La cultura, un sector productivo estratégico, aunque parezca invisible en España
Las peticiones al ministro de Cultura, Rodríguez Uribes, tratan de paliar un desastre económico que puede acabar con el tejido empresarial cultural.
![Set de rodaje vacío](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2020/04/15/570ed29a-9fc4-41bb-a20f-813004fa533c-kU6E--1248x698@abc.jpg)
La cultura puede ser un espejismo al que nos hemos acostumbrado. Buscamos sentido a la imagen proyectada en el croma, pero es un trampantojo de diversión, belleza, y sentimientos que Shakespeare resumiría bien: «La materia de la que están hechos los sueños». Libros, peliculas, teatro, videojuegos participan de esta idea. No renunciemos a la experiencia, a esa proyección que hace más humana nuestra vida de soñadores aunque ahora confinados. Pero ¿es acaso imposible ver la máquina que la sostiene? ¡Claro que no! Solo hay que mirar el verde croma, como el de la foto que ilustra esta página, para comprender esa dimensión. Vamos a intentarlo hablando con quienes más saben.
No es alimento del espíritu . Quédense con esta frase: «La cultura es un sector productivo y el principal trabajo de los responsables de la política cultural es hacer entender eso a todos. Es un sector productivo muy importante, generador de empleo, entorno al cual se mueve mucho dinero, como el que alimenta la hostelería o el transporte». Quien lo dice es Marta Rivera de la Cruz, consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid. Escritora antes que política, conoce, como Alicia, las dos caras del espejo. Ejemplos: en Madrid supone el 4,5% del PIB (frente al 3,2% nacional), porque aquí se produce el 22% de la oferta cultural de España. ¿Y si pensamos en empleos indirectos? Imaginen cuántas personas vienen a Madrid desde fuera por la oferta cultural, en coche o tren o autobús, pagando gasolina, hotel, restaurantes, metro, cercanías, taxis..., según el caso. La entrada del Rey León anima el comercio de Gran Vía, la exposición del Museo Reina Sofía la vida de Atocha, junto al Auditorio Nacional hay una orquesta de restaurantes que viven de los conciertos, los párquines. etc...
Desierto Producciones. El parón en el cine ha afectado tanto a proyectos en preproducción, como a los que se estaban rodando y los que se preparaban en posproducción para estrenarse pronto. Rodajes y estrenos cancelados, supresión de contratos... ¿Quién va a rodar evitando contagios que paren la producción antes de que haya vacuna? ¿En qué salas podrá estrenarse nada con seguridad, con qué ganancia, si el aforo se reduce a un tercio? Para los exhibidores es la puntilla. Allí se recaudan unos 100 millones por año para el cine nacional. La industria calcula unas pérdidas de 150/180 millones mensuales desde el principio del confinamiento, 3.000 empleos mensuales, con una proyección mínima de 450 millones y 9.000 empleos. No son cuatro actores, sino profesionales y técnicos en filas interminables, autónomos o de empresas de servicios. un panorama «desolador».
Uno de los más destacados miembros de la industria explica que «a la pérdida en la facturación se suma la pérdida de recaudación, un 1,5 millones de contratos por producción. Y, aunque haya liquidez o préstamos para cubrir esta necesidad, las cantidades se consignarán como pérdidas en la cuenta de resultados. Si ello pone en situación de desequilibrio patrimonial a la empresa, la ley obliga a ir a concurso de acreedores». Y hay préstamos que vencen y las ayudas están paradas. No hay muchas empresas con liquidez, como sí pueden tener las cadenas de TV o las plataformas. Pero Uteca ha pedido ya dejar de financiar el cine con el 5% de su facturación. Será una debacle.
El libro, desencuadernado. Si hay un sector de la cultura potente en España es el editorial. Un negocio de 3.000 millones anuales al que el coronavirus ha amputado ya entre 800 y 900 del primer cuatrimestre. No solo por Sant Jordi (se celebrará el 23 de julio próximo, con distanciamiento social entre las rosas y los libros) y por la Feria del Libro de Madrid, sino también porque el libro digital es sólo el 5% del mercado y la piratería ha ascendido, según Cedro, un 30%. Por si fuera poco, las ferias se han cancelado, y para algunas como Fráncfort ya han invertido las editoriales (sobre todo porque en 2021 España es país invitado y este año era el prólogo a esa cita), pero se suman Bolonia, Bogotá y Buenos Aires, muy importantes para el comercio exterior. Escritores, traductores, correctores, maquetadores... son un ejército de autónomos y otro tipo de empleados cuyos puestos peligran sobre todo porque no se venden libros. Se han parado encargos y lanzamientos y nadie sabe cómo llevar a la gente a las librerías. Precisamente, Nuria Cabutí, CEO del Grupo Penguin Random House, señala ese punto como el que debe concentrar la ayuda del Gobierno: «Las librerías son el punto de unión entre editores y autores y lectores, y, sin ellas abiertas, las posibilidades de los lectores que quieren acercarse a las lecturas son limitadas. La capacidad prescriptora que tienen los libreros es a día de hoy insustituible. Así que la mejor manera de apoyar un relanzamiento tras la crisis es apoyarlas a ellas porque haciéndolo apoyamos a todo el sector». ¿Y cómo? Antonio María Ávila, del Gremio de Editores, lo tiene claro: «Liquidez, que las Administraciones devuelvan ya el IVA y que paguen las facturas pendientes (casi 60.000€) ya sería una buena medida». Añade «una línea de crédito específica para microempresas y un bonolibro para que la gente vuelva a las librerías. Toca que Cultura aumente sus presupuestos». Cabutí insiste en el bonolibro, «un vale para acercarse a las librerías a comprar un libro. De esta manera toda la cadena editorial se vería beneficiada: editores, autores, traductores, correctores, libreros. Además, sería una buena manera de empezar un ansiado plan de fomento a la lectura».
Telones desinfectados. ¿Cuándo volveremos al teatro? ¿Cuando haya tratamiento, vacuna, seguridad...? Antonio Banderas ya estudia medidas sanitarias en su Teatro Soho de Málaga, adelantándose y a la búsqueda de un gesto que vaya dando confianza al público asustado por la posible reinfección en salas cerradas. Y el sector ha solicitado medio centenar de medidas al ministro. Jesús Cimarro, portavoz in pectore del sector, se muestra esperanzado con el decreto que se prepara para paliar el gran daño, que afecta a unos empleos casi siempre precarios. Sólo el 8% de los actores podía vivir de su profesión en España, según un estudio, y puede empeorar. Y a eso hay que sumar todas las empresas asociadas, músicos, tramoyistas, técnicos, acomodadores, fabricantes de escenarios, transportistas. Entre las peticiones de muchos de los sectores, entre ellos el teatral, figuran incluso medidas para aplazar pagos de alquiler y gastos que, sin abrir puertas y sin recaudar, no pueden ser cubiertos mucho tiempo. Da vértigo asomarse a las posibles dimensiones del desastre.
La música sin los ecos. El parón ha sido cuantificado en 60 millones, 6,6 millones al mes de ventas físicas mientras dure la alarma y un impacto de 20 millones por los cambios de hábitos de consumo, más el retroceso de ingresos de las plataformas de streaming. Festivales aplazados, lanzamientos cancelados, cierre de locales públicos, cancelación de producciones audiovisuales (bandas sonoras)... hasta cifras superiores a los 100 millones de pérdidas. Antonio Guisasola, presidente de ProMusicae, advierte que, además de lo urgente, «hay reformas legales pendientes, directivas por trasponer y órganos reguladores que actualizar, a los que sumar las medidas de reconstrucción. No habrá dinero suficiente para paliar todos los efectos pero pedimos decisiones políticas valientes que sean realmente relevantes para ayudarnos».
Del Arte al Videojuego... El resto de sectores, cada uno con sus características, clama por lo mismo. De los artistas pequeños a los grandes estudios del primer sector precisan la atención. Los primeros, como en los otros sectores, piden medidas fiscales, de aplazamiento de cuotas de Seguridad Social y créditos, en atención a esa riqueza que generan alrededor de una actividad económica y que resumía Marta Rivera de la Cruz. El tejido cultural no se regenera fácilmente si todos sus elementos deben buscarse la vida en otro sector. Las entidades de gestión ya están poniendo todos sus fondos asistenciales disponibles, adelantando repartos y creando becas nuevas como VEGAP, a disposición de los creadores como ayuda para proyectos.
La recuperación será digital. «Además de los retos para el sector en lo físico están los retos de las industrias culturales en el ámbito digital», recuerda Carlota Navarrete desde la Coalición de Creadores. Para ella ese dato muestra que en una industria que facturó 7.500 millones de euros en 2018 y que maneja intangibles la cultura será «de vital importancia por su dimensión para la recuperación de la sociedad y economía española, con un gran potencial de crecimiento y de creación de empleo cualificado». En la era digital global «las medidas que se adopten deben enfrentar el grave problema del acceso no autorizado a contenidos protegidos por derechos de propiedad intelectual, que ha originado un devastador mercado ilegal conocido como piratería y esta situación especial vulnerabilidad del sector lo hace, más urgente y necesario, está en juego el modelo de país que queremos ser», según añade Navarrete, que no olvida que «las medidas adoptadas, en especial la de permanecer en los domicilios, suponen un impulso del mercado digital de contenidos sin precedentes. Es una oportunidad única para educar, concienciar y mostrar el gran potencial de la oferta legal de contenidos y actuar con contundencia frente a lo ilícito».
Ley de mecenazgo o ruina. El día que vuelva el público a las salas y las tiendas, a moverse por la cultura, puede que el 60% del tejido empresarial amenace ruina. Antes de que esta amenaza se concrete, todos los expertos consultados exigen medidas de mecenazgo para sumar capitales privados, o mejor una ley en la que parecen creer menos los partidos de izquierda, siempre desconfiados de las aportaciones de las empresas. En definitiva que se tomen decisiones para preservar el tejido productivo que crea empleo, riqueza (como otros), pero también singularmente patrimonio y puentes de convivencia e identidad. Si solo queda un vacío en el lugar donde estuvieron las industrias culturales, si el croma no proyecta sueños y relatos, si la crisis sacude lo que somos y las reglas que nos hemos dado, entonces comprenderemos que la importancia económica era esencial, pero no solo por los números. Por eso la cultura es estratégica.