Escohotado, un lúcido y osado intelectual
«Antonio Escohotado, sobre todo fue un lúcido y osado intelectual, un traductor apasionado y atípico, un escritor-pensador en los años en los que la isla de Ibiza era/fue culturalmente el lugar más libre del mundo»
Muere a los 80 años el filósofo y ensayista Antonio Escohotado
Bien puedo decir, ante la muerte de Antonio Escohotado (Madrid 1941-Ibiza, 2021), dos cosas que para mí fueron prioritarias en el conocimiento que de él tuve, especialmente a lo largo de seis años (1977-1983), cuando él residió con continuidad en la isla de Ibiza y nos conocimos. Una visión, tópica sí, sería la de que al parecer no ha existido un solo Escohotado sino varios: el filósofo, el profesor de ética y de sociología en la UNED, el teórico sobre el mundo de la drogas, el escritor, el traductor y ¡el fundador de la (hoy) macrodiscoteca Amnesia! Lo cierto es que en Escohotado sólo hubo un intelectual excesivamente lúcido y osado y, en su última etapa, indomablemente liberal, abierto a muchas formas del conocimiento, de las que ya fue un tiempo fecundo el espacio la isla de aquellos años setenta y ochenta. De ello puede ser una prueba lo que sigue.
Vi a Escohotado, por vez primera, en la mítica librería Ex–Libris , situada en el centro de la ciudad de Ibiza, regida por una alemana, Evelyne. En los atardeceres, eran normales aquellos encuentros nuestros en busca de libros en lenguas inusuales y donde se podía pulsar una Ibiza que nunca ha sido suficientemente destacada: la de sus traductores. Pensemos que entonces –cito sólo a unos pocos– traducían en Ibiza , con dedicación exclusiva, Carlos Manzano (Miller, Bassani), Francesc Parcerisas (Pound), Escohotado (Newton, Hobbes, Jefferson), Pedro Gálvez (¡el Fausto de Goethe!), Ricardo Pochtar (El nombre de la rosa, de Eco), Manolo Sáenz de Heredia (las Elegías de Duino de Rilke) o Carlos Agustín (de varios autores norteamericanos).
De la librería Ex-Libris no nació la revista que proyectamos en una multitudinaria reunión, pero sí un libro 'Teoría(S)de Ibiza' (1983) que contenía el que habría de ser el sumario del primer número de la revista. (En ella se recogieron textos de Walter Benjamin a Torrente Ballester, de Salvador Pániker a Miguel Siguán, de Parcerisas a Antoni Marí, de Escohotado a Ivan Spence o Edevain Park. Esta última la propietaria de “Ganga”, la otra librería internacional de la isla.)
Con el Escohotado traductor y con todo el grupo solíamos encontrarnos también en la terraza del café del Teatro Pereira las mañanas de los lunes; mañanas que terminaba con hacer la compra para subirla en nuestros cestos a nuestros 'refugios', con la comida en el 'San Juan' o en el 'Juanito' del puerto y con las noches que terminaban con la asistencia al cine-club. Para sorpresa de muchos, también se recordará de aquellos felices e inolvidables días que Antonio Escohotado fue el fundador de la mítica discoteca 'Amnesia' ; algo más fácil de comprender hoy si precisamos que en aquellos tiempos ese lugar era una simple casa payesa que reunía a los amantes de la música en vivo y de la cultura.
Pero seguramente si siguiéramos con esa visión fragmentada que de Escohotado algunos tienen, tendríamos que hacerlo reparando en cuatro de sus libros muy distintos . El del filósofo en sintonía con el mundo de la antigüedad clásica ('De physis a polis. La evolución del pensamiento griego, de Tales a Sócrates', 1982), el teórico del mundo de las drogas ('Historia general de las drogas', 1989), el sociólogo con criterios políticos propios ('Las enemigos del comercio. Una historia moral de la propiedad, en tres volúmenes', 2008-2017) y un cuarto, el Antonio Escohotado unido a Ibiza en un libro breve, pero esencial para comprender su personalidad, 'Mi Ibiza privada', 2019).
De cuanto recibió de Ibiza y del referente que para él supuso la isla fueron sus posteriores regresos, de incógnito para nosotros, pero sobre todo el hecho de que él haya elegido la isla para ir a morir , y que lo haya hecho transmitiéndonos con antelación una frase reveladora, digna de un filósofo estoico; aunque fueron los presocráticos, y concretamente Heráclito, los que inicialmente atrajeron su interés: «Descanso en paz arropado por mi familia». Esa familia que también padeció el contubernio o encerrona que le llevó a él a pasar una temporada en la cárcel, y que –«como jurista que también soy», me dijo– se encargó de ir defendiéndose y dando cuenta posteriormente. (En la antigua cárcel de Ibiza –en tiempos Convento de Santo Domingo– visité a Escohotado en dos ocasiones. La primera, reclamado por él, para solicitarme un dato circunstancial, ajeno a la situación por la que pasaba, y la segunda como lo hicieron otros colegas escritores de la isla, simplemente porque no salíamos de nuestro estupor, pues no nos explicábamos lo que le había pasado.)
Pero por encima de esta desdichada circunstancia y de otras más jugosas y positivas que recordaría, Antonio Escohotado, sobre todo fue un lúcido y osado intelectual, un traductor apasionado y atípico, un escritor-pensador en los años en los que la isla de Ibiza era/fue culturalmente el lugar más libre del mundo. Tierra también no solo de intelectuales y pintores sino de refugiados políticos de todo signo, ya desde los años treinta y especialmente después de la Segunda Guerra Mundial y de las dictaduras de todo color de Iberoamérica.
Habrá quienes hoy sepan y escriban de los otros Escohotados. Para mí, como digo, solo existió uno: el intelectual de intelectuales, el profesor múltiple ; pero eso sí, también aquel ser de largas melenas que, al anochecer, con su guitarra bajo el brazo, caminaba hacia algún bar secreto del puerto.
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