Una crónica de 1651 arroja luz sobre el retrato de la infanta Margarita de la Casa de Alba

Refuerza la tesis de que pudo ser el propio Velázquez quien lo pintó, según una doctora en Historia del Arte

Detalle del retrato de «La infanta Margarita» Fundación Casa de Alba / Vídeo: Los «inquilinos» reales del Prado: cómo cambiaron en una década

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Decía Jonathan Brown que cada año trae sus supuestos cuadros de Diego Velázquez y que si todas las atribuciones fueran atinadas, la obra del genial artista sería más numerosa que la de Peter Paul Rubens, el pintor más prolífico de su época. Explicaba que Velázquez , que tenía un taller muy activo para cumplir con las peticiones de Felipe IV, pintó relativamente poco (algo más de un centenar de obras), porque aspiraba a un reconocimiento social como artista. Pero distinguir su pincelada de la de su yerno y discípulo Juan Bautista Martínez del Mazo a veces no resulta fácil ni a los mayores entendidos.

Hubo dudas con el retrato de « La infanta doña Margarita de Austria » del Museo del Prado hasta que la convicción de que el cuadro fue encargado muy probablemente después de la muerte de Velázquez decantó la autoría hacia Martínez del Mazo. Sobre el retrato de « La infanta Margarita » que se conserva en el Palacio de Liria, sin embargo, sigue habiendo disparidad de opiniones.

En la Fundación Casa de Alba citan al profesor Francisco Javier Sánchez Cantón para señalar que es un velázquez, pero otros expertos como Juan Allende Salazar, Enrique Lafuente Ferrari, José López-Rey o José Manuel Cruz Valdovinos lo consideraron una copia, posiblemente de Mazo, del retrato que pintó Velázquez en 1654 y fue enviado a Alemania como regalo para el futuro marido de la infanta, su tío el emperador Leopoldo I. Y otros muchos expertos, entre ellos Brown, no lo incluyen entre las obras de Velázquez.

«La Infanta Margarita Teresa», de Velázquez Kunsthistorisches Museum Viena

La doctora en Historia del Arte Mar Doval Trueba ha examinado todo lo publicado hasta el momento y asegura haber descubierto « algunas imprecisiones en lo referente a la atribución », lo que unido al análisis de hechos históricos relacionados le llevan «a incluir el retrato de la Casa de Alba dentro del catálogo de obras de autoría indiscutible del pintor sevillano », según señala en un artículo que próximamente será publicado en la revista « Philostrato » y que adelanta a ABC.

«Por aquello de la flema atribuida por el propio Felipe IV al sevillano, se ha rechazado adjudicarle cualquier "segundo retrato", sin embargo, su primer oficio, en la nómina del Alcázar, fue el de pintor de cámara (...). Si el rey le hacía un encargo, con toda seguridad no se atrevería Velázquez a dejarlo en manos de su ayudante, en una Corte donde la jerarquía y el protocolo eran tan importantes», defiende la autora de «Los velazqueños. Pintores que trabajaron en el taller de Velázquez» (2000).

Doval Trueba subraya que entre el retrato de Viena y el de la Casa de Alba se aprecia una diferencia de edad en el rostro de la infanta que « impide considerar un cuadro como copia del otro ». En el primero, además, se incluye un jarrón que no existe en el segundo. Una diferencia de rango que distingue el lienzo enviado al emperador, del regalado a un noble español.

El «padrino» oficioso

En un primer momento se pensó que el distinguido aristócrata que recibió el cuadro fue Gaspar Méndez de Haro , VII marqués del Carpio, ya que el retrato figura en el inventario de sus posesiones realizado en 1677. Pero Doval Trueba esgrime un documento consultado en la Biblioteca Nacional que, a su juicio, arroja luz en esta historia.

En la « Relación Verdadera del Nacimiento y Baptismo de la Serenissima Infanta D. Margarita María de Austria ...», el cronista Rodrigo Méndez de Silva relata el bautismo de la niña el 25 de julio de 1651 en la capilla del Real Alcázar. Esta ceremonia era una demostración pública del poder del monarca y una ocasión importante para la más alta nobleza, puesto que, como explica Inmaculada Rodríguez Moya en « El bautismo regio en la corte hispánica », el orden del acompañamiento del bautizo era un espejo de la jerarquía cortesana.

«La infanta Margarita» Fundación Casa de Alba

El cronista Méndez de Silva cuenta que la infanta María Teresa de Austria ejerció de madrina (advirtiendo que no hubo padrino) y que fue don Luis Méndez de Haro , padre de Gaspar y valido de Felipe IV tras la caída del conde duque de Olivares, el encargado de llevar en brazos a la recién nacida , que fue bautizada «con el nombre de Margarita María de Austria» (y no Margarita Teresa como le han llamado algunos historiadores).

«Resulta bastante probable que, en cuanto se pensó en retratar a la Infanta, el primer cuadro fuera para sus abuelos y el segundo para quien había ejercido de "padrino" oficioso », sostiene Doval Trueba, siendo estos la Familia Imperial y el todopoderoso valido de España. Al tratarse de encargos de tanto compromiso, esta experta cree que «no pudo realizarlos otro que no fuera el pintor de Cámara, Diego Velázquez».

Esta investigadora independiente es consciente de que, en un examen técnico del cuadro, la especialista del Prado Carmen Garrido señalaba algunos detalles no usuales en las obras de Velázquez de esta última etapa, como una línea oscura que se observa en la radiografía para marcar el dibujo. «El parecido de esta cabeza con la del retrato de Viena es mayor en el documento radiográfico que en la imagen directamente visible», indicaba Garrido.

Doval conjetura que el pintor debió de comenzar reproduciendo los rasgos del retrato de Viena, pero se dio cuenta de que éstos habían cambiado en la niña al crecer. «De ahí la diferencia entre la imagen directamente visible y la radiografía, y de ahí nuestra idea de que la Infanta posó dos veces », explica.

El hecho de que la calidad del lienzo sea inferior en el retrato que se conserva en el Palacio de Liria tampoco indica, a su juicio, que fuera pintado por Mazo. «¿Trabajaba con materiales de menor calidad que Velázquez para retratar a la misma reina o a las mismas infantas? Más fácil es pensar que el suministro, por cualquier circunstancia (escasez, carestía...) cambió», sostiene.

Incluso sobre el empleo de resinato de cobre , cuya aparición tendría que ser tomada como una excepción en un cuadro de Velázquez según Garrido, esta doctora en Historia del Arte recuerda que tras su estancia en Italia, Velázquez emplea carbonatos de cobre en tonalidades verdes y azules en otros cuadros, algunos de ellos de la misma infanta Margarita. «El pintor de Felipe IV, en el retrato de Alba, experimenta, consciente de quién está detrás de don Luis de Haro. Nada menos que su hijo, don Gaspar de Haro , uno de los mayores conocedores y aficionados a la pintura del Madrid del Siglo de Oro», defiende Doval Trueba.

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