La declaración de amor de Pérez-Reverte a los trenes a pesar de «los imbéciles que vocean con el móvil»

En su tribuna dominical del «XL Semanal», el popular novelista explica el origen de su pasión por los viajes en ferrocaril. Una afición que pervive

Arturo Pérez-Reverte Vanessa Gómez

ABC

Como era de esperar, la afición de Arturo Pérez-Reverte por los trenes tuvo su origen en los libros, concretamente en uno de Julio Verne, «Claudio Bombarnac» , que cuenta la historia de «un periodista francés que en 1892 viaja de Bakú a Pekín en un imaginario ferrocarril Transasiático, en cuya ruta le ocurren innumerables peripecias, incluido el conocimiento de interesantes y misteriosos compañeros de viaje».

Esto lo ha escrito en su tribuna dominical en el «XL Semanal» , en donde el popular escritor desarrolla esta afición al viajar al tren que continuó alimentada por el cine, claro, con ese « "Alarma en el expreso" , de Hitchcock, por ejemplo. También "Berlin Express", "Desde Rusia con amor" y, sobre todo, "El expreso de Shanghai ", donde en mi juventud –y juro que no sólo entonces– habría dado cualquier cosa por ser durante cinco minutos Clive Brook fumando junto a Marlene Dietrich («Hicieron falta muchos hombres para llamarme Shanghai Lily») en la plataforma trasera del vagón que cruza la turbulenta China.

En esta tribuna, posteriormente, el novelista confiesa que llegó tarde a algunas cosas que le hubiera gustado vivir, pero que algunas pudo conocerlas. «Nunca viajé en el Orient Express como tal; pero a finales de los años 70 fui de Viena a Belgrado y Estambul por la misma vía por donde poco antes aún circulaba ese tren mítico, y me alojé en el Pera Palace y en otros hoteles vinculados a su centenaria historia y a los viajeros que la protagonizaron», escribe.

Por último, Pérez-Reverte explica que aunque algunas cosas han cambiado, también en él, utiliza a los personajes de sus libros para desquitarse de las cosas que ya no se pueden hacer por variados motivos. Y vuelve a declarar su amor por los viajes en tren, a pesar de tener que «soportar la charla impertinente de los imbéciles que vocean su vida e intimidades mediante teléfonos móviles ». Pero es que, para el académico, viajar en tren le supone, con todo, «una felicidad singular».

Puedes leer el artículo entero en este enlace del «XL Semanal».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación