Eugen Rugen: «La ideología te envuelve en su burbuja hasta que dejas de hacerte preguntas»
En su nueva novela en español, 'Metropol' (Armaenia), indaga cómo una persona se infecta por el totalitarismo a través de la historia de su abuela, que comenzó dudando del stalinismo
Después del éxito de 'En tiempos de luz menguante' y de delicias todavía no traducida al español como 'Cabo de Gata', el escritor ruso-alemán Eugen Rugen , premio del Libro en 2011, publica en nuestro idioma otra de sus novelas en la que tira del álbum familiar. Su libro 'Metropol' (Armaenia) reconstruye la historia de su abuela , que fue algo parecido a una agente soviética .
«La Internacional Comunista era una asociación de partidos para impulsar la revolución mundial, pero contaba con un departamento secreto . Allí trabajaba su nuevo marido, Wilhelm en el libro, y usualmente reclutaban a las parejas. Así como ella entró, como traductora, pero viajó con su marido por Europa con misteriosos maletines negros , según observó mi padre. Nunca hemos sabido lo que había dentro», relata a ABC Eugen Rugen.
¿Es una novela histórica o biográfica?
Creo que participa de los dos géneros . Me he documentado cuanto he podido, he buscado en archivos comunistas en Moscú, y he descubierto algunos hechos. También he investigado el día a día de la ciudad de Moscú en esos años de Stalin, de manera que la ciudad de Moscú es un personaje más de la novela. El hotel Metropol sigue existiendo, por supuesto, muy cerca de la Plaza Roja. Es un hotel de lujo, allí han pernoctado desde Michael Jackson hasta Obama. Pero no es en este hotel donde se quedaban los altos cargos comunistas .
Sus abuelos vivieron los duros años de las purgas de Stalin, entre 1936 y 1939. ¿Hablaban de ello en casa?
Nunca. Todo lo que se lo supe por mi padre, que sí hablaba abiertamente sobre el asunto. En mi libro 'El tiempo de la luz menguante' ya aparece mi padre como el personaje Kurz y brevemente el Metropol, en esos años. El sabía que estuvo trabajando como agente en esos años y que vivió año y medio en el Metropol, pero no sabía por qué. Esa es la parte de la historia que he tratado de reconstruir. Todo gira en torno a un documento, una denuncia por 'enemigo del pueblo', algo así como alta traición en agosto de 1936, contra un amigo de mi abuela. Debido a esa relación fue suspendida de servicio. Estaba en Moscú y no tenía casa allí donde vivir. Los alojaron en el Metropol , junto a muchos otros agentes también suspendidos. Y sobre esta situación se desarrolla la novela.
¿Cree que las purgas de Stalin dejaron un trauma colectivo en el pueblo ruso?
Traumas individuales desde luego. Y por mi experiencia diría que el 90% de los rusos que vivieron las purgas no hablaron después nunca de ello. Es un comportamiento colectivo característico de este tipo de eventos históricos.
Precisamente acabo de hablar con el embajador ruso en Alemania, Sergej Netschajew, y me ha sorprendido que siga haciendo un balance muy positivo de la figura de Stalin. Cuestiona sus métodos, pero considera que haber ganado la guerra contra Hitler, haber industrializado el país y haber equiparado nuclearmente a Rusia con EE.UU. son logros que pesan más que sus crímenes.
Es uno de los temas que trata el libro: cómo personas inteligentes se dejan fascinar por un sistema totalitario hasta el punto de renunciar a la razón para juzgar los hechos. Desde fuera de esos sistemas se puede ver otra perspectiva que desde dentro no se percibe. No es que esté comparando la Rusia de hoy con la de Stalin, para nada, pero me interesa esa tendencia a prescindir de los hechos. Y también me llama la atención que mucha gente en Rusia no se interesa por ese momento de la historia, por la literatura que estuvo prohibida… la gente vive pensando en el consumo y el éxito, en mudarse a una casa más grande o comprar un coche nuevo. Y solo hablan los nostálgicos para los que Stalin no era tan malo. En el libro me hago la pregunta sobre cómo la gente puede llegar a tragarse grandes mentiras, pero sobre todo cómo se mantiene fiel a ellas.
La protagonista, Charlotte, llega incluso a pensar en ingresar en un campo de reeducación para demostrar que era una verdadera camarada comunista.
Sí, ese proceso sobre cómo funcionan juntas la ideología y la moral es lo que me interesa. Una vez la persona está infectada por el totalitarismo . Y quería centrar mi búsqueda en una mujer que comienza dudando del sistema. Se pregunta cómo puede ser eso. Cómo su amigo al que conoce bien podía ser un enemigo. Desde ahí evoluciona hasta el punto de dudar de sí misma. Ese camino es el que he intentado rastrear.
Usted conoce bien Rusia y la forma de actuar de los rusos. ¿Le preocupa a usted la concentración de tropas rusas en la frontera con Ucrania?
No demasiado. Rusia es un país difícil, pero ya no tiene nada que ver con el estalinismo. Hoy consiguen las cosas por otros métodos. Y la política de Occidente juega también un papel. Es una jugada a muchas bandas, pero no creo que llegue a mayores. Putin juega con el miedo . Pero lo interesante para mí, tanto en la novela como en el presente, es que los malos son malos, eso ya lo sabemos, pero los buenos… también son malos. Y me cuesta entenderlo. No he escrito ese libro para demostrar lo malo que era el estalinismo sino para investigar cómo funciona la ideología, cómo una mujer como mi abuela, que no era más tonta que yo, ni peor persona que yo, que quería mejorar el mundo, cómo puede ser que creyese hasta tal punto en su burbuja, en su comunidad, como para dejar de hacerse preguntas
¿Y qué está escribiendo ahora?
No puedo decir mucho, pero es un libro que no tiene nada que ver con mi familia.