Crisis en el Inaem: Iceta recurre a la vieja guardia del PSC tras la marcha de Amaya de Miguel
La directora general renuncia al cargo, incapaz de dar soluciones al colapso del organismo
Ocho meses ha tardado en explotarle a Miquel Iceta la crisis del Inaem , el mastodóntico organismo encargado de gestionar el teatro y la música de producción estatal. Después de ignorar durante meses las huelgas recurrentes de los técnicos, que provocaron la suspensión de 90 funciones, y pasar por alto la dimisión en enero de Fernando Cerón como subdirector general de Teatro, el ministro de Cultura debe afrontar el relevo de la directora general del Inaem, Amaya de Miguel , cuya renuncia al cargo ha sido hecho pública este martes.
El Ministerio de Cultura, en una nota de prensa, ha informado de que De Miguel será relevada en el Consejo de Ministros del día 29 por Joan Francesc Marco , que ejerció como director del Inaem entre los años 1990 y 1995 y goza de la plena confianza de Iceta, que lo había integrado como asesor en su gabinete desde que llegó al ministerio, en julio del año pasado. Además de su trayectoria en el ámbito de la gestión cultural –fue consejero delegado del Teatro Nacional de Cataluña y formó parte de la Junta de Gobierno del Consorcio del Gran Teatre del Liceu–, Marco es militante del PSC desde el año 1976. Ha sido concejal del Ayuntamiento de Hospitalet y diputado provincial.
Según ha podido saber ABC, la ya ex directora general de la entidad comunicó su decisión al ministro el pasado jueves y muy poca gente de su equipo tenía conocimiento de su marcha. De Miguel se hará cargo ahora de la Fundación Montemadrid, donde pondrá en marcha el proyecto de apertura del Palacio de la Música en la Gran Vía de Madrid. El responsable de esta fundación era José Guirao, precisamente quien apostó por ella cuando fue nombrado ministro por Pedro Sánchez, con quien De Miguel guarda una gran amistad. Su nombre, de hecho, sonó como posible relevo del exministro Uribes. La Fundación Montemadrid ha informado de que Guirao ha pedido voluntariamente ser relevado de su cargo y seguirá vinculado como asesor.
La gestión de De Miguel al frente del Inaem se caracteriza por la incapacidad de resolver los problemas crónicos de una institución que desde 1985 sigue pendiente de múltiples reformas, reclamadas por ex altos cargos, trabajadores y sindicatos. Esta fue su gran prioridad cuando llegó al cargo: constituyó un grupo de trabajo que redactó un exhaustivo informe de reformas pendientes y propuso crear una ley especial para «flexibilizar la institución y afrontar su renovación para dar una repuesta más rápida y ágil a las necesidades del sector escénico y musical». Unos meses después, sin que se celebrara ninguna reunión relevante, estalló la pandemia y De Miguel tuvo que afrontar una situación complejísima, con los teatros cerrados durante meses y la parálisis del ministerio a la hora de aprobar subvenciones al sector.
Varias fuentes consultadas coinciden en señalar que la situación del Inaem es de «colapso», con los actores cobrando con semanas de retraso de forma recurrente, falta de agilidad en los trámites administrativos, un personal envejecido y escaso y huelgas continuas. A finales de febrero, Fernando Cerón dimitió como subdirector general de Teatro. «Mi decisión viene motivada por las dificultades con las que me enfrento a diario para poder ejercer el trabajo que considero necesario como responsable técnico de la relación institucional con el sector de las artes escénicas», dijo. El Inaem debe gestionar líneas de ayuda de los fondos europeos por valor de 18 millones de euros sin que, según indican fuentes consultadas, haya personal para administrarlos.
Amaya de Miguel se ha enfrentado también a los paros convocados por la Plataforma de Técnicos y Técnicas Afectados por la OEP18, que a lo largo de los últimos meses han convocado numerosos paros porque el Cuarto Convenio Único aprobado en 2019 fija unas exigencias de titulaciones que, en la práctica, supondrá que unos 200 técnicos que han venido encadenando contratos temporales durante años se quedarán sin empleo. Cultura no ha ofrecido ninguna solución satisfactoria a este colectivo, que con sus paros han conseguido la cancelación de 90 funciones, afectando a más de 23.600 espectadores.