Encuentran tres nuevas manos grabadas en las paredes de Altamira

Una de ellas fue hecha por un niño de entre 7 y 8 años, algo insólito en el arte rupestre

Una de las nuevas manos descubiertas en Altamira Museo de Altamira

B. Pardo

Altamira sigue sorprendiendo. Más de un siglo después de que se registrara la primera mano grabada en la cueva, en 1906, todavía se producen importantes descubrimientos gracias a los últimos avances tecnológicos, que permiten hacer visible lo invisible. El último, tres nuevas manos rupestres que engrosan el tesoro del lugar, que se acaba de presentar al público.

Estas tres manos habían permanecido ocultas durante tanto tiempo debido a su estado de conservación, que es malo, y que impedía que se percibieran a simple vista. « Estaban muy perdidas, no las podíamos ver . Pero en esta investigación hemos aplicado filtros fotográficos, que es con lo que se trabaja ahora en arte rupestre, y que nos ha permitido llegar donde el ojo no alcanza», explica a ABC Pilar Fatás, directora del Museo de Altamira.

La tecnología que ha permitido descubrir estas nuevas marcas, que seguramente tienen una antigüedad de unos veinte mil años, consigue resaltar los pigmentos que ha absorbido la roca, pero que ya no se ven. En este caso, se han detectado rastros de rojo y negro, colores que ya estaban en Altamira. Sin embargo, puede que el descubrimiento más importante sea también el más pequeño: el de una mano de apenas ocho centímetros de longitud. «Es muy importante, porque no es algo habitual en el arte rupestre . Pertenecía a un niño de unos siete u ocho años», afirma Fatás.

Estas tres nuevas manos se suman a las seis que ya se conocían. De las nueve manos pintadas, ocho se encuentran en la Sala de Polícromos, donde están las representaciones de los célebres bisontes, y otra está al final de la cueva, a más de doscientos metros de la entrada, en la llamada Galería Final, según informó Efe. Y esa es, precisamente, la del niño, que está hecha en un color negro intenso.

El descubrimiento se ha producido gracias a la colaboración del Museo de Altamira con el proyecto Handpas, que busca y cataloga todas las manos rupestres que existen en la Península Ibérica, Francia e Italia. «Es un proyecto muy interesante, que permite la divulgación del arte rupestre de estos países. Además, esta catalogación nos permite inferir ciertas cosas sobre nuestros antepasados: si eran diestros, zurdos, ambidiestros… El estudio de estas manos nos proporciona muchísimos datos», cuenta Fatás. Por ejemplo, a través de la lateralidad de las marcas se desprende que casi el setenta por ciento de la población prehistórica era diestra, según comentó Hipólito Collado, coordinador del proyecto Handpas, durante la presentación del hallazgo, tal y como recogió Efe.

Lo que cabe ahora preguntarse es si esta nueva tecnología que hace avanzar la investigación en arte rupestre podría revelar nuevas obras en Altamira. «No lo sé, podría ser que quedasen más obras que no se ven a simple vista. Nosotros ahora mismo hemos presentado lo que hemos conseguido después de este trabajo de investigación. Esto supone continuar avanzando en el conocimiento del arte paleolítico. Es un avance más», remata la directora.

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