Carmen Calvo apoya que el Congreso deje de llamarse «de los Diputados»

La vicepresidenta secunda la carta en la que una asociación en defensa de la igualdad de género en la cultura pide el cambio de nomenclatura de la Cámara

La vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo JAIME GARCÍA

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Está claro que nuestra pobre lengua no gana para disgustos. Siendo el español responsable del hermanamiento, la unión, de cada vez más personas en todo el mundo –580 millones, según el último Anuario del Instituto Cervantes –, no deja de ser paradójico que, de un tiempo a esta parte, se haya convertido en protagonista, involuntario a más no poder, de numerosas trifulcas políticas a cuenta del denominado «lenguaje inclusivo» . Apenas cuarenta y ocho horas después de que la RAE presentara su ya famoso informe contrario a modificar la Constitución de 1978 , porque «gramaticalmente es impecable», ayer volvió a saltar la polémica . Y la protagonista fue, una vez más, la vicepresidenta Carmen Calvo , quien en julio de 2018 pidió a la institución que redactara el mencionado estudio».

Tras recibir el veredicto de la RAE con ánimo poco conciliador – «Esta batalla no hay quien la pare», dijo , poco después de que se hiciera público–, Calvo fue ayer entrevistada en la Cadena Ser, donde, claro está, volvió a salir el tema. A la pregunta de Àngels Barceló sobre qué va a hacer el Gobierno con el informe, la vicepresidenta se salió por esa tangente que tan poco nos gusta a los periodistas –«No sé qué vamos a hacer las mujeres españolas», respondió– y aprovechó para sacarse un as de la manga, en forma de carta, además, aunque de las que tienen remitente y destino.

Según contó, el martes tuvo conocimiento de «una iniciativa de la recién elegida premio Nacional de Historia , la señora Anna Caballé », a la que Calvo admira «muchísimo», quien le ha enviado «una carta a la presidenta del Congreso de los Diputados para decirle que sería muy correcto que el Congreso se llamara sólo Congreso, igual que el Senado, que no se llame Congreso de los Diputados, porque, si no, a ver qué hacemos allí las diputadas».

Una propuesta que Calvo apoya «absolutamente», porque cree que «las mujeres de este país tenemos derecho a que el lenguaje evolucione, nos reconozca, nos nombre, porque el cerebro no puede seguir funcionando en masculino». Es cierto que el respaldo de una vicepresidenta a una propuesta como esa tiene mucho calado, pero un recorrido incierto, ya que para abordar el cambio de nomenclatura de la Cámara Baja habría que reformar la Constitución –ríanse ustedes del eterno retorno de Nietzsche–, y eso ya es harina de otro costal, y menudo costal.

Aunque la iniciativa, en realidad, no es cosa sólo de Anna Caballé . Es cierto que ella firma la carta, pero lo hace como presidenta de la Asociación Clásicas y Modernas , colectivo en defensa de la igualdad de género en la cultura fundado hace diez años por Caballé y la escritora Laura Freixas . En la misiva, firmada en Barcelona y Madrid el 19 de enero de 2020, la Asociación asegura que su propuesta «está motivada por dos razones». En primer lugar, consideran que «la denominación actual puede interpretarse como redundante», ya que dicha Cámara «acoge a su membresía nata».

Los cambios de la sociedad

Pero «la razón más importante» que les mueve es «la que surge del dominio del presunto masculino genérico en la denominación actual». A juicio de la Asociación, «eso pudo tener sentido, y desdichadamente lo tuvo, en el pasado, cuando a las mujeres se las mantuvo marginadas del acceso al mundo de la educación, y por tanto al mundo profesional». Pero esa situación «ha cambiado por completo» y «las formas deben reflejar adecuadamente los cambios profundos y sustanciales que ha experimentado la sociedad española».

Su argumento se apoya en cifras, en concreto en las 153 diputadas actuales, el 43,7% del Congreso. «La hegemonía masculina se ha quebrado, el dominio del patriarcado sobre la cultura y el lenguaje ha llegado a su fin, en bien de una sociedad más justa e igualitaria. Y aun siendo conscientes de que no cabe establecer una relación exacta causa-efecto, resulta evidente la correspondencia que puede establecerse entre el patriarcado y el dominio del sujeto masculino como universal». Y rematan: «De haber estado la Cámara Baja integrada por una mayoría de diputadas, en lugar de diputados, nunca se habría denominado así».

En conversación con ABC, Caballé explica que la iniciativa surgió de la vicepresidenta de honor de la Asociación, Juana Serna, licenciada en Filosofía y presidenta del PSOE valenciano. «Lo propuso hace unos meses y nuestra Junta la apoyó unánimemente, pero la inestabilidad política nos hizo aguardar un momento más oportuno para plantearlo. Ese momento nos ha parecido que podía ser ahora». Aunque la Asociación «valora muy positivamente la extraordinaria sensibilización social que hay», Caballé insiste en la importancia de no focalizarlo todo «en cuestiones que no pasan de ser la espuma de la realidad», porque «lo verdaderamente importante es trabajar por una sociedad más igualitaria en su funcionamiento social».

Coincidencia

Aunque la propuesta se aprobó por unanimidad en la Junta Directiva que la Asociación celebró el pasado sábado, 18 de enero, justo dos días después de que trascendiera el veredicto de la RAE sobre el lenguaje inclusivo constitucional, Caballé explica que «es pura casualidad» que coincidiera. A ese respecto, la presidenta de la Asociación considera el informe de la Docta Casa «muy tibio, demasiado conservador al aceptar solo los cambios de sentido común».

Según Caballé, «la RAE debería comprender que el peso del masculino genérico es abrumador en la Constitución y revela un imaginario legal donde los legisladores ni por un momento se plantearon la presencia femenina, es decir, la mujer como sujeto político». En su opinión, «es lógico que la lengua marche acorde con nuevas realidades. No es pedir la luna, es simplemente reconocer que las mujeres existen, existimos, como ciudadanas, españolas, y algunas como diputadas». Por ello, su deseo es que la iniciativa de la Asociación llegue a buen puerto y, en ese sentido, reconoce que «contar con una vicepresidenta del Gobierno que mantiene una posición tan firme es un privilegio».

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