Carmen Iglesias, reelegida directora de la Real Academia de Historia

La historiadora, primera mujer en dirigir una Real Academia, ha renovado su cargo por 28 votos a favor y 3 en blanco

Carmen Iglesias, en la sede de la Real Academia de la Historia Isabel Permuy
Bruno Pardo Porto

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Las cosas en la Real Academia de la Historia no cambian. Carmen Iglesias ha sido reelegida directora de la institución casi por unanimidad: 28 votos a favor y 3 en blanco . «Espera un momento, que estoy casi sin habla por la emoción», dice con un hilillo de voz al otro lado del teléfono, tras salir del pleno que la ha vuelto a encumbrar. Aunque su cargo no corría peligro, no se esperaba este nivel de apoyo. «El voto es secreto, nunca se sabe...», continúa mientras busca la normalidad de sus cuerdas vocales.

De estos cuatro años en los que ha estado al frente de la RAH (primera mujer, por cierto, que dirige una Real Academia), destaca dos logros. El económico y el mediático, por resumir. «En 2014 nos encontramos un déficit de 800.000 euros y ahora no tenemos déficit. Hemos logrado el equilibrio financiero. Han sido tiempos de ajustes y austeridad. Los pocos empleados que estamos somos polivalentes, hacemos de todo», explica antes de presumir de su joya de la corona, el Diccionario Biográfico Electrónico .

«En solo seis meses hemos llegado ya al millón de visualizaciones . Nos lee gente de 163 países», alardea. Y esta herramienta la van a seguir explotando desde la institución. Ya tienen 20.000 nuevas biografías para lanzar a la red (que se sumarían a las 45.000 actuales) y están empezando a implantar esta herramienta en centros educativos. Todo eso con solo cuatro trabajadores al frente del proyecto. «Estamos con carencias, como todos. Queremos un mayor desahogo en todos los sentidos», confiesa.

Iglesias tiene la esperanza de que «la historia sea conocida a través del diccionario por la mayoría de los españoles». Porque entre la emoción, claro, no pierde su alegato a favor de la historia («¿qué clase de historiadora sería si no?»): «La historia enseña mucho, aunque no siempre aprendemos. Es importante que se conozca. Puede evitar algunos errores graves que se han cometido. El presente no se entiende sin el pasado».

Y por aquí se filtra, quizás, lo que más se le ha reprochado a la RAH en los últimos años: su falta de implicación en eso que hemos dado en llamar «actualidad», donde las falacias históricas se usan como arma arrojadiza mientras la institución no se pronuncia. «Nosotros hicimos un informe hace años sobre los libros de texto, pero no estamos en la lucha del día a día. Están nuestra web, los libros, las conferencias que hacemos y el diccionario para contrastar esas falsesdades históricas», zanja la multipremiada académica.

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