Críticas a Cultura por la tardanza en la firma de la colección Carmen Thyssen
La Cámara da luz verde al real decreto que otorga la garantía del Estado a las 425 obras, que están de momento depositadas en el Museo Thyssen, penúltimo paso antes del contrato de 15 años
En el cuento de nunca acabar en que se ha convertido la firma del contrato de alquiler de la colección Carmen Thyssen , el Congreso ha protagonizado el penúltimo episodio, la convalidación del real decreto que otorga la garantía del Estado al conjunto de las 425 obras que están de momento depositadas en el Museo Thyssen , de las que 329 entrarán en el contrato de alquiler a razón de 6,5 millones de euros anuales, durante los próximos quince años. El visto bueno de la Cámara Baja, eso sí, se ha producido entre reproches por la vía elegida –un real decreto que incluía otra medida relativa a los derechos audiovisuales del fútbol– y la tardanza en certificar un acuerdo que se anunció por primera vez a finales de enero.
¿Por qué apuró tanto los plazos el Gobierno para llevar al Consejo de Ministros este convenio? ¿Por qué disfrazan de urgente algo que se pudo resolver meses antes? Los grupos de la oposición han vuelto a criticar que con este ya sean más de medio centenar los reales decretos aprobados por el Gobierno de Sánchez, una vía legislativa reservada a asuntos que no pueden esperar y que impide que la Cámara pueda modificar las iniciativas aprobadas previamente por el Consejo de Ministros. Este 'lo tomas o lo dejas' de la cartera que dirige el ministro Miquel Iceta , no obstante, ha salido adelante con el voto favorable de 269 diputados, ninguno en contra y 77 abstenciones.
Para la firma del acuerdo, eso sí, aún habrá que esperar a un próximo Consejo de Ministros en el que se apruebe el contrato de arrendamiento de 329 obras propiedad de Carmen Thyssen , entre ellas el 'Mata Mua', que posteriormente será rubricado por el Ministerio y la baronesa y de nuevo convalidado por el Congreso. Lo que hoy ha ido a la Cámara Baja es un real decreto que asegura que en ningún momento las obras de la colección se queden sin garantía y que modifica un artículo de la ley de patrimonio para que este conjunto artístico pueda arrendarse durante quince años. La «urgencia» en esta tramitación, ha justificado Iceta en su primera intervención parlamentaria tras su nombramiento como ministro de Cultura, venía por el «riesgo» de que la baronesa retirara sus obras del museo.
A juicio de Iceta, el contrato de arrendamiento dará continuidad a una colección que se ha afianzado como una «institución cultural de extraordinaria relevancia» y «se refuerza el patrimonio cultural español». En una intervención en la que se ha limitado a resumir la exposición de motivos del real decreto, el titular de Cultura ha señalado que la continuidad de la colección de la baronesa va a redundar de manera favorable en el turismo cultural y en la actividad económica . Iceta fue el ministro que firmó el pasado martes este real decreto, horas después de asumir la cartera, pero ha sido el exministro Uribes quien durante estos meses ha negociado un contrato que se anunció a principios de año y que ha necesitado de tres prórrogas antes de acordarse. Y antes de Uribes fueron ministros como Mariano Rajoy, Carmen Calvo o Ángeles González-Sinde quienes fueron renovando de manera anual un contrato que cesó en 2011.
«Les ha costado mucho tiempo, hasta cuatro ministros, traer esta reforma, y hoy nos quieren justificar su urgencia», ha reprochado al Gobierno Javier Merino, del PP: «El contrato finalizaba el pasado 15 de julio y tuvieron que correr para aprobar este real decreto, como fuera, un día antes». Los populares, no obstante, por «sentido de estado» han votado a favor de un real decreto que une la garantía de la colección Thyssen con la imposición a los clubes de ceder los derechos audiovisuales a la Real Federación Española de Fútbol: «Solo a alguien como Sánchez se le habría ocurrido unir las dos regulaciones». Vox, que se ha abstenido, y el Grupo Parlamentario Mixto, también han criticado la vía del real decreto, «una fórmula con tintes de coladero que ya le ha costado al Gobierno algún revolcón».