Los conservadores del Guggenheim de Nueva York acusan al museo de «permitir el racismo»

La ejecutiva del museo recibió una carta, firmada por el Departamento de Conservación, en la que se le exigía cambios inmediatos y profundos frente a lo que denomina «un ambiente de trabajo no equitativo que permite el racismo, el supremacismo blanco y otras prácticas discriminatorias»

Museo Guggenheim de Nueva York Efe

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Los cuatro primeros libros más vendidos en la categoría de ensayo en EE.UU. en estos momentos en la lista de «The New York Times» tienen que ver con asuntos raciales . «White Fragility» (‘Fragilidad blanca’) o «How to Be an Antiracist» (‘Cómo ser antirracista’), se venden como churros en un momento de despertar colectivo en el país, desatado por los últimos casos de abusos policiales a la minoría negra -la muerte de George Floyd en Mineápolis, la de Rayshard Brooks en Atlanta- y el levantamiento en protestas que se han alargado durante semanas.

«¿Soy racista?» , se pregunta, con cierta perplejidad, EE.UU. y devora esos libros para encontrar respuestas («sí», responden los libros). La cuestión recorre todo el tejido del país: de empresas a grupos de amigos, de ligas deportivas a universidades. También ha llegado a los museos, que desde la muerte de Floyd han sido cuestionados por su programación, la diversidad de sus plantillas o el compromiso con la causa de los multimillonarios que los financian.

El último ejemplo es el Guggenheim de Nueva York . Esta semana, la ejecutiva del museo recibió una carta en la que se le exigía cambios inmediatos y profundos frente a lo que denomina «un ambiente de trabajo no equitativo que permite el racismo, el supremacismo blanco y otras prácticas discriminatorias». La misiva la firma «El Departamento de Conservación» . No hay ningún nombre de empleados, aseguran, por miedo a represalias. La carta va dirigida a cuatro ejecutivos del museo. Entre ellos, su director, Richard Armstrong, y su conservadora jefe, Nancy Spector, protagonista de una de las acusaciones de racismo.

Mutismo y castigos

Los comisarios exigen que el museo «acabe con la cultura de favoritismo , mutismo y castigos», que se «corrija» una programación de exposiciones y un coleccionismo «fundamentalmente centrados en hombres blancos» y que se garantice la contratación de comisarios pertenecientes a minorías raciales.

El año pasado, el Guggenheim de Nueva York cumplió 80 años y, por primera vez en su historia, invitaba a una mujer negra a comisariar una exposición. Fue Chaédria LaBouvier, con una muestra alrededor de la figura de Jean-Michel Basquiat. Entonces, Armstrong admitía, sin la urgencia racial que vive ahora EE.UU., que el museo estaba «ligeramente fuera de ritmo» en la admisión de comisarios de minorías (a finales del año pasado, fichó a la primera persona negra como empleado a tiempo completo de su departamento de programación, Ashley James).

La invitación a LaBouvier acabó en escándalo. El museo no la incluyó en un panel con expertos sobre Basquiat alrededor de la muestra -expertos que ella misma había invitado para el catálogo- y el mes pasado acusó a Spector y al «liderazgo del museo» de provocar la «experiencia profesional más racista de mi vida».

«Borrad esa mierda»

Cuando el museo se sumó a principios de este mes a la iniciativa de colgar fotos completamente en negro para «sumarnos en solidaridad contra quienes demandan justicia y el fin del racismo », LaBouvier reaccionó con furia: «Idos completamente a tomar por el culo», «soy la primera comisaria negra en ochenta años de historia y os negasteis a reconocerlo, mientras permitisteis a Nancy Spector montar un panel sobre mi trabajo sin invitarme. Borrad esa mierda ».

La dirección del museo ha tratado de apaciguar los ánimos. «Nuestros comisarios son esenciales para el Guggenheim y les escuchamos», dijo Armstrong en un comunicado. «Sus esfuerzos para promover cambios es una oportunidad para que «embarquemos en un diálogo beneficioso para que seamos una organización más diversa, más justa y más acogedora para todos».

Los movimientos, sin embargo, ya han tenido repercusiones. El conservador de arquitectura e iniciativas digitales, Troy Conrad Therrien , ha presentado su dimisión por su propia complicidad con lo que considera abusos del museo: «Es hora de que muchos de los que nos hemos beneficiado de un sistema defectuos o estando en puestos de responsabilidad hagamos sitios a aquellos que puedan posibilitar una igualdad que ya no es necesaria sino urgente». Spector, una figura histórica del Guggenheim, ha decidido tomarse tres meses de baja a partir del mes que viene y alejarse de un ruido que todavía es mayor fuera de la famosa espiral blanca del edificio de Frank Lloyd Wright en la Quinta Avenida. Este mismo mes, una «carta abierta a las entidades culturales de Nueva York» , firmada por empleados actuales y pasados de museos de la ciudad, tanto de minorías como blancos, advertía de que «ya no toleraremos vuestra descarada falta de respeto e indignantes actos de violencia contra empleados negros» y exigían el «desmantelamiento de la opresión sistemática» contra las minorías, empezando por el despido de sus ejecutivos de administración y de conservación «como muestra de buena fe para un cambio real».

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