. Pero de la palabra jeriñac podemos afirmar lo que, a propósito de una vieja melodía, oí hace muy poco en Radio Nacional: ''No solo está completamente olvidada, sino que además muy pocos la recuerdan''».