Entrevista
Cela Conde: «En el colegio hay que fomentar la pasión por la lectura, no la obligación»
El hijo del premio Nobel aboga por recuperar las obras menos conocidas de su padre
En el año en el que su padre hubiera cumplido un siglo de vida , Camilo José Cela Conde , el hijo del premio Nobel de Literatura autor de obras como «La familia de Pascual Duarte» o «La Colmena», trabaja por que estas no caigan en el olvido y continúen llegando a las nuevas generaciones. Durante estos días, participa en Santander en el curso «Literatura y periodismo en la posguerra española: Camilo José Cela», organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo .
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Que se mantenga el recuerdo de su padre como el escritor que fue es una de sus máximas prioridades, así como que se rescaten las obras que, pese a no alcanzar tanta fama como lo hicieron otras, para él son la base de la totalidad del trabajo que llevó a cabo Camilo José Cela a lo largo de su trayectoria.
¿Cómo era Camilo José Cela?
Es una pregunta de una tesis doctoral o dos, difícil de contestar de manera breve, y sobre todo para su hijo, en la medida que para mí Camilo José Cela no solo era un escritor, sino que además era mi padre. Por una parte se podría decir que es difícil de contestar, pero por otra he publicado dos libros en los que se da la respuesta, así que no debería serme tan difícil. Lo que sí sería complicado es hacer una síntesis.
Pero yo subrayaría algunos rasgos de Camilo José Cela como escritor. El primero de ellos, el manejo magistral del lenguaje, es decir, que el castellano que utiliza Camilo José Cela alcanza cotas tan importantes como pudo haber alcanzado Quevedo. Además, esta capacidad para diversificar sus libros, que las cuatro primeras novelas que publica no se parecían absolutamente en nada la una a la otra, y también el tratamiento de los personajes. Los personajes de mi padre son todos perdedores, son personas a las que el mundo atropella, y son una especie de grito, de angustia, en favor del ser humano frente a la sociedad y frente a la política, y esto lo puso de manifiesto el comité del premio Nobel cuando le dieron el premio. Es decir, enfatizó la importancia de la defensa de la persona frente a la sociedad que la rodea. Pascual Duarte es el ejemplo mejor, pero Martín Marco, de «La Colmena» no está nada mal. Incluso los enfermos en estado terminal de tuberculosis de «Pabellón de reposo» pertenecen a esa estirpe de perdedores devorados por unas circunstancias que ni entienden ni pueden superar.
¿Y por qué tanto énfasis en este tipo de personaje?
Yo creo que todo escritor hace una elección, qué es lo que quiere escribir y qué personajes quiere retratar. Entonces, el optar por el perdedor a mí me parece que es un recurso escéptico pero también es un recurso moral. Yo creo que en realidad esa es la función de un escritor que quiere ir más allá del mero entretenimiento. El personaje por excelencia de ese estilo es Don Quijote.
¿Por qué quiere que se recuperen las obras de su padre que son menos conocidas?
Es que creo que de ahí sale la gran obra de Camilo José Cela. De los apuntes carpetovetónicos y de los viajes sale todo el resto. Y al fin y al cabo, novelas como, por decir las últimas, «Mazurca para dos muertos» y «Madera de Boj» no deja de ser una vuelta a la Galicia, un viaje por aquella «Galicia», muy parecido al que es en otra clave completamente diferente «La Rosa», su primer libro de memorias.
¿Cree que el recuerdo que hay de la figura de su padre es el que merece?
Cuando comenzamos a planear el centenario de Camilo José Cela, el objetivo de la fundación que presido, que se llama Charo y Camilo José Cela, era precisamente recuperar el Cela escritor. Pero muy pronto nos dimos cuenta de que eso era fácil, porque todos los que quieren recordar a Cela quieren el escritor. Claro, otra cosa es que realmente se consiga que este mensaje llegue a las personas más jóvenes, que nunca le conocieron y que por tanto pues para ellos es como el Arcipreste de Hita, es decir, que ya había muerto cuando ellos nacieron. Eso sí que es una asignatura pendiente, la de poner a Camilo José Cela al alcance de los jóvenes con el fin de que ellos mismos decidan si quieren leer sus libros o no, pero que sean ellos los que decidan, no el colegio que les obligue a leer el Pascual Duarte.
En este aspecto, ¿considera que los jóvenes leen más por obligación que por pasión?
Sí, y a mí me parece que esto es una equivocación, pero claro, yo no soy pedagogo ni afortunadamente ministro de Educación. Creo que es un error. A mí me parece que lo que hay que fomentar en el colegio e incluso en la universidad es la pasión por la lectura, no la obligación de la lectura.
¿Y cómo se puede conseguir?
Si yo lo supiera, probablemente sería necesario que me nombraran ministro. No lo sabe nadie, pero no está nada mal el tener un libro a mano y descubrirlo, es decir, el irte a la biblioteca de tu padre, tomar un libro, abrirlo y de repente quedarte fascinado es la mejor manera de llegar a la literatura. Para eso tiene que haber una biblioteca en casa, y ese es el drama, que estamos perdiendo la afición por la lectura porque estamos perdiendo los propios libros como objeto. No es lo mismo ir a una biblioteca pública que ir a la librería de tu casa, porque a una biblioteca pública solo irás cuando ya eres un convencido. Yo creo que lo que hay que fomentar entre los jóvenes para que lleguen a la lectura es la curiosidad. Forzado no se llega.
Y usted que ha sido profesor, ¿cómo cree que se puede fomentar esa pasión a los alumnos?
Aunque yo no fui profesor de literatura, creo que la tarea del profesor de universidad siempre es la misma: dar a sus alumnos preguntas y que busquen ellos las respuestas.
Algunos libros de su padre han sido adaptados al cine ¿Cree que es necesario o positivo, quizás enfocado sobre todo hacia los jóvenes, que se adapte la literatura al cine?
El resultado puede ser distinto dependiendo del director y de la manera como la hace. Por ejemplo, «La Colmena» creo que es una adaptación magistral, mientras que otros libros de mi padre han tenido peor adaptación. «La familia de Pascual Duarte» es una buena película, pero no refleja «La familia de Pascual Duarte». No se trata de si sí o de si no, sino de cómo se hace la adaptación. Hay directores de cine magistrales adaptando obras, y hay otros directores que hacen una adaptación de un libro y uno sigue pensando que el libro era mejor, así que depende de cómo se haga.
¿Pero cree que siempre es importante leer antes el libro que ver la adaptación, o no tiene por qué?
La clave del libro es que cuando uno está leyendo un libro se está imaginando lo que sucede, y ningún cine puede competir con la imaginación. La imaginación está muy por encima, así que el libro tiene todas las posibilidades de ganar. Claro, si es un libro muy lineal, muy ligado a una determinada historia, a una intriga... pues si ya ha visto la película vaya ganas de leer el libro. Pero si un libro más intimista, más poética, seguro que la lectura del libro va a añadir claves que la película no consigue dar.
Respecto al dominio del castellano que decía antes que tenía su padre... ¿cree que hoy en día los escritores lo siguen teniendo o se está dejando de lado?
Hay de todo porque como es natural hay espléndidos escritores que utilizan un vocabulario muy limitado, como Bukowski, y hay escritores en cambio que utilizan un abanico idiomático muchísimo más amplio. En realidad el talento no consiste en el número de palabras que utilizas, pero lo que sí es cierto es que a fuerza de que se empobrezca el lenguaje se está empobreciendo también la literatura. Por fortuna, funcionamos como los péndulos, y a mí me da la impresión de que todo este fervor por el Whatsapp y por el Facebook y por el Twitter y por el libro electrónico puede tener su momento de auge pero también puede llevarnos en el otro sentido. Cualquiera que sea muy joven y entienda lo importante que es un libro físico de papel, que huela a papel y que se toque y se saboree de una manera, nunca más verá en el libro electrónico algo comparable.
¿Y si se empobrece la literatura se empobrece la sociedad?
Es que estamos hablando de lo mismo, es decir, la cultura y la sociedad no son dos cosas diferentes, son la misma cosa. El que perdamos bagaje cultural implica perder bagaje económico, social, moral, estético y de todo tipo. Es todo lo que nos empobrece. Si la cultura pudiera aislarse sería prescindible. Sería como los bolos, si desaparecen no pasa nada. Lo que pasa es que la cultura forma parte de nuestra naturaleza. Se exprese como se exprese, los videojuegos también son cultura, lo que sucede es que el rango que puedes alcanzar, por cambiar de registro y que se me entienda mejor lo que estoy diciendo, entre escuchar «bacalao» o escuchar a Mozart no es comparable.
¿Y, a su juicio, cuál es la evolución que está teniendo la literatura?
Yo no sé suficiente de literatura, debería ser un especialista en literatura quien lo dijera. A lo mejor es un error mío, pero a mí cada vez me gusta más releer, es decir, volver a lo que ya he leído y que me ha entusiasmado y poderlo disfrutar una segunda vez. No sé si porque no estoy al tanto de la estética actual o si esa estética me llena. Esta es la misma crítica que se me puede hacer a mí como la que yo hago a los jóvenes cuando nunca tienen interés en leer a Cervantes o a Quevedo. Creo que limitar el abanico de opciones es peor.
¿Y entre las obras que le gusta releer hay algunas de su padre?
No, porque cuando yo leo algo de mi padre no estoy teniendo la misma experiencia que cuando leo una obra de cualquier otra persona. Siempre que leo lo que sea de mi padre le oigo, es como si le estuviera oyendo a él leer su propia obra, oigo su voz dentro de mi cabeza, cosa que no me sucede con ninguno de los demás autores. Así que es una cosa completamente diferente, pero cada vez más a las obras de mi padre me acerco por necesidades que no tienen que ver con el mero placer de lectura, sino las reediciones o este tipo de acontecimiento que con el centenario se presenta. No, yo cuando hablaba de releer me refería más, qué sé yo, a Poe que a Camilo José Cela.
¿Y en este momento, o en el futuro, cree que se puede volver a hacer una literatura como la que comenta?
Yo no sé si se podrá volver a hacer la misma literatura, de lo que estoy absolutamente convencido es que habrá una literatura muy buena hecha de otra forma, y que tendremos que contextualizarla, de la misma manera que si ahora nosotros leemos a Cervantes sin duda no estamos leyendo un autor actual y nos fascina. Cada momento, cada época, tiene sus propios autores, y Baroja no es Camilo José Cela pero tampoco es Góngora.
Entonces, ¿las obras literarias tienen fecha de caducidad?
No. Yo creo que lo que tienen es fecha asociada, pero no de caducidad. Lo que tiene fecha de caducidad es la mala literatura, y eso es seguro que terminará por desaparecer. Yo he intentado leer algunos de estos best seller que tanto se venden y me ha parecido un horror, como por ejemplo, por decir una única obra «El Código da Vinci». Nunca he podido pasar de la página 50. Bueno, a lo mejor es porque soy más tonto, pero también puede ser que es que en realidad eso no sea nada más que un epifenómeno literario que no va a tener mucha trayectoria.
¿Cursos como el que se celebra aquí estos días ayudan a recuperar esa figura de su padre como escritor?
Estoy seguro de que sí.